Tragedia en EEUU

Trump echa fuego político a los devastadores incendios de California

Una casa ardiendo en Malibú, California

Una casa ardiendo en Malibú, California / .

Idoya Noain

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En momentos de tragedia y catástrofes Estados Unidos suele recibir de la presidencia muestras de solidaridad, promesas de ayuda, palabras de consuelo. No siempre pasa con Donald Trump. Este sábado, mientras se intensificaba la lucha contra tres devastadores incendios en California que ya han dejado al menos 25 muertos y por ahora cerca de 700 kilómetros cuadrados arrasados, el mandatario ha colgado desde Francia un mensaje en Twitter atribuyendo la responsabilidad de los fuegos y de la pérdida de vidas al gobierno del estado, que está en manos demócratas y lidera la resistencia legislativa y en los tribunales a políticas de su Administración. Aunque el viernes Trump aprobó la declaración de emergencia, poniendo a disposición de California ayuda federal, en su mensaje en la red social ha amenazado con cerrar ese grifo.

La indignación con las críticas y amenazas se ha dejado sentir en las redes sociales pero sobre el terreno no hay tiempo de guerras políticas. Hay otras prioridades para los 2.000 bomberos, los 300 agentes de fuerzas del orden y las autoridades que compiten por repartirse los recursos humanos y materiales para combatir los fuegos.

El más destructivo

El  bautizado como Camp Fire, que arde en el norte del estado y es ya el incendio "más destructivo de la historia moderna del estado" según ha constadado el número dos de los bomberos californianos, Scott McLean, estaba este sábado controlado solo al 20%. De momento ya ha dejado 23 muertos, aunque decenas de personas se cuentan como desaparecidas y ha reducido a cenizas prácticamente toda la localidad de Paradise, donde han ardido entre el 80% y el 90% de las estructuras residenciales y comerciales, más de 6.700 en total. “La ciudad está devastada, todo está destruido, no queda mucho en pie”, ha resumido McLean.

En el sur, cerca de Los Ángeles, hay otros dos incendios que han forzado la evacuación de cerca de 250.000 personas, incluyendo los acaudalados y famosos residentes de Malibú. El peor es el bautizado como Woolsey Fire, un monstruo totalmente descontrolado al que se atribuyen de momento dos fallecimientos y que avanza a velocidad vertiginosa. El viernes ocupaba 140 kilómetros cuadrados pero para el sábado por la mañana había duplicado su extensión. En su camino había saltado sin problemas una autopista de ocho carriles.

El otro, llamado Hill Fire, es de menor envergadura, por ahora ha afectado a 24 kilómetros cuadrados y está controlado al 20%, pero entre las zonas que ha golpeado está Thousand Oaks, la localidad que el miércoles vivió otra tragedia cuando un antiguo militar entró con una pistola semiautomática a un bar y provocó una matanza con 12 muertos.

El cambio climático

Los bomberos sobre el terreno hablan de las condiciones más extremas que han visto nunca, con el fuego en el sur alimentado por los infames vientos de Santa Ana, que soplan secos desde Sierra Nevada hacia la costa, el calor y las condiciones creadas por años de sequía. Y mientras Trump trata de echar la culpa a la “pésima gestión de los bosques” las autoridades californianas responden recordando los efectos del cambio climático, un punto en el que los científicos les dan la razón.

 “Tienes los vientos de Santa Ana en otoño antes de que lleguen las primeras lluvias del invierno y mucha gente que siempre crea potenciales incendios encendiendo fuegos a propósito o por accidente, pero detrás de todo esto hay temperaturas más cálidas de lo que habrían sido sin cambio climático”, le ha explicado a The New York Times Park Williams, un bioclimatólogo de la Universidad de Columbia.

California mantiene registros sobre incendios desde 1932 y de los 10 mayores desde entonces 9 se han producido desde 2000, 5 desde 2010 y 2 este año, en el que ya han ardido más de 5.500 kilómetros cuadrados, casi igual que en todo el 2017, uno de los años de más destrucción. El pasado agosto, por ejemplo, el Mendocino Fire se ganó el infame honor de ser el peor de la historia en el estado. Entonces Trump, que insiste en poner en duda la problemática real del cambio climático, se salió del Acuerdo de París para combatirlo y está tumbando una tras otra las regulaciones para proteger el medio ambiente, también echó gasolina política al fuego, acusando al estado de gestionar mal los recursos hídricos.