EL DRAMA DE LA INMIGRACIÓN

La tragedia de Jakelin

La muerte de la niña guatemalteca bajo custodia de EEUU refleja la pobreza y la desesperación que mueven a muchos migrantes

Jakelin Caal, la niña guatemalteca fallecida tras cruzar a EEUU.

Jakelin Caal, la niña guatemalteca fallecida tras cruzar a EEUU. / periodico

Idoya Noain

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En San Antonio Secortez, un burgo con 420 habitantes en Raxhurá, en el norte de Guatemala, cada vez que llegan noticias de que un vecino ha logrado entrar en Estados Unidos lo celebran con petardos. Lo han hecho ya 13 veces. Pero lo que esperaban que fuera la 14 se volvió en tragedia y lo que hay en medio de la aldea es una familia rota y un corazón de plástico blanco atado a un palo con una inscripción: Jakelin Ameí Rosmery Caal Maquin.

Es el nombre de la niña de siete años que falleció la semana pasada cuando estaba en custodia de las autoridades fronterizas de EEUU, un caso con interrogantes y certezas. La desesperación y la pobreza extrema pueden más que muros, desiertos y leyes. Las familias están dispuestas a endeudarse por la promesa envenenada de un coyote. Y Donald Trump no se conmueve. Desde que se conoció la muerte de la niña el jueves no ha tenido ni una palabra de empatía y este domingo, en un tuit, ha defendido separar a familias en la frontera. “Si no separas vendrá MUCHA más gente”, ha escrito.

Su Administración está en el ojo del huracán. El encargado de la agencia de Protección de Aduanas y Fronteras sabía de lo ocurrido cuando testificó en el Congreso pero no dijo nada. Solo se informó de la muerte de la niña cuando preguntó sobre el caso The Washington Post. Seguridad Nacional ha abierto una investigación y políticos demócratas y grupos de derechos humanos exigen respuestas.

El puzle

Para aclarar qué pasó hay que esperar a la autopsia y a que concluyan las investigaciones pero el relato ya cobra forma con la versión oficial y la de la familia y con las conversaciones con las autoridades consulares guatemaltecas, abogados y trabajadores humanitarios que ha mantenido Nery Gilberto Caal, el hombre de 29 años que hizo con su hija mayor el fatídico viaje y dejó atrás a su esposa y otros tres hijos.

Salieron el 30 de noviembre. Cruzaron México y el 6 de diciembre los coyotes les llevaron con un grupo a un punto cercano a la de Nuevo México. Caminaron cerca de hora y media y, unidos a otro grupo, cruzaron por el desierto. Ya en EEUU, sobre las 21.45 horas, los 163 migrantes se encontraron con la patrulla fronteriza y, en su custodia, fueron trasladados al puesto de Antelope Wells, donde los agentes abrieron el proceso habitual. Caal dijo que su hija estaba bien y firmó un documento. Ahora está en cuestión si entendió qué firmaba porque aunque habla español su lengua es el q’echi.

Esa noche se trasladó al grupo al centro de detención de Lordsburg, a unos 150 kilómetros, en dos turnos. Primero unos 50 menores que llegaron solos. Caal y su hija esperaron unas cuatro horas hasta el segundo viaje. En el bus la niña empezó a vomitar y a tener fiebre. Cuando llegó sobre las 6.30 de la mañana al centro de detención no respiraba y tenía casi 41 grados. Se le trasladó en helicóptero a un hospital de El Paso, en Texas, donde se le detectaron inflamación en el cerebro y un fallo hepático. Sufrió dos paros cardíacos. En la madrugada del sábado fallecía.

Ha habido versiones contradictorias sobre si Jakelin comió y bebió en su viaje por México y bajo custodia. Los abogados del padre aseguran que en la travesía “él se aseguró de que estuviera alimentada y tuviera suficiente agua”. Las autoridades aseguran que se les ofreció comida y bebida en custodia. El padre ha expresado a través de los abogados su “agradecimiento a los muchos trabajadores de emergencia que intentaron salvar la vida de la pequeña Jakelin”.