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El ejército del 'papa negro' se confiesa

papa francisco compañía de jesus libro 'confesiones de jesuitas'

papa francisco compañía de jesus libro 'confesiones de jesuitas' / periodico

Rossend Domènech

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Les echaron de España, Italia y medio mundo. Les obligaron a cerrar las “reducciones”, verdaderos poblados en los que conservaban y alimentaban las culturas de los indígenas mientras los conquistadores los diezmaban en el siglo XVI. La condena de la Teología de la Liberación –años sesenta y setenta del siglo pasado—y la complicidad de Juan Pablo II con Ronald Reagan para acabar con ella, provocaron un éxodo sin fin de los adscritos a la Compañia de Jesús, fundada en 1534 por Ignacio de Loyola.

Sin embargo, ahí siguen y cuando finalmente el “papa negro” y el “papa blanco” han coincidido en una única persona, Jorge Bergoglio, “se confiesan”. Tras se elegido Papa, toda la infrastructura de los Jesuitas se ha puesto a disposición de Francisco: desde un sistema de comunicaciones propio y ajeno al Vaticano hasta el colectivo mundial con más expertos, sabios y cultos en cualquier materia. Son teólogos o historiadores, pero también ingenieros, artistas, literatos, informáticos, biólogos, químicos, físicos, astrónomos y “aventureros de Dios”, como afirma alguno. “Locos” dice otro. Por Dios, claro.

El libre de reciente apariación titulado 'Confesiones de jesuitas' (Ed. Libelista), escrito por Josep M. Benítez y Valentí Gómez-Oliver, es una recopilación de entrevistas efectuadas a 38 jesuitas de los cinco continentes. Quizás no sean los mejores ni los peores, pero sí una metáfora de todos.

Resultan enternecedores cuando hablan de la fe en su Dios, de su vocación, de dónde y cómo estudiaron, de sus familias de orígen, hasta el punto de parecer ingenuos, ilusos y habitantes de otro planeta. Pero luego, se vuelven revolucionarios. “Los GEO de la Iglesia”, los definió el también jesuita Pedro Miguel Lamet.

Confucianos y budistas

¿Que son las otras religiones? “Formulaciones de un mismo sentido cristiano, producidas en otras culturas”.  “Son un acercamiento al Dios verdadero, al Dios de todos”. Cuando Juan Pablo II, hablando a confucianos y budistas, dijo algo así en Asia, en Roma se armó la de dios, porque significaba que la iglesia católica no era la única propietaria de la verdad. “¿La iglesia católica? “Una voz que clama en el desierto”, afirma otro. Hay que “revisar la infalibilidad papal”, suelta el cuarto, coincidiendo con  los ‘herejes’ ortodoxos y protestantes. Un jesuita del Congo manifiesta que “a veces se viven momentos de rebelión, tensiones internas, frustraciones, humillación”. “No entiendo algunas cosas del entorno papal”, destaca otro,  y pone como ejemplo “la existencia de los cardenales como ‘un premio’ y ese titulo tan antievangélico de ‘príncipes de la iglesia’ ”.

Todos los entrevistados, casi sin excepción alguna, reivindican como “modelo de la iglesia católica la que salió del concilio Vaticano II”, que abrió la institución al mundo moderno, actual, sin que luego se consiguiera.

Las respuestas de los 38 religiosos abarcan “lo divino y lo humano”, como diría Miguel de Unamuno ¿La mujer?, “un centro de atracción y, al mismo tiempo, de distancia”. “Pueden ser muy pesadas para el juicio masculino y los varones podemos resultar muy despreciables para el juicio femenino”. “Cuando me surgían dudas de vocación, recuerdo que me decía a mi mismo que nunca me haría cura sin haber ‘probado antes’ lo que era una mujer, luego no sucedieron así las cosas”.

Mundo femenino

El mundo femenino es “fascinante y lleno de tantas cosas que nos faltan a los hombres ¡Qué tormento!”.”En comparación con los hombres, las mujeres sobresalen por su fina sensibilidad para descubrir los sentimientos de las personas que les son próximas, y por su extraordinaria capacidad  para discernirlos y analizarlos”. “No entiendo la marginación y falta de respeto a la mujer que sigue habiendo en la institución eclesial”. En el volumen hay una deliciosa página de diálogo con un jesuita sobre la que fue su secretaria japonesa por 15 años. Hubo amor y no se acaba de entender si fue solo platónico.

“La libertad de expresión e información proceden de un corazón libre, es un derecho de la persona (...) pues bien, no es extraño comprobar que en este como en otros temas, la iglesia, como institución, no siempre cumple lo que predica”. “Mi entorno vital actual está más cerca de la teología política” ¿Una nueva ciencia? No. En las 622 páginas del libro hay el jesuita que “medió” en la transición española desde la dictadura y otro que intervino en el redactado de la Constitución, y otros y otros.

En el mundo actual “el pobre aparece como ‘amenazante’, convertido él mismo en fuerza destructora (...), no hacer nada cuando se puede hacer algo, también es matar”. “Contemplo la naturaleza violentada por vallas y fronteras sobre la Tierra como heridas, con su historia de despojos y exclusiones”. Un padre africano afirma: “Sufrimos, somos despreciados, forzados al exilio, lloramos; pero no queremos llorar como los que no tienen esperanza”. Está también la desgarradora experiencia, relatada minuciosamente, del que fue encarcelado en Vietnam por ser considerado espía del Vaticano y de la CIA.

Mundo actual

Es un libro pesado de leer, como todo lo que tiene solera. No es divertido, pero iluminador sobre un ejército de 18.000 “soldados” -como los quería su fundador-,  que se encuentran en todas las fronteras avanzadas del revuelto mundo actual ¿Bioética? Pues, bioética ¿Inteligencia artificial y algoritmos? Pues, eso. Creen en Dios, pero también en el “hombre y su circunstancia”, como diría José Ortega y Gasset.

Parafraseando la contraportada del libro, más que confesiones, el volumen se asemeja a un confesionario de soldados. El ejército “paralelo” de Francisco, que en un encuentro privado con los jesuitas latinoamericanos, celebrado en enero en Panamá, les dijo: “La ideología peor es la de ‘no te metas’”.