CAMBIO EN EL PAÍS NORTEAMERICANO

López Obrador desconcierta a la oposición con su estilo rompedor

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, recoge su billete de avión antes de embarcar en un vuelo comercial en el aeropuerto internacional de México el 15 de febrero del 2019.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, recoge su billete de avión antes de embarcar en un vuelo comercial en el aeropuerto internacional de México el 15 de febrero del 2019. / periodico

Témoris Grecko

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El tumulto revela la presencia de una personalidad conocida en la terminal 2 del aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Se arremolinan mujeres y hombres, jóvenes y mayores, incluso niños, sin que parezca haber un orden estricto: acaso se trate de un jugador de futbol o una cantante que no necesite de medidas especiales de protección.

Pero es el presidente de la República. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) acaba de cruzar el filtro de control --colocando él mismo su teléfono móvil y su chaqueta en la bandeja para que sean examinados en la máquina de rayos X--, recorre el edificio hasta la sala de embarque del vuelo 2422 de AeroMéxico, de las 13.10 horas, a Saltillo (Coahuila). En el camino, saluda a quien se le acerque; hace preguntas personales, responde a otras; abraza a niños y a ancianas; manda saludos y accede a tomarse selfis y más selfis.

No le acompañan militares, como ha sido siempre la tradición presidencial, ni tampoco fortachones de traje, con gafas de sol y audífono en la oreja, Solo su camarilla de ayudantes: tres mujeres y dos hombres, sin experiencia cuidando personas, cuya preocupación principal en este momento es mantener a raya a los reporteros.

Es la hora de la gente común. Porque los periodistas han tenido su oportunidad, como cada día a las siete de la mañana, en el evento que ya se ha popularizado como #LaMañanera. En dos meses y medio de gobierno, AMLO debe haber dado ya más conferencias de prensa que sus tres antecesores en este siglo. Esta semana, se contaban 56 ruedas  en 79 días en el cargo, según el cálculo del periodista Ernesto Núñez. Le habían hecho 1.075 preguntas y el presidente había dedicado 71 horas y 53 minutos a responder.

Fijar la agenda

Por un lado, parece un tremendo e inédito esfuerzo de transparencia, en un país en el que los jefes de Estado jamás debatieron con los legisladores en tribuna y rara vez admitían preguntas de los periodistas. Por otro, hay quejas por lo que algunos interpretan como una presencia disruptiva. En palabras de Núñez, AMLO "determina así la agenda pública, fija los temas de conversación en redes sociales y construye un relato cotidiano". Además, con esta estrategia, el dirigente "rompe la dinámica de trabajo de los medios, provoca que los diarios matutinos parezcan viejos a las 7 de la mañana, desbarata guiones y escaletas en los noticieros radiofónicos y vuelve irrelevantes los telediarios matutinos".

Sus rivales tampoco están contentos. La periodista Gabriela Warkentin escribe: "No recuerdo haber visto tan pasmada a la oposición como ahora. Ni a todos aquellos sectores que sienten que una apisonadora les pasó por encima. Pasmados, enojados, asustados. Y, por ende, mudos. O insignificantes: desde la trinchera de la sorpresa enfadada, no han podido articular una narrativa que siquiera compita en atención con la dominante". Si el desastre electoral de los partidos derrotados fue un golpe contundente, el efecto se alarga en el tiempo por el poder fijador de #LaMañanera en la agenda.

Amenazas

El presidente ha acusado a sus antecesores de permitir el robo masivo de combustible, con daños para el erario de hasta 3.000 millones de dólares anuales (unos 2.650 millones de euros), lo que ya había sido revelado por investigaciones periodísticas. En enero, sin embargo, se dudó de que el consenso en combatirlo se mantuviera cuando la gasolina escaseó o desapareció en grandes ciudades y extensas regiones del país. Las encuestas mostraron, en cambio, un apoyo nunca visto, de hasta el 82%.

AMLO habla como la gente común, hace chistes y da ejemplo, al bajarse el sueldo a 108.000 pesos mensuales netos (5.000 euros) e imponer esa cantidad como tope para todos los funcionarios, afectando a muchos que ganaban varias veces esta cifra.

El único ámbito donde pierde es en el de su seguridad personal: las redes han vibrado con exigencias –de simpatizantes y de críticos- de que eleve considerablemente sus medidas de protección, después de que grupos criminales hicieran públicas amenazas de muerte en su contra. "A mí me cuida el pueblo", decía en campaña. Y ahora insiste: "El que lucha por la justicia, nada tiene que temer".