NUEVA PRUEBA DE FUEGO PARA LA CANCILLERA

Las elecciones en Hesse ponen en apuros al Gobierno de Merkel

Angela Merkel

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Carles Planas Bou

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Toda Alemania mira a Hesse. Tras el golpe sufrido hace dos semanas en Baviera, este domingo el gobierno de la canciller Angela Merkel vuelve a enfrentarse a otro test de confianza en las elecciones que se celebran en Hesse, un ‘land’ que alberga la capital financiera alemana, Fráncfort, y con un peso económico equiparable al de Dinamarca.

A pesar de tener sus particularidades regionales, estos comicios se leerán en clave nacional. Como se repite en toda Alemania, los pronósticos apuntan a una nueva sangría de votos para conservadores (CDU) y socialdemócratas (SPD), aliados del gobierno federal. Presionados por su desgaste —sólo un 24% está satisfecho con su labor— ambos buscan uno resultado aceptable que les permita calmar las aguas en Berlín. “Es una coincidencia dramáticamente explosiva que la batalla entre CDU y SPD se dé en Hesse, donde se han atacado de manera irreconciliable”, explica Nico Fried, jefe de la cobertura parlamentaria del diario ‘Süddeutsche Zeitung’.

Ciertamente, hace falta remontarse al 1946 para ver un gobierno de Gran Coalición en Wiesbaden, bajo la ocupación militar estadounidense. Desde entonces, en 68 años ambos partidos nunca se han aliado. Desde 1995 la CDU es el partido más votado en Hesse, algo que no va a cambiar este domingo. Sin embargo, los conservadores obtendrían tan solo el 26% de los votos, 12 puntos menos que en 2013. Esta semana Merkel se ha implicado a fondo en una campaña que puede debilitarla aún más de cara al congreso de su partido en diciembre, donde busca su reelección como presidenta.

Tiembla la gran coalición

Los pronósticos no son mejores para el SPD. Tras gobernar en este Estado durante 45 años, los socialdemócratas ven como siguen debilitándose en uno de sus antiguos feudos y apuntan a un 21% de los votos, una caída de diez puntos. Eso acelerará la ya importante presión interna para que el partido cambie de rumbo y abandone el gobierno con la canciller. Sin embargo, el SPD también teme una nuevas elecciones federales pues, según los sondeos, podría caer a nivel federal hasta la cuarta posición con un paupérrimo 15% de los votos.

La caída de los grandes partidos irá acompañada de una mayor fragmentación. Así, según los sondeos, Hesse verá un auge de los verdes y de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que entraría en el parlamento con un 13% de los votos, y una mejora de la izquierda poscomunista de Die Linke, con el 8%, y de los liberales (FDP), con el 7%. Con tal división, la aritmética no llegará para revalidar el gobierno formado en 2013 entre conservadores y ecologistas y puede abrir la puerta a pactos tripartitos.

Momentum Verde

Los ecologistas viven su particular momentum después de alzarse como segunda fuerza en los comicios bávaros y aprovechar la debacle de los grandes partidos para captar al votante burgués moderado. A diferencia de sus homólogos en el resto de Europa, en Alemania los Verdes forman parte del establishment político y han adoptado un perfil pragmático y centrista que les permite captar más votos y tocar el poder. Curiosamente fue en Hesse donde el partido entró por primera vez en un gobierno regional, en 1985 y de la mano de quien terminaría siendo vicecanciller y ministro de Exteriores, Joschka Fischer.

Con el gobierno llega el desgaste. Sin embargo, eso parece no aplicarse a los verdes en Hesse. Tras cinco años de alianza con los conservadores, el partido se ve recompensado y apunta a un 21% de los votos, una mejora del 10% que les llevaría a competir con el SPD por la segunda posición. Su candidato, Tarek Al-Wazir, ha sido hasta ahora ministro de economía y el político mejor valorado del ‘land’. De formar un gobierno alternativo, la fragmentación parlamentaria puede llevar a Al-Wazir, de origen yemení, a convertirse en el nuevo ministro-presidente de Hesse.