La crisis argentina

El año negro de Mauricio Macri

Maurico Macri

Maurico Macri / periodico

Abel Gilbert

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"Después de un año tan difícil, esta Navidad me gustaría darles un abrazo fuerte, largo y silencioso", dijo el presidente Mauricio Macri y, al lado de un Santa Claus de forzada sonrisa, levantó una copa para brindar simbólicamente con todos los argentinos. "Estaremos mejor", prometió. Luego se fue a pasar las fiestas a un paradisíaco refugio patagónico. En la ciudad de Buenos Aires los turrones y confites, la sidra y los regalos, se adquirieron con la austeridad que dicta la crisis.

Las ventas cayeron entre el un 9% y el 20%. Los heridos por la pirotecnia habían llegado a 307 en el 2017. La noche buena solo hubo 27 casos. Las autoridades saludaron la toma de conciencia de lo que significa jugar con fuego. La realidad es que se compraron muchos menos cohetes. El cielo apenas se iluminó: fue tan negro como el año político de Macri. A principios del 2018, el horizonte de su reelección parecía despejado de malezas e imprevistos. Todo se ha complicado.

Cambiemos, la coalición de derechas que gobierna este país, se ha convertido apenas en un balbuceo publicitario.  Macri ha declarado que Argentina se encuentra en una situación de emergencia. La economía ha caído un 2,6% este año. El peso nacional ha sido la segunda moneda más devaluada del mundo (más del 100%), solo superada por Venezuela. En medio del derrumbe, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha acudido en ayuda de Argentina para evitar la suspensión de pagos de la deuda externa. Aportó 57.000 millones de dólares, pero exigió un ajuste de grandes proporciones.

El optimismo del 2017

Durante la campaña electoral de 2015, Macri lanzó la consigna "pobreza cero" y pidió ser juzgado por el cumplimiento de ese objetivo. La pobreza alcanza en la actualidad al 33,6% de los habitantes. Un 48% de los niños se encuentran en esa situación.  De "pobreza cero" se ha pasado a un "gasto cero" en el Estado.  Se han cerrado dependencias y cortado financiaciones públicas. Las obras de infraestructura se han frenado. El país donde nacieron Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Juan José Saer y Astor Piazzolla, se ha quedado sin ministerio de Cultura.

El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF ) ha trabajado desde 1983 para recuperar e identificar los restos de personas desaparecidas durante la última dictadura militar (1976-83) y aportar pruebas científicas a la justicia. Su prestigio lo llevó a 30 países, entre ellos España. El AAAF se ha quedado sin trabajo en su país: el Estado no le giró los fondos pactados ni le pagó por la identificación de soldados muertos en la guerra de las islas Malvinas.

Los números del ajuste

Los argentinos de a pie son los que más padecen las consecuencias de la crisis. Los salarios perdieron un poder de compra de hasta el 20%. El paro se acerca al 10%.  El precio de los servicios públicos (luz, gas, agua) tuvo un aumento promedio del 600% en 36 meses. El año venidero comienza con una subida más del 30% de la luz para compensar la inflación del 2018, que ha perforado la barrera del 40%. El billete del transporte público se ha incrementado un 120%  en menos de un año.

El Gobierno de derechas debe pagar a sus acreedores unos 35.000 millones de dólares en el 2019 y otros 17.000 millones de dólares en el 2020, casi todo el crédito del FMI. La mayor parte de esa deuda fue asumida por el macrismo para financiar entre otras cosas una fuga de capitales que este año fue de 26.367 millones de dólares. Los analistas económicos esperan un marzo y abril turbulentos. Un nuevo hundimiento del peso aparece como posibilidad latente. La inflación, los tarifazos y la pérdida del trabajo, son los principales miedos sociales.

Según una encuesta de la consultora Ricardo Rouvier & Asociados, cuando Macri accedió al cargo, las expectativas económicas positivas eran del orden del 60,4%. En el 2018 se ha reducido a menos de la mitad. En el 2016, el presidente tenía una imagen positiva del 71,3%. Tres años después, ha perdido más de 30 puntos.

Sus colaboradores creen no obstante que estará en condiciones de revertir la pendiente y ser reelecto. Auguran un retroceso de la inflación y un impulso positivo de la balanza comercial. Piensan que la cosecha récord del campo y los primeros resultados de las inversiones en el sector energético contribuirán a mejorar el panorama. No le temen a las turbulencias globales. Ni a Donald Trump ni a Jair Bolsonaro. En octubre, el mes de las elecciones, el Gobierno espera que algunos de esos frutos hagan reverdecer la "revolución de la alegría". Por ahora, el futuro solo ofrece desconsuelo y un enorme signo de interrogación.