CITA ELECTORAL

Elecciones en la India: Modi contra todos

Una mujer india vota en el estado de Majuli Assam (India).

Una mujer india vota en el estado de Majuli Assam (India). / periodico

Adrián Foncillas

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Hoy empieza en la India la mayor obra de ingeniería democrática del mundo. Unos 900 millones de votantes están convocados a las urnas, desde la cosmopolita Bombay a ignotas comunidades sin agua corriente ni electricidad. Suman más que las siguientes cinco mayores democracias del mundo combinadas. Las elecciones se entienden como un referéndum al desacomplejado nacionalista Narendra Modi, alfa y omega de la política nacional desde que irrumpiera como un tsunami con su victoria aplastante en el 2014. Las encuestas prevén que no hay partido que por sí solo pueda descabalgarle y las esperanzas de la oposición se concentran en una complicadísima coalición.

En el eco de la campaña aún resuena el atentado suicida cometido por paquistanís que dejó una cuarentena de paramilitares indios muertos en febrero en Pulwama (distrito sureño de Cachemira). El Gobierno respondió con ataques aéreos sobre campos de entrenamiento de terroristas en la ciudad paquistaní de Balakot. Modi, al frente del partido Bharatiya Janata (BJP), ha utilizado impúdicamente el enésimo episodio de tensión entre vecinos mal avenidos para movilizar al electorado novel pidiendo que dediquen su primer voto a “los valientes soldados que bombardearon Balakot” y a los “corajudos mártires que perdieron su vida en Pulwama”. Los analistas discrepan de si el inflamado nacionalismo que atizó el incidente será capaz de eclipsar los asuntos económicos en los que Modi muestra un ímpetu más matizado.

La dinastía Gandhi

La principal fuerza opositora es el Partido del Congreso de India que lidera Rahul Gandhi, representante de la dinastía que pilotó el país hasta la llegada de Modi. Subraya no solo las tensiones religiosas que ha generado su nacionalismo hinduista, especialmente con los 200 millones de musulmanes, sino sus promesas incumplidas en el terreno económico. El PIB ha crecido en un cómodo 7% pero persisten los problemas estructurales. Las masas de universitarios urbanos que confiaron en su fórmula para crear puestos de trabajo leyeron con preocupación en un informe oficial filtrado por accidente que la tasa de desempleo, superior al 6%, es la más alta en casi cinco décadas.

También las zonas rurales están descontentas porque la sequía y el derrumbe de los precios agrícolas han disparado las deudas familiares. Modi los ha mantenido bajos para embridar la inflación en las zonas urbanas y decenas de miles de campesinos han protestado periódicamente en Nueva Delhi durante los últimos tres años. En las últimas semanas se ha esforzado en recuperar su favor con pagos individualizados de 6.000 rupias (77 euros) a más de 25 millones de campesinos. El Partido del Congreso, por su parte, ha prometido unos ingresos mínimos para las 50 millones de familias más pobres. El centro de la campaña ha sido ocupado por el cortejo a las masas campesinas, encantadas con la subasta de su voto tras años de olvido.

El pliegue de cargos contra Modi se completa con su presunta intervención en instituciones independientes como el banco nacional, el Tribunal Supremo, las universidades, los medios de prensa o la oficina de estadísticas. Su victoria electoral sellaría el nacionalismo hindú o Hindutva que se opone a la república secular. El Gobierno ha reescrito libros de texto, aprobado leyes para proteger a las sagradas vacas y, según sus críticos, mirado hacia otro lado ante los desmanes padecidos por los musulmanes.

Problemas endémicos

Las encuestas soplan a favor de Modi. El 59% de los indios están satisfechos con su gobierno y el 46% le daría una segunda oportunidad, según un estudio reciente sobre 19 estados. Contra esa tendencia pretende el Partido del Congreso una alianza anti-Modi en la que serán clave los poderosos partidos regionales. Muchos de ellos ya han sobrevolado sus enemistades históricas para quitarle la hegemonía al BPT en su territorio. Es el caso de Mayawati y Akhilesh Yadav en Utter Pradesh, la provincia más poblada. No se antoja fácil que esas coaliciones nacidas en la lucha contra el enemigo común puedan sobrevivir al roce diario.

Sobre las espaldas del ganador, que se conocerá dentro de seis semanas, caerá una inquietante suma de problemas endémicos y nuevos de la democracia más grande del mundo: la falta de recursos combinada con una población que desbancará a la china en el liderazgo demográfico mundial, la contaminación imparable, las bolsas de pobreza o las desigualdades sociales derivadas de su sistema de castas. Es un cuadro que aterraría a cualquier gobierno occidental.

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