París se prepara para la batalla

Protesta de los estudiantes en Lyón, ayer viernes.

Protesta de los estudiantes en Lyón, ayer viernes. / periodico

Eva Cantón

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Si se cumple el escenario apocalíptico que prevén las autoridades francesas, París será este sábado una ciudad casi desierta y custodiada por los vehículos blindados de la Gendarmería y 8.000 agentes de las fuerzas del orden en estado de máxima alerta. En toda Francia se desplegarán casi 90.000 efectivos.

Un dispositivo de seguridad sin precedentes para una cuarta jornada de protestas de los 'chalecos amarillos' en la que Interior teme la presencia de numerosos grupos ultras infiltrados entre los manifestantes y dispuestos a enfrentarse con los antidisturbios.

Tiendas y restaurantes cerrados

Desde los Campos Elíseos hasta la Plaza de la Bastilla pasando por la Plaza de la República y la Ópera, los grandes almacenes, tiendas y restaurantes cierran sus puertas y protegen los escaparates ante el temor de que los disturbios sean aún más violentos que la pasada semana. Moverse por la capital será complicado porque habrá numerosas estaciones de metro cerradas y líneas de autobuses suspendidas.

La prefectura de policía de París ha pedido a los vecinos de las zonas susceptibles de verse afectadas por grupos de vándalos radicales que extremen la precaución. La alcaldesa Anne Hidalgo ha ordenado retirar 200 elementos de mobiliario urbano para impedir que se usen como armas arrojadizas y ha activado una célula de crisis en el Ayuntamiento para seguir la evolución de la jornada.

La espiral de violencia que vive el país desde el estallido de las protestas de los 'chalecos amarillos' iniciadas el pasado 17 de noviembre alcanza niveles inquietantes y el sector turístico está acusando duramente el golpe. Los hoteles lamentan la anulación de reservas y las tiendas la pérdida de ventas en vísperas de las fiestas navideñas.

El Gobierno ha cedido a la presión de la calle y ha anulado la subida del impuesto  de la gasolina que desató la revuelta pero, ni eso, ni los múltiples llamamientos a la calma lanzados por sindicatos, organizaciones profesionales y los sectores más moderados del movimiento surgido en las redes sociales detiene la ola de contestación que tiene en su punto de mira al presidente francés.

Silencio de Macron

El presidente Emmanuel Macron, mientras, mantiene silencio. No se dirigirá a los franceses hasta principios de la próxima semana "para no echar leña al fuego", según ha dicho el presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand. El presidente busca una puerta de salida a una crisis que amenaza seriamente su mandato y confía en que las medidas del Gobierno erosionen el apoyo de la opinión pública a los 'chalecos amarillos'. De momento, los sondeos indican lo contrario. El 68% de los franceses les apoya y el 59% cree que deben seguir adelante.

Pero el ministro del Interior, Christophe Castaner, considera que el movimiento se ha radicalizado y está lejos de las manifestaciones pacíficas del 17 de noviembre. "Han traspasado los límites de la legalidad republicana" , ha dicho tras acusarles de mostrar "un odio alimentado por complotistas de todo pelaje".

Una detención polémica

También el portavoz gubernamental, Benjamin Grivaux, ha advertido de que los "verdaderos"'chalecos amarillos' no pueden convertirse en escudos humanos de "elementos politizados y radicalizados que intentan instrumentalizar el movimiento". "Lo que quieren es derrocar al poder", ha denunciado.

La revuelta de los 'chalecos amarillos' no es la única a la que se enfrenta el Ejecutivo. Los estudiantes llevan toda la semana bloqueando liceos e institutos en protesta por las reformas de acceso a la universidad y en numerosas localidades se han producido disturbios. En ese contexto, el vídeo que muestra la humillante detención de 151 adolescentes, de rodillas y con las manos en la cabezahumillante detención, en Mantes la Joly, al noroeste de París, no ayudará a calmar los ánimos. Interior ha prometido una investigación sobre los hechos.