Así ha quedado la catedral de Notre Dame tras el incendio

Pese a la magnitud de los daños, se han salvado milagrosamente las cristaleras de los res grandes rosetones medievales y la estructura del templo

El altar de Notre Dame, tras el incendio

El altar de Notre Dame, tras el incendio / periodico

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El incendio en la catedral de Notre Dame ha dañado gravemente un edificio de incalculable valor arquitectónico e histórico. Las primeras imágenes del interior del templo han mostrado que parte de las bóvedas góticas se han desplomado, pero que muchos de los tesoros por los que en un primer momento se temía finalmente se han salvado, al igual que la torre norte de la fachada, de la que se temía que se hundiese tras afectar el fuego a la estructura de madera que sostiene las grandes campanas de la catedral.

El incendio ha destruido partes del templo construidas durante el programa de restauración del siglo XIX dirigido por Viollet-le-Duc, como la aguja que se desplomó, que sustituyó a una similar que se derrumbó a finales del siglo XVIII pero también elementos medievales: el foco principal del fuego fue la 'charpente', el entramado de vigas de roble que, por encima de la obra gótica de crucería, sostenía el techo de dos aguas cubierto de planchas de plomo (solo estas pesaban más de 200 toneladas). La sección de la 'charpente' del transepto fue renovada en el siglo XIX, pero gran parte de la que ha ardido, en la nave principal (y cuya madera fue el principal combustible del incendio; era conocida como 'el bosque') era original del siglo XII, elaborada con gruesos árboles datables hasta en el siglo VIII. En cambio los muros y los sólidos pilares y contrafuertes que los sostienen, han resistido.

En sus entrañas, la catedral de París acogía obras y reliquias valiosísimas. Algunas han podido salvarse pero otras, desgraciadamente, han sido pasto de las llamas. Entre las que, según las primeras imágenes, ha sobrevivido al fuego el grupo escultórico barroco situado tras el altar, que se ha salvado por poco del impacto de la aguja, cuyos escombros cubren parte del presbiterio.

El salvamento más inesperado ha sido el de los tres grandes rosetones de los siglos XII y XIII, en las cabeceras de los dos extremos del crucero y en la fachada principal. Aunque muy restaurados, más de la mitad de sus vitrales son aún medievales. Milagrosamente, en lugar de estallar a causa del fuego como muchos temían, han sobrevivido al incendio, según declaró el portavoz de la catedral a la agencia France Presse. 

Sí han sufrido daños los vitrales más recientes, situados en zonas más altas y cercanas al foco del incendio, después de que se fundiesen sus molduras de plomo. Con todo, el peligro sobre las cristaleras medievales aún no se puede descartar, debido al estado de fragilidad en que pueda haber quedado el edificio.

Las que se han salvado

Dos reliquias inestimables pudieron ser trasladadas antes de que las alcanzara el fuego. Se trata de la túnica de San Luis, el jubón que llevaba el Rey Luis IX (1214-1270), último monarca europeo se lanzó en una cruzada para recuperar Jerusalén. No obstante, el objeto más valioso para los católicos era la supuesta corona de espinas que los soldados romanos colocaron sobre la cabeza de Jesús para mofarse de su sufrimiento en la crucifixión, también rescatada. 

Otras obras de arte, que se encontraban en la sacristía pudieron trasladarse, con el auxilio de especialistas del Museo de Cluny. Notre Dame tenía otras reliquias de la pasión de Cristo. Un pedazo de la Cruz y uno de los clavos. Las 16 estatuas de cobre de la aguja de la catedral se han salvado, ya que habían sido retiradas semanas atrás para restaurarlas.

Las que se han perdido o han quedado dañadas

Cuando la emblemática aguja de Notre Dame, de Eugene Viollet-le-Duc, se derrumbó, con ella desaparecieron reliquias que custodiaba en la veleta en forma de gallo de su cúspide: un trozo de la corona de espinas, una reliquia de San Denis y otra de Santa Genoveva. 

Los conocidos como los 13  'grandes cuadros' o 'grandes mayos', pinturas de los siglos XVII y XVIII que cada mes de mayo regalaban los orfebres de la ciudad a la catedral, han sobrevivido al fuego, aunque no pudieron ser descolgadas a tiempo por su gran tamaño. Al estar situados en los laterales se han salvado de la catástrofe, pero deberán ser restauradas por el efecto del agua vertida por los bomberos, el polvo y las cenizas. Entre ellas, estaba San Pedro Curando a los Enfermos y una Conversión de San Pablo, la Crucifixión de San Andrés y la Lapidación de San Étienne.

Mientras que el gran órgano, con parte de su estructura original del siglo XV y considerado monumento nacional, se ha salvado, su responsable ha apuntado que ha sufrido daños a causa del agua y las cenizas cuyos alcance aún se debe evaluar. En cambio, el pequeño órgano, situado bajo la flecha que se derrumbó, ha sufrido grandes daños.