TENDENCIA EN RUSIA

La popularidad de Putin alcanza su mínimo en cinco años

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Marc Marginedas

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Hacía cinco años, es decir, desde el periodo inmediatamente anterior a la anexión de Crimea, que el porcentaje de electores rusos dispuestos a votar por Vladímir Putin en unas elecciones presidenciales no caía por debajo del 60%. A finales de noviembre, el centro de estudios Levada, el único instituto desmoscópico independiente en Rusia, difundió la noticia de que únicamente un 56% de los votantes rusos votaría hoy por Vladímir Putin en unos comicios, según su última encuesta.

La cifra es un 10% inferior a la registrada hace exactamente un año, y desde luego, contrasta con los resultados de las elecciones presidenciales celebradas hace unos meses, en los que, de acuerdo con los datos oficiales, Putin obtuvo casi un 77% de los votos emitidos.

Y no se trata de un hecho puntual. En septiembre, otro sondeo de opinión realizado por la misma organización revelaba que tan solo un 39% de los rusos confiaba en Putin, nueve puntos menos que en junio de este año y 20 en comparación con los cifras obtenidas hace 12 meses. Un 41% de los ciudadanos consideraban que el país se dirigía en la dirección errónea -en abril de este año tan solo un 26% estaba de acuerdo con esta valoración- al tiempo que por vez primera en mucho tiempo, se constataba que el Ejército gozaba de mayor credibilidad como institución que la presidencia del país: un 66% contra un 58%.

Oleada de datos negativos

Ante esta oleada de datos negativos, el Kremlin ha optado por minimizar su impacto y por considerar que se trata de un fenómeno pasajero, motivado por el reciente e impopular incremento en la edad de jubilación. "Las autoridades federales no creen que el descenso de la popularidad se trate de nada excepcional", constata Tatyana Stanovaya, directora del centro de análisis R.Politik en las páginas de 'The Moscow Times'. 

Las derrotas sufridas en recientes elecciones regionales por los candidatos oficialistas son valoradas como un problema de "rotación de personal" y unos gobernadores salientes "acostumbrados a las victorias automáticas garantizadas por el apoyo presidencial", continua Stanovaya.

La ausencia de alternativas al liderazgo de Putin da tranquilidad a los miembros del establishment, que esperan que en última instancia el nivel de aprobación del jefe del Estado remonte una vez asumido el impacto de la reforma del sistema de pensiones. "El estado de ánimo en la administración presidencial se resume en que no hay ninguna catástrofe, nada acerca de lo que caer en el pánico; todo el mundo está convencido de que no hay otra posibilidad a Putin, por lo que sus índices de aceptación no pueden caer de forma importante", resume la académica.

Muchos analistas consideran, eso sí, que la legitimidad del sistema creado por Putin en Rusia en los últimos 18 años descansa precisamente en la necesidad de mantener unas elevadas tasas de popularidad, muy superiores a lo que se estila en cualquier país occidental. La insistente propaganda desde los medios de comunicación estatales, en especial la televisión, las dificultades de hacer llegar a toda la ciudadanía una narrativa que cuestione al putinismo y las reticencias de los ciudadanos a expresar libremente su opinión convierte en mucho más relevantes que en Occidente cualquier descenso en la aceptación del denominado 'piervoye litsó' (traducción literal, la 'primera persona', el jefe del Estado) de Rusia.