EN CLAVE EUROPEA

Un semestre que marcará el futuro de la UE

Un funcionario prepara las banderas de la Unión Europea antes del inicio de la cumbre, este domingo en Bruselas.

Un funcionario prepara las banderas de la Unión Europea antes del inicio de la cumbre, este domingo en Bruselas. / periodico

Eliseo Oliveras

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La Unión Europea (UE) afronta este semestre tres citas clave que marcarán su futuro: la salida del Reino Unido el 29 de marzo a medianoche, la cumbre de Sibiu el 9 de mayo para definir la nueva Europa a Veintisiete y las elecciones al Parlamento Europeo del 23 al 26 de mayo, que determinarán las nuevas mayorías que condicionarán el nombramiento del presidente de la Comisión Europea, la futura legislación y la distribución del presupuesto comunitario.

A tres meses del brexit, la incertidumbre sigue siendo total. La premier británica, Theresa May, aún confía en que el Parlamento ratifique a mediados de enero el tratado pactado con los Veintisietepremier por el miedo al caos de una salida abrupta y a una posible victoria del laborista Jeremy Corbyn en unas elecciones anticipadas. Pero tiene a un centenar de diputados conservadores en contra, el rechazo de sus socios Unionistas del Ulster (DUP) y una falta de respaldo desde las filas de la oposición. Los planes de contingencia de la Comisión Europea, Londres y los Veintisiete pueden amortiguar el impacto de una salida abrupta, pero no podrán eliminar las graves perturbaciones que generará. Y un brexit sin acuerdo dañará las relaciones futuras con la UE.

Para España, el Reino Unido es el quinto mercado exterior más importante y absorbe el 7% de las exportaciones españolas. Pero el impacto más grave de un brexit abrupto en España será en la aviación, ya que los planes de contingencia de la Comisión Europea privarán a Iberia y Vueling de sus rutas a otros países de la UE desde España, ya que serán compañías extracomunitarias al pertenecer al grupo británico IAG. El Gobierno español ha anunciado que presentará en enero medidas para evitar que eso ocurra sin dar detalles.

Un temor extendido

La preocupación por el creciente riesgo de un brexit sin acuerdo se ha extendido al otro lado del Atlántico. El Consejo de Vigilancia de la Estabilidad Financiera (FSOC) de EEUU incluyó el 19 de diciembre al brexit como un potencial riesgo sistémico para la economía, porque podría perturbar los contratos y flujos financieros internacionales y deteriorar la confianza económica.

El proceso de reflexión sobre el futuro de la UE, que debe culminar en la cumbre de Sibiu (Rumanía), está encallado por las divergencias entre el Norte y el Sur sobre las prioridades y las políticas económicas y entre el Oeste y el Este sobre el grado de integración europea y los poderes nacionales en manos de los estados. Más allá de las declaraciones oficiales, los ciudadanos han percibido pocos cambios en la práctica, salvo la mano dura con las organizaciones humanitarias que intentan salvar a los inmigrantes en el Mediterráneo.

El proyecto del marco presupuestario europeo 2021-2027, en discusión entre los Veintisiete, implica fuertes recortes en los fondos agrarios, regionales y sociales, pero Holanda, Austria, Dinamarca y Suecia reclaman una reducción aún mayor del gasto tras la salida británica de la UE. El compromiso que arrancó el presidente francés, Emmanuel Macron, en la cumbre del 13 y 14 de diciembre sobre un eventual presupuesto para la eurozona es testimonial y no servirá, como se pretendía, para impulsar la economía, ni amortiguar el impacto social de las reformas. Hasta los planes de una defensa autónoma europea chocan con la realidad de que Alemania necesita contratar a ciudadanos de otros países de la UE para completar su Ejército.

Crecimiento económico debilitado

El debate sobre el futuro de la UE se produce además en un entorno de crecimiento económico cada vez más débil. El crecimiento del 2,4% registrado en la eurozona en el 2017, se reducirá este año al 1,9%, bajará al 1,7% en el 2019 y 2020 y volverá a bajar al 1,5% en el 2021, según el Banco Central Europeo (BCE). Esto limitará la capacidad de creación de empleo y contribuirá a que siga aumentado la desigualdad, la precariedad y el malestar social.

Estos factores tendrán un impacto significativo en las elecciones europeas de mayo, donde la baja participación (42,6% en el 2014) da un mayor peso del voto del descontento. En Francia, por ejemplo, los últimos sondeos dan al ultraderechista Reagrupamiento Nacional el 20,7% de los votos, por encima del 19,7% del Movimiento de Macron. La Liga lograría el 32,5% en Italia y Alternativa para Alemania (AfD) obtendría el 14,5%.

Las proyecciones de reparto de escaños presentan un Parlamento Europeo más fragmentado, con una fuerte caída de populares y socialistas, que se quedarían con el 25% y el 19% de los escaños respectivamente, y un ascenso de las diferentes fuerzas euroescépticas, que sumarían más del 28% de los escaños. Los liberales tendrían el 14% de los escaños, mientras que la izquierda contaría con el 8% y los Verdes otro 6%. Si se confirma este resultado, el nombramiento del presidente de la Comisión Europea requerirá como mínimo un pacto entre populares, socialistas y un tercer grupo parlamentario.