última etapa de su gira por Francia

Macron desoye las peticiones del nacionalismo corso

Macron en Córcega

Macron en Córcega / periodico

Eva Cantón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El presidente francés, Emmanuel Macron, cerró este jueves en la localidad corsa de Cozzano, un pueblo de montaña a 60 kilómetros de Ajaccio, el maratón en el que se embarcó a mediados de enero para pulsar la opinión del país y buscar una salida a la crisis de los 'chalecos amarillos'.  

Quizás no fue una buena idea concluir ese ejercicio inédito de participación ciudadana en un territorio gobernado por una coalición nacionalista que ha boicoteado el encuentro para protestar por el desdén con el que, a su juicio, París trata sus demandas. Hubo incluso un llamamiento a paralizar la actividad de la isla durante la visita de Macron.

Ni el presidente del Ejecutivo de Córcega, el autonomista Gilles Simeoni, ni el de la Asamblea corsa, el independentista Jean Guy Talamoni, asistieron al debate, al que acudieron unos 160 alcaldes que expusieron a Macron la situación de precariedad, la falta de servicios públicos y la carestía de la vida en un contexto de insularidad que empeora las cosas.

El alcalde de Pietrosella, Jean Baptiste Luccioni, se desvió del guión para recordarle a Macron el famoso ‘pacto girondino’ (descentralizador) al que se había comprometido con la isla. El presidente recogió el guante y aprovechó para enviar un mensaje a los líderes ausentes.

“Tengo muchos defectos, pero la virtud de ser constante”, empezó diciendo. Se refirió a continuación a las reivindicaciones nacionalistas que, para unos siguen en barbecho desde hace año y medio, y para Macron avanzan según la hoja de ruta trazada en Bastia en febrero del 2018.

Durante esa visita, que se hizo coincidir con el 20 aniversario del asesinato del prefecto Claude Erignac a manos de independentistas corsos, Macron dejó claras las líneas que no traspasaría, defraudando las expectativas de la coalición nacionalista gobernante, ampliamente respaldada en las elecciones regionales de diciembre del 2017.

Guerra de trincheras

Este jueves, esas líneas no se han movido un ápice y, además, las ha aderezado con un serio reproche: que los nacionalistas no hayan pedido perdón por el atentado contra Erignac.

 “Quienes hoy defienden la identidad corsa deben hacer un trabajo de memoria. Si se ha pasado la página de Aléria, [los sucesos que condujeron al nacimiento del Frente de Liberación Nacional Corso, que entregó las armas en 2014] no he escuchado el mismo arrepentimiento por el asesinato del prefecto Erignac”, ha dicho Macron.

Tampoco asumió las críticas sobre la parálisis de los temas prioritarios del Gobierno nacionalista: referencia a la especificidad corsa en la Constitución francesa, cooficialidad de la lengua, ley de amnistía para los llamados presos políticos y estatuto de autonomía en diez años.

Macron puso como ejemplo que nunca antes un presidente de la República había aceptado que Córcega tuviera una referencia concreta en la Constitución francesa. Aunque es verdad, es insuficiente para los nacionalistas, que quieren un estatus insular similar al de Nueva Caledonia que abra la vía a una mayor autonomía. No es el planteamiento del Gobierno.

“Nunca he dicho que esté a favor de la autonomía sin la República”, aclaró Macron, quien insistió en que está abierto al diálogo pero no a “caer en las trampas de las posiciones”.

“Los corsos merecen algo mejor que guerras de trincheras. Necesitan soluciones concretas para que su vida mejore”, insistió tras afear a los actuales dirigentes que “pierdan el tiempo hablando de la extensión de la lucha” y no asuman las competencias que ya tienen. “Se han transferido competencias pero no se asumen responsabilidades”, zanjó.

Tour de Francia presidencial

Durante su particular ‘tour de Francia’, el presidente ha participado en 15 debates, se ha visto con 2.310 representantes políticos -la mayoría alcaldes- 1.000 jóvenes, 60 intelectuales, 350 mujeres y 55 niños.

La reunión más larga duró ocho horas y la más corta una hora y cincuenta y cinco minutos pero en todas desplegó un gran dominio de los temas, por peregrinos y específicos que fueran.

Lo complicado viene ahora, con la traducción en medidas concretas de las peticiones expresadas en esos foros ciudadanos, un ejercicio inédito que ha dopado algo la popularidad del presidente pero no le protege de las turbulencias que se avecinan si defrauda las expectativas de quienes salen cada sábado a las calles con el chaleco amarillo.

El Constitucional tumba la medida más polémica de la ley antiviolencia