AUGE 'ULTRA'

Los vínculos con grupos identitarios tensan el Gobierno de Austria

el canciller austriaco sebastian kurz

el canciller austriaco sebastian kurz / periodico

Carles Planas Bou

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Crecen los recelos en el Gobierno de Austria. Desde que tendió la mano al ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ) para asegurar su llegada al poder, Sebastian Kurz ha esquivado las críticas a su socio de coalición. Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando. Cansado de esa desconfianza interna, el canciller austríaco ha establecido que a partir de ahora los servicios de inteligencia del país le informarán directamente a él y a la cúpula del Ejecutivo.

En un tono muy poco habitual contra su socio de gobierno, el joven líder conservador quiere así limitar la influencia de Herbert Kickl, ministro del Interior y principal ideólogo del FPÖ, y marcar una línea roja en sus vínculos con los grupos identitarios del país, que el gobierno estudia disolver. “No toleraré ningún trato con este movimiento de extrema derecha”, ha remarcado al diario ‘Oberösterreichische Nachrichten’. “Espero que el FPÖ adopte una posición clara y que, si hay conexiones, actúe y las separe”.

Acordado el 19 de diciembre de 2017, el acuerdo de gobierno en Viena entregó a los ultraderechistas el control de carteras ministeriales tan importantes como Interior, Defensa y Asuntos Exteriores, o lo que es lo mismo, la policía, el ejército, los servicios de inteligencia y la diplomacia. Ahora, Kurz pretende activar “rápidamente” una cláusula olvidada de ese pacto que establece que esas agencias también le informarán directamente a él y al vicencanciller, el antiguo neonazi Heinz-Christian Strache.

Vínculos radicales

El cambio de rumbo retórico de Kurz se entiende por la creciente presión a la que se enfronta Viena. Esa línea roja se refiere al Movimiento Identitario de Austria, un grupo filofascista y con vínculos neonazis que identifica el liberalismo, el pluralismo étnico y el Islam como enemigos de la sociedad. Durante la primavera del 2018, el líder de esta organización ultraderechista, Martin Sellnerrecibió una donación de hasta 1.500 euros de Brenton Tarrant, el autor del atentado que asesinó a 50 personas en Christchurch, Nueva Zelanda, el pasado 15 de marzo.

De cara a la opinión pública, Kurz quiere que el FPÖ se distancie de los identitarios. Sin embargo, los vínculos entre ambos son claros. Uno de los dos centros ultraderechistas en la ciudad de Linz, por ejemplo, está ubicado en una residencia estudiantil controlada por miembros del partido. En el congreso “En defensa de Europa” realizado en esa sede, Kickl aseguró que su audiencia era “de ideas afines”, según apunta la prensa.

No obstante, la cúpula del partido se ha desmarcado de esos grupos identitarios. “Desde hace más de un año existe una resolución que prohíbe que cualquier miembro activo de este movimiento asuma una función dentro del FPÖ”, ha insistido su secretario general, Christian Hafenecker.

Limpieza de imagen

Con esa modificación, que ha disgustado al FPÖ, Kurz espera cortar todo vínculo que ate a esos grupúsculos de Viena con la matanza de Christchurch y que el ala liberal del FPÖ se distancie de los más radicales. No obstante, también es una clara estrategia para seguir consolidando la fuerza de los conservadores y limpiar la imagen de Austria.

El acuerdo con la ultraderecha ya disgustó a unos socios europeos que, a pesar de resignados, han limitado la cooperación en materia de inteligencia con Viena debido a los fuertes lazos del FPÖ con el Kremlin. El año pasado agentes que investigaban a los grupúsculos neonazis e identitarios de Austria ya denunciaron intimidación por parte de su superior, el ministro del Interior.

Aún así, el gobierno austríaco ya está manchado por otras prácticas sospechosas como la orden de elaborar una lista para boicotear a la prensa crítica así, la destitución del jefe de la inteligencia o exigir a los medios de comunicación que señalen la nacionalidad de los perpetradores de abusos sexuales.