INDAGACIÓN

Nervios en Washington tras completarse el informe sobre la relación de Trump y Moscú

El presidente Donald Trump abrazando una bandera de su país.

El presidente Donald Trump abrazando una bandera de su país. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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Desde hace casi dos años Washington ha vivido pendiente de lo que sucedía en un discreto edificio de hormigón del suroeste de la capital sin dirección conocida para el gran público. Sus entrañas han servido de cuartel general para la quincena de abogados dirigidos por Robert Mueller, el fiscal especial designado por Justicia para investigar la injerencia rusa en las elecciones del 2016injerencia rusa , la posible cooperación de la campaña de Donald Trump con la trama del Kremlin y las potenciales maniobras del presidente para obstruir las pesquisas. La espera ha desquiciado a la prensa, incapaz de arrancarle una sola declaración al fiscal especial o encontrar un topo que diera pistas sobre la investigación. Parte del misterio parece tener ahora las horas contadas. El informe Mueller se ha completado. El futuro de Trump podría depender de lo que digan sus páginas. 

Nadie sabe exactamente qué pasará a continuación. La pelota está ahora en la mesa del fiscal general del Estado, William Barr, quien recibió a última hora del viernes el fruto de los 22 meses de investigación de Mueller. Todo depende de la postura que adopte. La norma establece que el informe es confidencial y ni siquiera le obliga a compartirlo con el Congreso. Pero Barr ha dicho que pretende “ser lo más transparente posible” y una de sus portavoces ha añadido que se harán públicas las “principales conclusiones” del informe, posiblemente este mismo fin de semana. Podría ser un resumen detallado o podrían ser tres líneas. Nadie descarta que acabe siendo un épico anticlímax.

Lo único claro en estos momentos es que Mueller no recomendará ninguna imputación más, una noticia que ha sido recibida con alivio por el entorno de Trump. Eso dejaría temporalmente fuera de peligro a su familia, cuyos miembros participaron en algunas reuniones con figuras cercanas al Kremlin. Y podría sugerir también, según la opinión de algunos analistas, que Mueller no ha encontrado pruebas de colusión con la trama rusa

En todos estos meses, el fiscal especial y antiguo director del FBI ha callado como una tumba y ha jugado al despiste entrando en sus oficinas con una gorra negra de béisbol en la cabeza, como si fuera un testigo protegido. Pero al mismo tiempo ha hablado a través de sus decisiones judiciales. Mueller ha presentado 199 cargos contra 34 personas (25 de ellas, rusas) y tres empresas, una montaña de información aprovechada por la prensa para alimentar sus propias investigaciones. La lista de imputados incluye a seis estrechos asesores de Trump, cinco de los cuales se han declarado culpables de los cargos, desde Michael Cohen a Paul Manafort. Ninguno de ellos, sin embargo, ha sido acusado de conspiración. 

De lo que no hay duda es que el Congreso quiere ver el informe Mueller. La Cámara de Representantes votó sin una sola disensión para que se haga público el informe y hasta Trump ha llegado a decir que no le importaría, a pesar de que lleva dos años cargando contra el fiscal especial y diciendo que la investigación es solo una “caza de brujas”. Desde el viernes guarda silencio al respecto, todo un hito en su presidencia. Mueller podría haber encontrado indicios de irregularidades en su comportamiento, aunque las opiniones legales vigentes impiden que se impute a un presidente en activo.

En el caso hipotético de que el informe le exonerara, sus problemas continuarían porque hay varias investigaciones abiertas en Nueva York, Washington y el Capitolio sobre una miríada de asuntos, desde su fundación familiar, a los fondos utilizados para los festejos de su toma de posesión o el dinero que pagó para acallar a dos mujeres con las que podría haber mantenido una relación extramatrimonial.