INFORME DE LA ONU

El drama norcoreano

Unos campesinos empujan un carro de repollo en Hamhung, en Corea del Norte.

Unos campesinos empujan un carro de repollo en Hamhung, en Corea del Norte. / periodico

Adrián Foncillas

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Casi la mitad de norcoreanos están malnutridos. Contra ellos confabulan la incapacidad de sus dirigentes, las sanciones internacionales y el clima. La economía alcanza simas inquietantes incluso para los estándares norcoreanos. El último informe de la ONU esboza un cuadro calamitoso que debería de precipitar el fin de la partida diplomática de ajedrez pero lo visto en Hanói sugiere lo contrario.

La producción alimentaria del pasado año registró sus peores niveles en una década. Bajó desde los 5,45 millones de toneladas hasta las 4,95 millones, lo que supone una contracción del 9%. La ONU habla de escasez de terreno arable, desastres naturales falta de maquinaria moderna fertilizantes.

"La malnutrición amenaza a toda una generación de niños", ha advertido Tapan Mishra, coordinadora de la ONU en el país asiático. Unos 800.000 norcoreanos carecen de los servicios médicos más elementales y casi un millón y medio están al margen de cualquier asistencia alimentaria. Ninguna ayuda alcanzó a 190.000 guarderías y 85.000 niños con severas carencias nutricionales. La ONU calcula que el país necesita urgentemente 120 millones de dólares (106 millones de euros) en ayuda humanitaria.

El cuadro remite a la "ardua marcha", como se conoce en Corea del Norte a las hambrunas de los años 90. No hay cifras oficiales pero se calcula que murió entre el 5% y el 10% de la población. Norcoreanos huidos de su patria han explicado a este corresponsal que los cadáveres en las calles, víctimas del frío y el hambre, eran una visión cotidiana.  

Sanciones

No siempre fue así. Corea del Norte era en los años 40 del pasado siglo el país más industrializado de Oriente, solo superado por Japón. En 1970 todavía aventajaba a su vecino del sur y en la década siguiente, aunque sin excesos, podía alimentar a su pueblo. Pero la gestión irresponsable, las pertinaces sequías y el mastodóntico gasto militar le abocaron al desastre. Corea del Norte destinó a Defensa entre el 2004 y el 2014 una cuarta parte de su PIB, de lejos el mayor porcentaje en el mundo. Algunos analistas aseguran que los recortes han alcanzado al mimado estamento militar y que sus 1,2 millones de soldados carecen de forma física para entrar en combate.

Kim Jong-un, al alcanzar el poder en el 2011 tras la muerte de su padre, anunció que su prioridad era la prosperidad de su pueblo y en la tradición nacional sonó contracultural. Emprendió la política byungjin, que compatibiliza la carrera nuclear con la calidad de vida de la población y jubila el principio de "lo militar lo primero" de Kim Jong-il. Su hoja de ruta copia sin reparos la receta china: zonas económicas especiales, permiso para que los agricultores vendan los excedentes y la legalización de mercados privados.

Pero las sanciones internacionales han arruinado sus planes. Su economía se contrajo un 3,5% el pasado año, el peor registro desde aquella Ardua marcha. La ONU apunta en su último Plan de prioridades y necesidades a las sanciones internacionales a pesar de que teóricamente dejan exenta a la ayuda humanitaria. En la práctica causan retrasos y cancelaciones y abocarán, si nada cambia, a que muchas agencias internacionales cierren sus programas.

Contraprestaciones

Las estrictas interpretaciones sobre actividades bancarias transporte marítimo, sumadas a la prohibición de viajar al país asiático a ciudadanos estadounidenses, explican que la ayuda humanitaria haya caído a la mitad. Ninguna de las promesas para agilizar el papeleo se ha cumplido. "Nos gustaría ver escritas protecciones más fuertes a la ayuda humanitaria para evitar que cada envío y cada delegación sean tratadas de forma individual", ha lamentado Daniel Jasper, que desde el Comité de Servicios de Amigos Americanos ha desarrollado proyectos agrícolas en Corea durante dos décadas.

La cumbre de Hanói quedó arruinada en el debate sobre las contraprestaciones al cierre de la central de Yongbyon. Dijo Trump que Kim Jong-un quería el fin de todas las sanciones económicas. Respondió Corea del Norte después que solo había exigido el levantamiento de aquellas relacionadas con la población civil y que castigaban la vida de sus ciudadanos. Creer a uno u otro se reduce a un auto de fe, pero muchos expertos juzgan más factible la versión norcoreana.