CRECIENTE INFLUENCIA EN ASIA CENTRAL

Rusia regresa a Afganistán tras tres décadas de ausencia

Afganos armados prometen luchar contra los talibanes ante los últimos ataques, en el distrito de Door Baba (este).

Afganos armados prometen luchar contra los talibanes ante los últimos ataques, en el distrito de Door Baba (este). / periodico

Marc Marginedas

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Fue un evento que atrajo más atención por sus participantes que por los resultados concretos que produjo. En medio de una gran expectación mediática,  una delegación formada por cinco miembros de la oficina de representación de los talibanes afganos en Qatar se reunió el pasado 9 de noviembre en un hotel de Moscú con miembros del Alto Consejo de Paz en Afganistánórgano oficial del Gobierno de Kabul encargado de conducir la reconciliación en el país centroasiático, devastado por una larga y cruenta guerra civil que dura ya cuatro décadas.

Durante la sesión, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, sorprendió a propios y extraños pronunciando unas palabras que equivalían a una legitimación en toda regla de los insurgentes islamistas como interlocutor político, máxime si se tiene en cuenta de que el autodenominado Emirato Islámico de Afganistán está incluido desde hace ya tiempo en la lista negra de organizaciones terroristas que elabora por el Gobierno ruso. "La participación del movimiento talibán será una importante contribución a la formación de una buena atmósfera para las conversaciones directas entre el Gobierno el movimiento talibán y representantes de los círculos políticos y civiles en el país", proclamó el jefe de la diplomacia rusa.

Treinta años después de la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán, hecho histórico que marcó el declive de la Unión Soviética como superpotencia planetaria, el Kremlin aspira a recuperar la influencia perdida en el país centroasiático.  Moscú esgrime como justificación para esta mayor proactividad en los asuntos afganos las preocupantes noticias que llegan procedentes del interior del país, que hablan de un incremento de la actividad bélica, y de células enteras jurando lealtad a los ultrarradicales de Estado Islámico.  Y sostienen que sus actuaciones están destinadas a proteger su flanco sur.

En cambio, el Gobierno de Kabul y sus aliados occidentales, contemplan con creciente inquietud esta presencia rusa cada vez más intensa, y temen que lo único que esté intentando Rusia es poner en aprietos a la misión internacional de apoyo a las fuerzas gubernamentales afganas, desestabilizando aún más el país y saboteando las iniciativas de paz que pudieran surgir, algo no muy diferente a lo que viene sucediendo en últimos años en otros escenarios bélicos donde ha habido participación militar de Rusia como Siria o Libia. El reciente anuncio del presidente Donald Trump de retirar a la mitad de los 14.000 soldados estadounidenses desplegados en Afganistán a buen seguro avivará toda esta controversia. 

Acusaciones a Moscú

El pasado mes de marzo, el general John W. Nicholson, entonces comandante en jefe de la denominada Misión Apoyo Decidido, el contingente militar multinacional de la OTAN que presta apoyo y entrena a las fuerzas gubernamentales afganas, acusó a Rusia de proporcionar armas ligeras a los talibanes. "Tenemos armas traídas a estos cuarteles y entregadas a nosotros por líderes afganos que aseguran que fueron dadas por los rusos a los talibanes", declaró entonces el responsable militar.  En otra entrevista posterior, Nicholson aseguró que en sus dos años de mandato, jamás había observado semejante actividad intensa por parte de Rusia.   

La reacción de Moscú a las palabras del militar estadounidense guarda grandes similitudes con las respuestas que producen los portavoces rusos en otros puntos calientes del globo, responsabilizando a las políticas de Washington y sus aliados del auge de los movimientos ultrarradicales y dando a entender que Rusia se ha visto obligada a actuar ante la ineficacia y el caos de la misión militar occidental.  "Estado Islámico está creciendo gracias a las Fuerzas Especiales estadounidenses en Afganistán;  EEUU no está luchando contra EI", acusó Frantz Klintsevich,  vicepresidente del comité de Defensa en el Consejo de la Federación (Senado). "Están creando el caos en en Asia Central, y ello pone una gran presión sobre Rusia", continuó.

El peligro principal que identifican los expertos en estos contactos y diplomacia paralela que mantiene Moscú con la insurgencia talibán es la posibilidad de que "envalentone" a los islamistas y les desincentive a la hora de participar en eventuales conversaciones de paz. "Los esfuerzos de paz de Rusia deben de estar en linea con las necesidades de Afganistán; estos contactos pueden empoderarles y desalentarles a que acudan a la mesa de negociación", advirtió Said Sabir Ibrahimi, del Centro sobre Cooperación Internacional, en un artículo titulado '¿Puede Rusia ayudar a traer la paz a Afganistán?' y publicado 'The Diplomat'.