La ultraderecha en Brasil

Bolsonaro rechaza que Brasil sea un "paraíso" del turismo homosexual

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Abel Gilbert

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El presidente brasileño Jair Bolsonaro tiene una vocación por la polémica mediática. En medio de disputas internas que involucran a sus propios hijos y al vicepresidente Hamilton Murao, y cuando su popularidad no deja de evaporarse, Bolsonaro volvió a exhibir su homofobia en público. “Si quieres venir a tener sexo con una mujer, adelante. Pero no podemos dejar que este lugar sea conocido como un paraíso para el turismo gay. Tenemos familias", dijo el capitán retirado y líder de la ultraderecha.

En rigor, Bolsonaro no dice nada que no hubiera ya hecho saber durante sus días de iracundo diputado. Tiempo atrás, el jefe de Estado había asegurado preferir que su hijo estuviera muerto a que fuera homosexual. La diferencia que no deja de provocar estupor en su país es que ahora Bolsonaro es el presidente de todos los brasileños.

A principios de marzo y en el marco de los carnavales, Bolsonaro divulgó en su propia cuenta de Twitter unas imágenes en las que podía verse a un hombre orinando sobre la cabeza de otro, semidesnudo y aparentemente con su consentimiento. "No me siento cómodo mostrándolo, pero tenemos que exponer la verdad para que la población tenga conocimiento y siempre tome sus prioridades. Esto es en lo que se han convertido muchas fiestas callejeras en el carnaval brasileño", se quejó. No contento, días más tarde insistió con el tema:  "¿Qué es la lluvia dorada?", quiso saber sobre la filmación que había divulgado.

En medio de los carnavales, la popular cantante Daniela Mercury no solo acusó al Gobierno de una creciente intolerancia sexual. Ella grabó junto con Caetano Veloso el tema “Prohibido el Carnaval” en el que ambos ironizan sobre los valores conservadores de las autoridades. “Abre la puerta de este armario, que no hay censura que me detenga / Abre la puerta de ese armario, que la alegría cura, ven a besarme", llaman Caetano y Mercury. Según Veloso, el autor de “Tropicalia”, la canción fue pensada como “una respuesta a los poderes brasileños”.

Pero Bolsonaro es indiferente a esos señalamientos y por eso no deja de "sexualizar" sus intervenciones mientras se mantienen en el aire decisiones políticas de peso como la reforma del sistema de pensiones. El capitán retirado se ha mostrado horas atrás "triste" por las 1.000 amputaciones de pene que afirma que se producen cada año en el país debido a la falta "de agua y jabón". Tras visitar el Ministerio de Educación dijo: "Tenemos que encontrar una manera de salir del fondo de pozo ayudando a esas personas, concientizándolas, mostrando realmente lo que tienen que hacer y evitar que se llegue a ese punto ridículo, triste para nosotros".

El Gobierno de ultraderecha es recurrente en estos temas así como en presentar de una manera retrógrada las cuestiones de género. Días atrás, Damares Alves, la ministra de la Familia y los derechos humanos, se presentó en el Congreso con un mensaje programático: "dentro de mi concepción cristiana, la mujer, sí, en el matrimonio, debe ser sumisa al hombre y eso es una cuestión de fe".