Juncker y May no despejan la incertidumbre del 'brexit'

Theresa May y Jean-Claude Juncker, en Bruselas.

Theresa May y Jean-Claude Juncker, en Bruselas. / periodico

Silvia Martinez / Bruselas

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Quedan menos de cinco meses para el ‘brexit’ y cuatro días para la cumbre extraordinaria del domingo que debe refrendar el acuerdo de divorcio y la incertidumbre es tal que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha tenido que suspender un viaje oficial de dos días a Canarias. Los negociadores siguen buscando la fórmula para acomodar las demandas españolas sobre Gibraltar, el acceso a las aguas británicas para los pesqueros europeos a partir de 2021 o las relaciones comerciales en la futura relación.  Las reuniones se multiplican para intentar salvar el acuerdo.

La primera ministra británica, Theresa May, ha desembarcado este miércoles en la Comisión Europea. Lo ha hecho sin decir una palabra ni a su llegada ni a la salida, casi dos horas después. "Ha habido muy buenos progresos en la reunión entre el presidente Juncker y la primera ministra Theresa May" pero "el trabajo continúa", se ha limitado a resumir un portavoz de la Comisión Europea. Es el mismo mensaje que ha trasladado poco después a través de la BBC la mandataria británica, que regresará el sábado a Bruselas para seguir negociando y discutir "cómo asegurar la conclusión de este proceso de forma que sea de interés para todos nuestros ciudadanos".

Este jueves, según han confirmado a este diario otras fuentes del Ejecutivo comunitario, está prevista una reunión extraordinaria del colegio de comisarios que comenzará a las 10 de la mañana y en la que "se repartirán documentos" lo que significa que el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, podría presentar un texto de declaración política. El apetito por reabrir el acuerdo de divorcio, cerrado la semana pasada tras 17 meses de intensas negociaciones, es nulo pero algunas capitales, como Madrid, han dejado claro que no darán vía libre a los textos sobre la mesa si no se atienden a sus demandas, tanto en el Tratado de salida como en la Tratado de salidadeclaración política sobre la relación futura.

España y Gibraltar

España quiere que tanto el acuerdo de divorcio como la declaración política pongan negro sobre blanco que Madrid tendrá derecho de veto sobre el estatus del Peñón en el marco del futuro acuerdo comercial que negocien la UE y el Reino Unido. El artículo 184 del Tratado de Salida, que habla las negociaciones de la relación futura y que fue incluido a última hora, no menciona a Gibraltar y los servicios jurídicos del Ejecutivo central recelan de que esa ambigüedad podría generar problemas de interpretación en el futuro.

La cancillera alemana, Angela Merkel, ha añadido más presión a los negociadores para que busquen soluciones cuanto antes. Merkel espera que el problema de Gibraltar "se resuelva antes del domingo" y, según fuentes citadas por el diario bitánico The Guardian, sus diplomáticos en Bruselas habrían trasladado el mensaje de que solo acudirá a la cumbre del domingo en la capital comunitaria si hay acuerdo sobre los textos. Fuentes europeas han confirmado a este diario que el embajador alemán trasladó el martes al resto de embajadores permanentes la necesidad de tener un texto cerrado este jueves, con tiempo para que las capitales lo examinen y puedan avalarlo antes de la cumbre.

Los otros escollos

El estatus del Peñón no es, sin embargo, el único asunto que ha complicado esta recta final negociadora. Hay media docena de países, con Francia a la cabeza, que también han expresado su preocupación por el acceso de sus barcos a las aguas británicas a partir del 1 de enero de 2021, cuando haya finalizado el período transitorio. Los textos sobre la mesa no garantizan el acceso a esos importantes recursos pesqueros y los países que dependen de las aguas territoriales británicas quieren garantías de que seguirán pudiendo pescar una vez que Reino Unido se convierta en un país tercero.

De momento, la única garantía recogida es que Londres y Bruselas tendrán que llegar a un pacto sobre un acuerdo pesquero antes del 1 de julio de 2020, lo que a ojos de París es insuficiente. También suscita dudas el comercio de bienes en la futura relación. Londres exige unas relaciones comerciales sin fricciones aunque Bruselas ha dejado claro que exigirá a Londres que cumplan con una reglamentación estricta para evitar que las empresas británicas disfruten de mejores condiciones que las europeas.