ELECCIONES BAJO SOSPECHA

El exjefe de campaña de Trump se reunió con Assange en la embajada de Ecuador

Manafort le visitó poco antes de que Wikileaks publicara miles de correos de la candidatura de Clinton, según 'The Guardian'

Paul Manafort, durante la Convención Nacional Republicana, el 17 de julio del 2016.

Paul Manafort, durante la Convención Nacional Republicana, el 17 de julio del 2016. / periodico

Ricardo Mir de Francia

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El primer jefe de campaña que tuvo Donald Trump, Paul Manafort, mantuvo hasta tres reuniones secretas con Julian Assange en la embajada de Ecuador en Londres donde está recluido el fundador de Wikileaks, según publica el diario británico The Guardian. Las reuniones se habrían producido en 2013, 2015 y en la primavera de 2016, cuando Manafort se hizo con las riendas de la campaña del magnate neoyorkino. Solo unos meses después, Wikileaks publicó miles de correos de la campaña de Hillary Clinton que, según la justicia estadounidense, fueron pirateados por la inteligencia militar rusa. La revelación de los contactos entre ambas partes podría aportar más munición a los investigadores estadounidenses que tratan de dilucidar si el entorno de Trump cooperó con el Kremlin para interferir en las elecciones de EEUU.

Manafort sigue preso e incomunicado en una cárcel de Virginia tras declararse culpable de una retahíla de delitos cometidos durante la época en la que trabajó como lobista para las fuerzas prorrusas de Ucrania. Algo que hizo años antes de involucrarse en la campaña de Trump. Pero se ha convertido en una de las piezas clave de la investigación que conduce el fiscal especial Robert Mueller por su turbio pasado delictivo y sus numerosas conexiones con figuras cercanas al Kremlin. En septiembre llegó a un acuerdo extrajudicial con Mueller para cooperar con la investigación, pero este mismo martes ha sido acusado por el fiscal de violar sus términos al "mentir" sobre una larga lista de asuntos, una circunstancia llamada a precipitar su condena.

Daño

Estos últimos acontecimientos sugieren nuevamente que la palabra de Manafort no vale nada. En cualquier caso, el aludido ha negado la información de The Guardian. Tampoco consta en los registros de la embajada que se reuniera con Assange. Pero el diario cita a fuentes conocedoras de las visitas y documentos internos de la inteligencia ecuatoriana, que señalan al antiguo lobista entre los huéspedes recibidos en la legación. De ser así, la información establecería un vínculo más entre la campaña de Trump republicano y Wikileaks, una de las organizaciones que habrían servido de conducto al Kremlin para interferir en las últimas elecciones presidenciales.

El otro vínculo sale de los mensajes que Roger Stone intercambió con Assange en las semanas previas a las elecciones a través de Twitter. Stone fue uno de los asesores más cercanos a Trump durante la campaña, algo así como uno de los cerebros en la sombra de su estrategia electoral. Y él mismo reconoció ante un comité de investigación del Congreso los contactos con el fundador de Wikileaks.

Lo que está claro es que la investigación de Mueller sigue dando pasos firmes para esclarecer lo que sucedió en las elecciones. Y el presidente está nervioso. Poco después de que el fiscal acusara a Manafort de romper los términos de su acuerdo para cooperar con la justicia, Trump ha dicho que Mueller se está comportando como un "canalla" y le acusado de hacer "un tremendo daño" a la justicia.