DESDE EL ELÍSEO

Macron subirá el salario mínimo 100 euros para desactivar la protesta de los chalecos amarillos

En su primer mensaje a la nación desde el estallido de la revuelta el presidente francés admite su responsabilidad en la falta de respuestas

Macron anuncia una subida de 100 euros del salario mínimo para aplacar las protestas de los 'chalecos amarillos'

Macron anuncia una subida de 100 euros del salario mínimo para aplacar las protestas de los ‘chalecos amarillos’. En la foto, un grupo de ellos escucha el discurso de Macron, el lunes en La Ciotat, cerca de Marsella.  /

Eva Cantón

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Era mucho lo que se jugaba Emmanuel Macron. Era un momento decisivo de su mandato y sus palabras tenían que aplacar la cólera que recorre el país desde hace un mes con medidas concretas, inmediatas y tangibles para mejorar el nivel de vida de los franceses.

Tras un largo silencio de diez días, el presidente francés se ha dirigido este lunes a la nación a través de un mensaje televisado y grabado en el Elíseo que arrancó con las notas de La Marsellesa. Macron comenzó hablando del desorden de las manifestaciones en las que se han mezclado “reivindicaciones legítimas y una violencia inadmisible” y pidió el regreso a “la calma y el orden republicano”.

Pero no minimizó la exasperación de los chalecos amarillos y sorprendió con el primero de sus anuncios:  la subida de 100 euros del salario mínimo (actualmente de 1.498 euros brutos al mes) a partir del 2019.

“Queremos una Francia donde podamos vivir dignamente del trabajo”, ha dicho Macron tras decretar “el estado de urgencia económica y social”. El presidente dirigió su siguiente gesto a los jubilados con una pensión inferior a los 2.000 euros al mes. El Gobierno anulará el aumento de la contribución social generalizada, una subida impositiva que había sacado a los jubilados a la calle mucho antes de que lo hicieran los chalecos amarillos.

“El esfuerzo que se les ha pedido era demasiado importante”, ha admitido Macron. También ha pedido a las empresas que puedan hacerlo pagar una prima extra de fin de año por la que no cotizarán. La cuarta medida fue que las horas extraordinarias no tributarán a partir del 2019. Como se esperaba, no ha corregido la decisión de suprimir el Impuesto sobre la fortuna (ISF) que muchos ven como una especie de pecado original y un regalo a los ricos. A juicio del presidente, reinstaurar ese tributo debilitaría al Estado.

“Mea culpa”

El presidente no sólo tenía que dar una respuesta concreta sino acertar en el tono de su discurso. Demostrar que había entendido las raíces del malestar y el rechazo de los chalecos amarillos a su forma arrogante de ejercer el poder, su desprecio por las clases populares y su desconexión de la realidad del país. Debía entonar algún un mea culpa para empezar de cero a tejer de nuevo su relación con la ciudadanía.

Macron asumió su parte de responsabilidad por no haber dado en año y medio respuesta a un malestar que viene de lejos, reconoció haber “herido” con sus palabras a algunos ciudadanos pero, ante quienes cuestionan su permanencia en el Elíseo, quiso dejar claro que su legitimidad nacía de los franceses. ”Si he batallado para revolucionar el sistema político es porque creo más que nada en nuestro país y porque lo amo”, ha señalado.

En los trece minutos que duró su alocución, se percibe un cambio de método para gobernar primando el diálogo con los actores sociales, a los que ahora ha mantenido al margen de sus reformas. Macron se ha comprometido a abordar con ellos desde la ley electoral hasta el equilibrio fiscal, pasando por el cambio climático, la organización del Estado y el reto de la inmigración.

Su objetivo será construir “un nuevo contrato social” con la nación convencido de que las aguas volverán a su cauce. “Estamos en un momento histórico para el país. Con el diálogo, el respeto y el compromiso, lo lograremos. Mi única preocupación, sois vosotros. Nuestra única batalla es por Francia”, concluyó.

Primeras reacciones

Las primeras reacciones al discurso del presidente, tanto a izquierda como a derecha, son más bien negativas. Al líder de la Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, no le han convencido las promesas y cree que el acto V de la revolución ciudadana se escenificará en las calles el próximo sábado.  

“Retrocede para coger impulso”, ha dicho a la Afp la líder ultraderechista Marine Le Pen, mientras el diputado de Los Republicanos, Eric Woerth, cree que son respuestas necesarias en el corto plazo sobre el poder adquisitivo pero parcialmente injustas.

Muchos comentaristas se preguntan también cómo se financiarán estas medidas que, según la Comisión de Asuntos sociales de la Asamblea Nacional, costarán 15.000 millones al presupuesto del Estado. Habrá que esperar para ver si la intervención de Macron apaga el incendio o radicaliza el movimiento de protesta.

Horas antes de su discurso, el presidente se había celebrado en el Elíseo una cumbre social con representantes de alcaldes, sindicatos y patronal. Las centrales le habían reclamado medidas para mejorar el nivel de vida, aumentar los salarios y políticas adecuadas frente al reto de la transición ecológica. La patronal alertó de las consecuencias económicas de la crisis de los chalecos amarillos y pidió ayudas urgentes para paliar las pérdidas, así como rebajar la presión fiscal, que alcanza el 46,2% del PIB , la más alta de la OCDE.