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Cinco claves del informe elaborado por Mueller

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Idoya Noain

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DETALLES DE LA INJERENCIA RUSIA

Desde 2016 la comunidad de inteligencia de EEUU ha dado por probada la injerencia rusa en las elecciones. En cerca de 200 páginas, el primer volumen del informe Mueller expone con el máximo detalle hasta la fecha esa interferencia, organizada sobre dos ejes: una campaña de desinformación orquestada por la Internet Research Agency (IRA) que explotó las redes sociales y otra, vinculada a la agencia de inteligencia militar rusa (GRU), para hackear los ordenadores demócratas y propagar la información robada. No se establece que Trump o su campaña se coordinaran con el Kremlin pero se identifican “numerosos enlaces” y se asegura que la campaña de Trump “esperaba” que se beneficiaría electoralmente y “en algunas instancias fue receptiva” a ofertas rusas para ayudar.

LO CLASIFICADO

Aproximadamente el 12% del informe está editado, con secciones ocultas. Según el fiscal general Barr esas censuras responden a cuatro categorías. La más frecuente afecta a material sobre investigaciones que están en marcha (de las pesquisas de Mueller se han derivado varios casos ante los tribunales, 14 todavía secretos). Otra oscurece material vinculado a grandes jurados, incluyendo parte del referido a la reunión en la Torre Trump en junio de 2016 en que participaron Donald Trump Jr, Jared Kushner y Paul Manafort. La tercera protege lo que revelaría métodos o fuentes de inteligencia y es la que clasifica buena parte de las pesquisas sobre Wikileaks. Por último, hay material censurado que podría afectar a la privacidad de personas que no han sido imputadas.

LA MALA MEMORIA DE TRUMP

Trump se negó a mantener una entrevista en persona con Mueller y solo el pasado noviembre respondió por escrito a preguntas vinculadas a la injerencia rusa (no sobre los hechos potencialmente vinculados a obstrucción de la justicia). Ese interrogatorio ocupa el anexo del informe. Mueller dice que en más de 30 ocasiones Trump declara que “no recuerda” y califica otras respuestas de “incompletas o imprecisas”. El fiscal especial buscó sin éxito de nuevo una entrevista personal pero finalmente desistió. “Aunque creíamos tener la autoridad y justificación legal para emitir una citación de gran jurado para obtener el testimonio del presidente decidimos no hacerlo (…)a la vista del sustancial retraso que ese paso habría probablemente producido en una etapa avanzada de nuestra investigación”.

EL PRESIDENTE DE TWITTER

El informe asegura que “muchos de los actos del presidente dirigidos a testigos (en la investigación), incluyendo desanimar la cooperación con el gobierno y sugerencias de posibles perdones futuros, ocurrieron en público”. Explica también que “aunque puede ser más difícil establecer que actos a la luz pública estaban motivados por una intención corrupta el poder del presidente de influenciar acciones, personas y acontecimientos se incrementa por su capacidad única de atraer atención a través del uso de medios de comunicación masiva”. Y concluye: “ningún principio legal excluye actos públicos del alcance de estatutos sobre obstucción. Si el efecto probable de esos actos es intimidar testigos o alterar su testimonio la integridad del sistema de justicia está igualmente amenazada”.

MENTIRAS

Todo el informe está salpicado de descripciones que recuerdan la elástica y cuestionable relación de Trump y su Administración con la verdad y, directamente, su uso de la mentira. Uno señalado en particular afecta a la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders. Cuando el verano pasado habló con los investigadores de Mueller acerca de unas declaraciones que hizo sobre James Comey en las que dijo repetidamente que a “incontables miembros del FBI” no les gustaba el director al que cesó fulminantemente Trump, Huckabee Sanders reconoció que esa declaración fue “un lapsus” que hizo “en caliente” y que según el informe “no estaba basada en nada”. Lejos de escuchar las llamadas que le reclaman dimitir, la portavoz este viernes ha seguido defendiendo que no mintió.