Torra expone a cinco congresistas de EEUU los agravios del independentismo

Quim Torra, a las puertas del Capitolio, en Washington.

Quim Torra, a las puertas del Capitolio, en Washington. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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El segundo viaje de Quim Torra a Estados Unidos no pasará a la historia como un éxito comercial, pero sí ha servido para constatar que el Govern no tira la toalla en la búsqueda de aliados foráneos, a pesar de los escasos resultados conseguidos hasta la fecha. Tres días después de aterrizar en California, el presidente catalán se desplazó hasta Washington, donde fue recibido por cinco congresistas estadounidenses, tres demócratas y dos republicanos, que le abrieron sus despachos para escuchar su versión de lo que está sucediendo en Catalunya. "Nos hemos sentido muy acompañados, con un gran interés por saber lo que está pasando en Catalunya", dijo Torra más tarde. "Se nos escucha y, en ese sentido, estamos muy contentos".

No es para menos. El delfín de Carles Puigdemont fue recibido por más congresistas de los que recibieron a su predecesor en 2017, una muestra de que el Govern ha reactivado plenamente su diplomacia de corte más político tras el levantamiento del artículo 155 y la reapertura de las delegaciones en el exterior. "Les he explicado a los congresistas la gravedad de la situación a la que nos enfrentamos", dijo el ‘president’ tras las primeras reuniones. "Que en tres semanas comienzan unos juicios políticos, que tenemos gente en el exilio, que hay cientos de catalanes represaliados o que España no respeta nuestro derecho a la autodeterminación". Un mantra no cambiará a pesar de las advertencias de la diplomacia española. Torra subrayó que intensificará sus viajes al exterior en cuanto comience el juicio en el Tribunal Supremo contra los líderes del ‘procés’.

Las reuniones en el Capitolio, a las que acudió acompañado por Victòria Alsina, la nueva delegada del Govern en EE UU, se sucedieron durante toda la jornada. Torra fue recibido por el veterano congresista demócrata John Lewis, uno de los grandes iconos vivos de la lucha por los derechos civiles de los negros en Estados Unidos, colaborador en su día de Martin Luther King y uno de los organizadores de la histórica Marcha sobre Washington de 1963. También conversó con el representante por California, John Garamendi, empresario, ranchero y nieto de un inmigrante vasco, así como con su colega de Illinois, Brad Schneider, también demócrata, judío y muy cercano a las posiciones de la derecha israelí tras muchos años de afiliación al AIPAC, el gran lobi proisraelí en Washington. 

También le hicieron un hueco dos republicanos. Quizás el más valioso para los intereses soberanistas es Paul Cook, quien fuera hasta el mes pasado miembro del Subcomité para Europa de la Cámara de Representantes, uno de los órganos donde se discute la política exterior estadounidense. El otro es un viejo conocido del independentismo, el cubano y furibundo anticastrista, Mario Díaz-Balart, con el que ya se reunió Puigdemont en el 2017. Torra no quiso compartir las respuestas que obtuvo de los congresistas, esgrimiendo que eran "confidenciales", pero sí dijo que les pidió "complicidad y apoyo a una mediación internacional para Catalunya". 

Esos contactos incomodan a la diplomacia española, por más que lleven años produciéndose y no hayan logrado desplazar un centímetro el apoyo de EE UU a España en lo que concierne al conflicto catalán. "La embajada sigue de cerca sus actividades", dijo una fuente diplomática refiriéndose a Torra. "En su calidad de representante de una comunidad autónoma, prestará especial atención a que dichas actividades se enmarquen en sus competencias constitucionales y legalmente establecidas".

Torra no pareció particularmente preocupado al respecto. Al ser preguntado por un periodista si creía haberse extralimitado, respondió que no lo sabía, pero que piensa seguir contando por el mundo su versión de lo que sucede en Catalunya. Algo parecido a lo que respondió tras ser inquirido si merece la pena el coste que ha supuesto para el erario público trasladar durante cinco días una cómitiva de una docena de personas por EE UU. "Yo creo que sí, es imprescindible en estos momentos", contestó Torra. 

Con su visita a Washington, el ‘president’ cierra un viaje que empezó en San Francisco, le llevó a Idaho para reunirse con el alcalde de Boise y ha acabado en la capital estadounidense. Un viaje con una vertiente política y otra comercial, aunque según declaró Torra a la prensa no se cerró ningún acuerdo durante su visita a varias empresas de Silicon Valley