RACISMO INSTITUCIONAL

Desmontando el mito escandinavo

Lejos de las apariencias, las fuerzas ultranacionalistas e islamófobas son cada vez más populares en Suecia, Dinamarca y Noruega, donde ya han llegado al gobierno

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Carles Planas Bou

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También hay odio en el país más feliz del mundo. El partido euroescéptico y xenófobo Verdaderos Finlandeses (PS) ha dado un nuevo golpe de la mesa en las elecciones de este domingo. Sus inesperados buenos resultados dejan claro una cosa: lejos de lo que pueda parecer, en los países nórdicos, considerados los más progresistas de Europa, el populismo antiinmigración también hace mella.

SUECIA

Ajenos al bloqueo

Cita a cita, la extrema derecha se consolida en Suecia. El pasado noviembre el partido Demócratas Suecos (DS) logró un histórico 17,7% de los votos que lo situó en tercera posición. Aunque los socialdemócratas terminaron formando gobierno, la formación del carismático Jimmie Akesson ha hecho de la influencia su mejor logro. Y es que, explotando la crisis de los refugiados del 2015 y las altas cuotas de aceptación suecas, esta formación de raíces neonazis ha conseguido popularizar sus postulados.

Da igual que el desempleo esté en su nivel más bajo en la última década o que la tasa de crecimiento siga gozando de buena salud, la supuesta amenaza que los inmigrantes representan para el Estado del bienestar sueco es un temor que Akesson ha sabido explotar. Aunque, a diferencia de sus vecinos, todos los partidos del país han bloqueado cualquier acuerdo con el DS eso no ha servido para frenar los pies a un partido que va a más.

NORUEGA

Normalización ultra

En Noruega la principal formación antiinmigración hace tiempo que convive con el poder. Desde el 2013 el Partido del Progreso noruego (FrP) actúa como muleta de los conservadores en el ejecutivo. Con su 15,2% de los votos actual, esa alianza les ha permitido avanzar su agenda, normalizando el cierre de fronteras, la limitación de la reunificación familiar, la agilización de las deportaciones e incluso intentando prohibir que los pobres pidan limosna.

Eso también ha sido posible gracias a un perfil menos radical que sus homólogos nórdicos. Identificado como libertario, el partido se opone a la entrada de Noruega en la UE pero se muestra a favor de la globalización, de la OTAN y de una reducción del sector público que les permite coincidir con los conservadores y ser vistos con menos recelos desde Bruselas.

DINAMARCA

Poder en la sombra

La derecha populista goza de una salud de hierro en Dinamarca. Forjado por grupos neonazis y antisemitas, el Partido Popular Danés (DF) ha sabido esconder esa cara y potenciar un mensaje contra el Islam que en el 2015 le convirtió en el segundo partido con un 21,1% de los sufragios, convirtiéndose en primera referencia de la derecha.

Su estrategia ha sido más que inteligente: sin entrar en el gobierno el DF ha conseguido influenciar la agenda del gobierno conservador, penalizando el uso del burkaconfiscando bienes a los refugiados e incrementando las penas cuando los delitos sean cometidos por inmigrantes. Y todo sin el menor desgaste.