ESTRATEGIA DE UNA POTENCIA MUNDIAL

China promete abrir su mercado frente al proteccionismo de Trump

Pekín organiza una macroferia para subrayar su rol de comprador global

xi jinping

xi jinping / periodico

Adrián Foncillas

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China perseverará en la apertura de su mercado y allanará el camino a las empresas extranjeras. Las promesas del presidente Xi Jinping persiguen el cambio de la percepción global: China no es solo el origen de manufacturas sino el destino de los productos y servicios globales cuando otros gobiernos cierran sus puertas. Es también una declaración de intenciones durante la fragorosa guerra comercial que libra con Estados Unidos.

“La apertura del mercado chino es nuestro sincero compromiso”, ha recalcado hoy Xi en la apertura de la mastodóntica Feria Internacional de Shanghái. El evento ejemplifica los ímprobos esfuerzos de Pekín por presentarse como un socio leal. Casi 4.000 compañías de 172 países participarán durante los cinco próximos días en una feria que ha gozado en la prensa nacional de la propaganda reservada a los más magnos acontecimientos. Ahí se juntan desde la maquinaria alemana hasta el café jamaicano. La intención es que tenga periodicidad anual.

Reducción de aranceles

China importó bienes por un total de 1,84 billones de dólares en 2017, lo que supone un incremento del 16% respecto al año anterior. Xi anunció esta mañana que comprará 30 billones de dólares en productos y 10 billones en servicios en los próximos 15 años. También bajará los aranceles y acelerará la apertura en sectores como la educación, telecomunicaciones y cultura. Y castigará con más brío a los violadores de la propiedad intelectual.

Xi, descrito por Washington en tiempos de Obama como “el más rojo de entre los rojos”, no perdona una oportunidad de ahondar en su nuevo rol. Dos años atrás disfrutó de una cerrada ovación de los ricachones del Foro de Davos tras defender el libre mercado, la globalización, las fronteras abiertas y el resto de arsenal léxico con el que Estados Unidos ha regido en el mundo en el último siglo. Trump acababa de sepultar el Tratado de Colaboración Transpacífica, aquella iniciativa personal de Obama que la actual Casa Blanca desdeñó como una simple trituradora de empleos.

Cooperación

No hubo alusiones directas esta mañana al elefante en la habitación durante los 35 minutos de discurso presidencial. No había necesidad. Su deseo de que todos los gobiernos garanticen el librecomercio es la respuesta al rancio proteccionismo que defiende Washington. “Necesitamos cooperación, no confrontación; necesitamos ganar todos y no solo una parte. Esa mentalidad de que el ganador se lo lleva todo es un camino sin salida”, siguió.

La economía china registró el pasado trimestre el crecimiento más bajo en una década y los medios nacionales se han apresurado a insuflar moral a una población temerosa de la pelea con la primera potencia mundial. Trump ha gravado ya la mitad de las exportaciones chinas y prometido gravarlas todas si no alcanza un acuerdo con Pekín. Xi y Trump se reunirán a finales de mes en la cumbre del G-20, pero el clima aconseja el escepticismo.

Embates proteccionistas

China, Corea del Sur, Japón, la Unión Europea, Canadá y México, por hacer la lista corta, han sufrido los embates proteccionistas de Trump. Muchos gobiernos desprecian su política hostil pero secundan sus denuncias sobre las restricciones del mercado chino. Todos los países limitan la entrada de agentes extranjeros en sus sectores sensibles, pero la interpretación china de ese concepto es sustancialmente más extensa. Muchos lamentan que las alabables intenciones chinas chirrían con la gran intervención gubernamental de su economía o con las campañas para consumir productos locales.

Ninguno de los 17 primeros ministros y presidentes en Shanghái llegan desde el mundo occidental. Washington ni siquiera ha enviado a una representación de medio pelo para secundar a sus 136 compañías, entre las que se cuentan gigantes como Google, Dell, Ford o General Electric.

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