DESASTRE EN EEUU

California mantiene la guerra contra su incendio más letal

Idoya Noain

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El sheriff del condado de Butte, Kory Honea, tiene una esperanza: no tener que comparecer cada noche para informar de que la cifra de víctimas mortales del incendio Camp sigue subiendo. Por ahora, no obstante, solo le queda eso, la esperanza. Honea tuvo que reportar el lunes un total, por ahora, de 42 fallecidos, un número que vuelve este fuego el más letal de la historia de California, por encima de uno de 1933 que tenía el infame récord con 29 muertos. Más de 200 personas, además, siguen desaparecidas.

El incendio Camp, que se inició el jueves en esa zona del norte del estado a los pies de Sierra Nevada y que para este martes solo estaba contenido al 30%, no es solo el más letal, sino el más destructivo. Ha consumido ya más de 500 kilómetros cuadrados y ha arrasado prácticamente por completo la localidad de Paradise, epicentro de la tragedia.

Zona de guerra

Hasta el jueves esa localidad bautizada directamente como el paraíso se había granjeado su espacio como refugio y hogar de unas 27.000 habitantes, sobre todo de clase media y trabajadora. Hoy los testigos presenciales hablan en los medios de un escenario de guerra. 7.600 de sus estructuras, sobre todo casas, han sido reducidas a cenizas. Y entre los escombros candentes se mueven 150 integrantes de equipos de búsqueda y rescate, aunque son pocos ya quienes cuentan con encontrar supervivientes.

En Paradise trabajan 13 equipos de forenses. El sheriff Honea ha pedido perros especializados en buscar restos humanos,  una máquina para acelerar los análisis de ADN y dos morgues temporales portátiles del Ejército donde poder poner las bolsas de cadáveres de material azul brillante que no pasan desapercibidas entre el negro, el gris y el marrón con que el fuego ha teñido Paradise. La prioridad es tratar de poner fin a la angustia de personas con familiares o seres queridos desaparecidos. Hasta este martes solo tres de los fallecidos en Paradise habían sido identificados.

Quienes consiguieron escapar de las llamas ahora esperan esas noticias en casas de amigos, en refugios habilitados por las autoridades en la región o en otros improvisados por los propios exiliados por el fuego en lugares como el aparcamiento de un Walmart en la localidad de Chico. Allí, según informaciones de la prensa local, se ha creado una especie de comunidad a la que se acercan vendedores de comida, grupos de iglesias y vecinos a regalar a los evacuados de Paradise comida, ropa, materiales...

La buena noticia en la zona es que se espera que la intensidad del viento se reduzca en las próximas horas. Las malas, no obstante, son varias. Las condiciones secas persisten y se espera que el incendio Camp llegue a zonas que no tienen historial de llamas, con lo que es probable que la vegetación allí sea especialmente densa, lo que podría alimentar condiciones explosivas.

Bandera roja en el sur y tregua de Trump

Tampoco hay excesivas buenas noticias sobre las condiciones en el sur del estado, donde arde otro incendio, el Woolsey, solo controlado al 35% y que ha dejado por ahora dos fallecidos y ha arrasado 388 kilómetros cuadrados, incluyendo zonas adyacentes a Malibú donde estudios y estrellas de cine han visto deshacerse entre las llamas sus propiedades. Se ha extendido hasta el miércoles la bandera roja, que prevé una mezcla de calor, aire seco y vientos que, según se explica, es “capaz de convertir un pequeño fuego en un infierno mortal”.

La complicada lucha contra el fuego no tiene visos de acabar pronto y en lo único que se ha alcanzado cierta sensación de tregua es en la guerra política que abrió el presidente de EEUU, Donald Trump. El lunes, 24 horas después de que lo solicitara el gobernador demócrata de California, Jerry Brown, Trump aprobó la declaración de “gran desastre”, lo que permitirá a California recibir ayuda federal.

Esa decisión llegó después de que desde múltiples frentes (incluyendo bomberos y gestores de emergencias en gobiernos republicanos) se criticara duramente al presidente por haber reaccionado inicialmente a los incendios con politiqueos partidistas. Trump, que está deshaciendo regulaciones de protección de medio ambiente y pone en cuestión el cambio climático y la responsabilidad humana en el problema, ha encontrado en California uno de los mayores focos de resistencia política y legal a sus políticas. El fin de semana atribuyó los fuegos a la supuesta “pésima gestión” por parte de los demócratas. No solo los últimos incendios han empezado en áreas de suburbios, sino que la inmensa mayoría de terreno forestal en California está bajo propiedad y control del gobierno federal.