filtración de un opositor ruso

Una investigación revela la alianza del Kremlin con la ultraderecha alemana

Nuevos documentos oficiales vinculan al partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD) con una supuesta campaña de propaganda del Gobierno ruso

markus frohnmaier extrema derecha alemana

markus frohnmaier extrema derecha alemana / periodico

Carles Planas Bou

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Potenciar los partidos de extrema derecha para debilitar la Unión Europea (UE) desde dentro. Esa es la sospecha que, desde hace meses, planea sobre la acción exterior de Rusia. Aunque Moscú ha rechazado reiteradamente esas acusaciones, una nueva investigación señala por primera vez a altos mandos del Kremlin en un presunto plan orquestado para promover sus intereses.

Según documentos oficiales publicados por la revista alemana ‘Der Spiegel’ y el canal ZDF, el Gobierno de Vladímir Putin tiene a un diputado alemán “absolutamente controlado”. Se trata de Markus Frohnmaier, miembro de la euroescéptica y xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag, el Parlamento federal.

Otro documento señala al supuesto “plan de acción” de campaña de Frohnmaier, en inglés, en el que solicita a Moscú “apoyo material” y “mediático” para ser elegido a cambio de promover en el Parlamento alemán los temas más importantes para Rusia y apuntalar las “buenas relaciones” entre ambos países.

Ese material, también destapado por la británica BBC y el periódico italiano ‘La Repubblica’, se basa en una conversación por correo electrónico entre el exsenador ruso Piotr Premyak y un alto funcionario de la Administración de Putin, Serguéi Sokolov. Los documentos han sido proporcionados a los medios por Dossier Center, un proyecto de investigación fundado por el opositor ruso Mijaíl Jodorkovski. Expropietario de la compañía energética YUKOS y uno de los hombres más ricos de Rusia, Jodorkovski fue condenado a 14 años de prisión por blanqueo de capitales y evasión de impuestos pero en 2013 fue indultado por Putin.

Un diputado bajo sospecha

Elegido diputado el 24 de septiembre del 2017 con tan solo 26 años, Frohnmaier ha aparecido en más de una investigación de esa índole. Ya en abril del 2017, la web ‘Bellingcat’ desveló que el joven diputado había viajado a Moscú para reunirse con Konstantin Petrichenko, jefe de las relaciones internacionales del partido oficial Rusia Unida (RU), y con Anton Morozov, entonces miembro del comite parlamentario de Exteriores.

La relación de Frohnmaier con Moscú va más allá. Casado con una periodista rusa, el antiguo líder del movimiento juvenil de AfD ha trabajado para el diario progubernamental ‘Izvestia' y en su encuentro con las juventudes de RU habló de las sanciones europeas al Kremlin. Desde entonces, Frohnmaier ha sido un férreo partidario de retirar el bloqueo económico europeo sobre el Ejecutivo de Putin por su anexión, en el 2014, de la península ucraniana de Crimea. “Crimea es ahora la Crimea rusa”, aseguró en abril del año pasado a la cadena Rusia Today. “La gente no podrá cambiar eso. Crimea no va a volver, y deben aceptarlo”.

Más sombras

Según el ‘Der Spiegel’, la mayoría de los documentos provienen de correos electrónicos de Daniil Bisslinger, antiguo adjunto en la embajada de Berlín y actual miembro del ministerio de Exteriores ruso. Cercano a Frohnmaier, él hizo de puente entre el Kremlin y políticos ultraderechistas alemanes.

La sintonía de Moscú con la extrema derecha alemana no es nueva. En 2017 la exlíder de AfD, Frauke Petry, viajó a la capital rusa con un jet privado de ese país cuyo uso costó 25.000 euros. La justicia investiga si el vuelo puede ser considerado una donación política, lo que es ilegal en Alemania.

Los expertos en software de esos medios han constatado que no hay evidencias de que los documentos hayan sido manipulados. 

Rusia, ¿una excusa?

Sin embargo, la parte señalada rechaza las acusaciones publicadas en la prensa occidental. Frohnmaier remarcó a la BBC que el documento al que se refieren es “falso” y negó, a través de sus abogados, estar “bajo control de una tercera parte”. Aunque el exsenador ruso Premyak confirmó haber mandado ese correo electrónico descartó su autoría en el documento adjunto.

Desde el Kremlin no se ha respondido a las acusaciones, aunque sí se ha lanzado un mensaje a través de los medios públicos rusos, en el que señalan que esa información es un nuevo intento de culpabilizar a Putin después que, en Estados Unidosel fiscal especial Robert Mueller no encontrase pruebas de colusión rusa con la campaña electoral que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca.

La sombra del Kremlin sobre Austria

Cuando el 17 de diciembre de 2017 Austria selló su nuevo Gobierno, Rusia tuvo motivos para sonreír. El flamante canciller Sebastian Kurz entregaba al ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ), encabezado por el antiguo neonazi Heinz-Christian Strache, el control del aparato de seguridad del Estado. Contrarios a la inmigración y cercanos a Moscú, sus miembros tomaron las riendas de ministerios tan importantes como Defensa o Interior, la cartera de la que dependen los servicios de inteligencia.

Su llegada al poder no tardó en traducirse en ventajas para el Kremlin. Desde entonces, Viena ha pedido una “revisión” de las sanciones a Rusia por su invasión de Crimea y, distanciándose de sus socios europeos, se ha negado a expulsar a los diplomáticos rusos como represalia a la participación de sus servicios secretos en el envenenamiento de Serguéi Skripal en Londres.

No sin relación, en el 2016 el FPÖ selló un acuerdo de cooperación con Rusia Unida, el partido de Vladímir Putin. La cercanía con Moscú ha llevado al Reino Unido y a los Países bajos a desconfiar de los servicios de inteligencia de Viena (BVT) y a reducir drásticamente su intercambio de datos. La redada contra el responsable de la sección de extremismo de la agencia también despertó el malestar de los aliados. Además, el año pasado se detuvo a un coronel del ejército austríaco por haber espiado para Rusia durante décadas.

Consciente de que esa sospecha también se debe a los vínculos entre el FPÖ y grupos identitarios filofascistas, Kurz ordenó ser informado directamente por la inteligencia para limitar la influencia de sus socios. Sin embargo, la sintonía entre la extrema derecha y el Kremlin es ya demasiado obvia: el pasado verano Putin incluso se permitió acudir a la boda de la ministra de Exteriores, Karen Kneissl, y bailar con ella ante la plana mayor del Gobierno de Viena.