UN CASO MACABRO

Francia juzga a una madre que ocultó a su hija en el maletero del coche

La niña, que hoy tiene 7 años, presenta secuelas irreversibles tras pasar encerrada sus dos primeros años de vida

Rosa Maria Da Cruz, durante el juicio en Tulle.

Rosa Maria Da Cruz, durante el juicio en Tulle. / periodico

Eva Cantón

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Rosa Maria Da Cruz, una madre de familia de 45 años, llevó su Peugeot 307 a un garaje de Dordoña, en el suroeste francés, el 25 de octubre del 2013. Intrigados por el extraño ruido que salía del maletero, los mecánicos Guillaume Iguacel y Denis Latour, lo abrieron y descubrieron con horror a un bebé de 23 meses metido en un capazo.

Era una niña completamente desnuda que agonizaba bañada en pis, deshidratada y sucia, e incapaz de sostener la cabeza, los brazos y las piernas. Su madre había dado a luz en secreto dos años antes, víctima del síndrome de la negación del embarazo, y la escondió para que no la viera nadie, ni su marido ni sus otros tres hijos. Ni los vecinos, ni su familia en Portugal conocían su existencia. La llamó Serena.

La primera palabra, a los 18 meses

Durante casi dos años la ocultó en una habitación en obras en la planta baja de la casa en la que vivían. Nadie entraba allí salvo Rosa Maria, que se levantaba temprano para darle un biberón y cuando salía de casa la metía en el maletero del coche.

“Por la noche, cuando todo el mundo dormía me acostaba a su lado, le hablaba, le ponía música, la acariciaba, le decía que la quería, intentaba jugar con ella. Tenía una relación especial”, declaró la madre en su momento ante las cámaras de televisión.

Pero cuando fue interrogada por el juez en noviembre del 2017, describió una relación bien diferente con su hija. Empezó a hablar con ella sólo a partir de los 18 meses, cuando el bebé le sonrió. Fue también en ese momento cuando comenzó a vestirla y asearla una vez por semana.

Secuelas permanentes

Da Cruz asegura que nunca la maltrató, pero que no podía ocuparse de ella como lo hacía con el resto de sus hijos y que intentó mantenerla viva. Serena presentaba un retraso considerable en su desarrollo psicomotor y las secuelas de haber crecido en medio del silencio y la oscuridad serán permanentes.

Los hechos, que en palabras del fiscal encargado del caso “desafiaban la imaginación” y provocaron una gran conmoción en la sociedad francesa, son juzgados a partir de hoy en un tribunal de Tulle. La madre se arriesga a 20 años de cárcel.

Serena tiene ahora 7 años y vive en una familia de acogida en Corrèze. Camina, corre y le gusta andar en bicicleta pero no soporta estar encerrada. No habla y manifiesta todos los síntomas de un espectro autista. “No vive en nuestro mundo. Serena está oculta en el fondo de ella misma”, ha relatado a France Info la abogada de la Ayuda Social a la Infancia del departamento de Corrèze, Isabelle Faure-Roche.

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