TRAVESÍA HISTÓRICA

La caravana hondureña desafía al cansancio y sigue rumbo a EEUU

Trump aprovecha el fenómeno como munición electoral contra sus rivales demócratas

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Témoris Grecko

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La caravana migratoria no se detiene. Miles de hondureños que esperan llegar a Estados Unidos se alistan hoy para una nueva travesía por el estado mexicano de Chiapas, desafiando el cansancio acumulado tras 10 jornadas. Tras una agotadora marcha que los llevó este domingo de la frontera entre Guatemala México hasta la ciudad de Tapachula, un recorrido de cerca de 40 kilómetros, buena parte del contingente pernoctó en la plaza central del municipio, inundada de mantas y mochilas.

Nunca un fenómeno migratorio había tenido tanta atención pública en México y este gobierno en retirada acusa la presión y lo deja continuar. Para quienes creían que la ruta a Estados Unidos estaba más cerrada que nunca, se ha reabierto la esperanza. Por Guatemala adelanta ya la ruta la "nueva marcha" de hondureños que se ha formado. Es una inesperada oportunidad.

Pero no solo para ellos. Donald Trump también lo ha visto como un obsequio electoral que llega cuando más lo necesita. Acusa a sus rivales demócratas de tener responsabilidades en la "amenaza", si bien no precisa de qué manera. Tampoco explica por qué afirma que entre los caravaneros hay "un porcentaje de delincuentes", ni, como dijo el domingo, que con ellos vienen "desconocidas personas de Oriente Próximo", con lo que implica a terroristas islámicos.

Temor

Se materializa así el temor de México: que Trump lo volviera a arrojar a la campaña legislativa estadounidense como munición. La sorprendente tersura de la relación entre el magnate y el presidente electo López Obrador, que permitió alcanzar un difícil acuerdo de libre comercio, había hecho pensar que Trump mantendría a México fuera de su bestiario electoral.

Pero en sólo dos semanas, el Congreso estadounidense estará en juego en las urnas y ninguna simpatía va a convencer a Trump de renunciar del arma más eficaz para soliviantar su base política.

Emergencia

El domingo, las autoridades de Honduras y Guatemala anunciaron el cierre del cruce fronterizo de Agua Caliente. Pero la nueva caravana, integrada por unos mil ciudadanos del primer país, pasó esa misma noche a la población de Esquipulas. Los guatemaltecos los recibieron con vítores y bocinazos de apoyo, porque muchos de ellos quisieran seguir ese sendero o tienen familiares que lo han hecho ya.

No es igual en México, donde persiste la pugna retórica entre personalidades que llaman a recordar la vocación inmigrante y emigrante del país, el humanitarismo y la solidaridad, y muchas personas sin fama pero con número que recurren a los básicos de la xenofobia.

Entre ellos, un gobierno al que le quedan menos de seis semanas de vida, incapaz de utilizar los cuerpos de policía con contundencia bajo las cámaras de la prensa nacional e internacional, dubitativo ante las declaraciones pro caravana que han hecho el próximo presidente y las principales fuerzas políticas, y frente a la realidad de que Trump ha encontrado un nuevo hueso para sus perros de ataque.

Represalias

"Tristemente, parece que la policía y el ejército no pueden detener a la caravana que se encamina a la frontera sur de Estados Unidos", dice Trump. Esto frena  la amenaza de represalias como las que anunció contra los centroamericanos: "Ahora, cortaremos o reduciremos sustancialmente la masiva asistencia económica que rutinariamente les damos [a Guatemala y Honduras]", sostuvo el dirigente de EEUU.

Para una nación de 325 millones de habitantes, los entre 5.000 a 7.000 hondureños que se acercan penosamente a sus límites –con mínimas posibilidades de atravesarlos- es difícil que se conviertan en una amenaza. Para México, que los verá atascarse en su territorio, sí serán un problema. No tanto por su cantidad, que es manejable para esta nación de 130 millones. Sino porque Trump lo magnifica: lo está llamando "emergencia nacional".