INQUIETUD EN EL ELÍSEO

Macron muestra máxima cautela ante la crisis de Argelia

La inestabilidad en Argel tendría serias consecuencias en Francia, donde vive una importante comunidad del país magrebí

Manifestantes argelinos protestan contra un posible quinto mandato de Buteflika, este miércoles, en Argel.

Manifestantes argelinos protestan contra un posible quinto mandato de Buteflika, este miércoles, en Argel. / periodico

Eva Cantón

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Perfil bajo y cautela es lo que hasta ahora muestra Emmanuel Macron ante la grave crisis política que sacude Argelia. Marcada por la compleja relación con su antigua colonia, la diplomacia francesa sigue a rajatabla una regla: "ni injerencia ni indiferencia".

Sin embargo, las manifestaciones contra la decisión del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, de 81 años y 20 de ellos en el poder, de optar a un quinto mandato en las elecciones del próximo 18 de abril, se siguen con mucha atención en París. Cualquier conflicto que desestabilizara el país magrebí tendría serias consecuencias en Francia, donde vive una importante comunidad argelina que, como en Argel, también ha salido a las calles para pedir un relevo en la cúpula del poder.

Discreción

Pero el silencio en la cúpula del Estado no significa que no haya movimientos entre bambalinas. El pasado 27 de febrero Macron habló largo y tendido por teléfono con el embajador francés en Argel, Xavier Driencourt, que viajó a París para reunirse con el jefe de la diplomacia gala, Jean-Yves Le Drian.

"Se trata de un momento esencial para la historia de Argelia. Hace falta que encuentre el impulso necesario para enfrentarse a los desafíos que tiene por delante y responder a las aspiraciones profundas de su pueblo. Así es como vemos la situación", ha dicho Le Drien en la Asamblea Nacional.

Tras las declaraciones moderadas y los llamamientos a la calma, la situación es una prioridad absoluta para la Administración francesa, que estudia todos los posibles escenarios, desde una revuelta violenta contra el régimen hasta una represión masiva del poder. "El dilema francés es mantener la relación bilateral y al mismo tiempo defender el derecho de los argelinos a expresarse y respirar", resume un diplomático en Le Figaro.

La historia entre París y Argel está marcada por más de un siglo de colonización, una guerra de independencia que duró ocho años, culminó en 1962 con los acuerdos de Evian y dejó 300.000 muertos y muchas secuelas a ambos lados del Mediterráneo.

La pesadilla del presidente

El semanario L’Obs cuenta que, a principios de febrero, preguntó a un alto responsable francés qué era lo que más le preocupaba a Macron, si una nueva crisis financiera, un ciberataque masivo de los rusos o un ataque norteamericano a Irán. La respuesta fue: "“Nada de eso. La pesadilla del presidente es Argelia". En eso, Macron coincide con sus antecesores. La perspectiva de una Argelia inestable entrañaría serias consecuencias para Francia por varios motivos.

En primer lugar porque el país magrebí es el principal proveedor de energía, el 10% del gas que importa es argelino. En segundo lugar porque un conflicto podría llevar a cientos de miles de jóvenes argelinos a dejar el país y buscar asilo en Francia, donde tienen familia y amigos.

En tercer lugar, porque en el recuerdo de las autoridades francesas está la crisis que a finales de los 80 abrió la puerta a los yihadistas que sembraron el terror durante una década. En la lucha contra el terrorismo, Argelia es un socio indispensable para Francia en una zona trufada de grupos yihadistas, con la presencia de Aqmi, al Qaeda en el Magreb Islámico, y donde el régimen argelino sigue siendo un polo de estabilidad en una región caótica que linda con Libia al este y el Sahel al sur.

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