EVOLUCIÓN POLÍTICA EN RUSIA

Los rusos piensan que los últimos casos de corrupción demuestran la "degradación gubernamental"

Putin, en el Kremlin.

Putin, en el Kremlin. / periodico

Marc Marginedas

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La corrupción está mermando a gran velocidad la confianza de los ciudadanos rusos en sus autoridades, pese a las últimas detenciones de importantes dirigentes en casos de gran impacto en los medios de comunicación locales. Esta es la conclusion que se desprende de un reciente sondeo realizado por Levada, el único instituto de sondeos independiente de Rusia.

Hace escasamente un mes, el senador Rauf Arashukov fue arrestado de forma teatral en plena sesión parlamentaria del Consejo de la Federación, la Cámara alta del Parlamento, y acusado de crear una organización criminal y de tramar el asesinato de dos oponentes políticos. Su padre, Raul, un alto ejecutivo del gigante gasístico Gazprom, fue también detenido bajo la acusación de malversar 30.000 millones de rublos (unos 400 millones de euros). Ambos pertenecían al partido gubernamental Rusia Unida, habían ocupado u ocupaban en su nombre importantes cargos de representación y poseían buenos contactos con la élite política y económica del país.

Sin convencimiento

Pero nada de ello convence a la ciudadanía de la voluntad de las autoridades de luchar contra la corrupción, según se concluye tras leer la encuesta. Más bien todo lo contrario. Un 68% de los ciudadanos rusos sondeados cree que estos casos demuestran la "degradación del Gobierno", mientras que tan solo un 22% piensa que se trata de "situaciones aisladas" y que el comportamiento ético de sus autoridades es el adecuado.

Cuando se les pregunta acerca de las razones de que semejantes sumarios sean abiertos y vean la luz, los rusos desconfían aún más de los verdaderos motivos. Un 31% cree que simplemente obedecen a una pugna interna entre altos funcionarios, un 23% los considera un método para distraer la atención de los problemas reales del país y únicamente la cuarta parte (un 25%) identifica una verdadera voluntad de luchar contra la corrupción. El resto de los sondeados ni siquiera se siente capaz de responder a la pregunta.

Turbulencias en la élite rusa

En una columna de opinión publicada en 'The Moscow Times', Tatyana Stanovaya, del laboratorio de ideas R.Politik, se adhiere por completo a la opinión mayoritaria de los ciudadanos rusos de que los casos de corrupción no son más que una muestra de las importantes turbulencias que están sacudiendo a la élite rusa, un proceso que vincula con la creciente inestabilidad intenra que genera el futuro de Putin, quien con la Constitución en la mano, debería abandonar la presidencia del país en el 2024. "Lo que Putin creó de forma tan concienzuda durante sus dos primeros mandatos -la vertical del poder- está empezando a astillarse desde el interior", dando paso "a una guerra de todos contra todos" que hará que el régimen sea en un futuro próximo "mucho menos uniforme y controlable".

Todo ello, según la analista, "está creando un nuevo clima político que consiste en un retorno a los años 90, aunque sin la aguda criminalización de entonces y con una situación económica más saludable". Durante los años 90, y en particular durante los meses que precedieron a la llegada de Putin al Kremlin, las luchas intestinas entre las diferentes facciones que formaban el poder ruso marcó la vida política del país. La inevitable sucesión de Borís Yeltsin desencadenó una dinámica similar a la que podría estar viviéndose ahora en el interior de las murallas del Kremlin, con grupos de presión compitiendo para posicionarse mejor cuando se produzcan cambios de liderazgo.  

Un líder cada vez más cuestionado

Todo ello sucede además en un contexto en el que la propia figura del jefe del Estado está siendo cada vez más cuestionada por la ciudadanía, pese a mantenerse en cifras de popularidad aún elevadas (en torno al 60%) para lo que se estila en Occidente. Este mismo lunes se ha conocido que el porcentaje de ciudadanos que vio la retransmisión del discurso sobre el Estado de la Nación pronunciado por el presidente el pasado miércoles, centrado precisamente en los problemas sociales del país, fue la más baja desde el 2013. Tan solo un 6,3% de los rusos encendió la televisión, casi tres puntos por debajo respecto al año 2014, cuando fue anexionada la península de Crimea. El Kremlin ha atribuido dicho descenso al uso de internet.