CRISIS MIGRATORIA EN OCEANÍA

El infierno perdido de Nauru

Un par de campamentos fueron atacados esta semana

Un par de campamentos fueron atacados esta semana / periodico

El Periódico

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Nauru es un pequeño país insular situado al noreste de Australia. En él viven cerca de 900 refugiados a los que Canberra ha negado la entrada, entre ellos 115 niños. Las duras políticas migratorias del país intentan frenar la llegada de botes de solicitantes de asilo, que vienen sobretodo desde Indonesia. La mayor parte de los refugiados presentes en este campo de internamiento vienen de Somalia, Afganistan y Siria. Para muchos de ellos no existe un futuro fuera de estas instalaciones. La vida en estos campamentos no es fácil, ya que las condiciones no son buenas. Si bien es posible entrar y salir libremente del lugar, Nauru es una isla de tan solo 21 kilómetros cuadrados en la que prácticamente no hay nada que hacer. 

Problemas psicológicos

Médicos sin Fronteras denuncia que las condiciones de vida son muy malas para los refugiados y acucia la necesidad de atención psicológica y psiquiátrica de estos. Su situación mental empeora con el paso del tiempo, y buena parte de ellos lleva almenos cinco años en el campo de refugiados.  Los médicos allí presentes están desbordados y destacan los problemas que tienen los niños que viven allí.

Algunos de ellos llevan casi toda su vida allí y el número de intentos de suicidio entre ellos es preocupante. Louise Newman, exasesora del gobierno australiano sobre salud mental de buscadores de asilo, afirma que se han empezado a ver "conductas suicidas en niños de tan sólo ocho y diez años". Esta tendencia también se puede ver en otros campamentos de refugiados como el de Moria, en la isla griega de Lesbos. Los afectados por esta dolencia psíquica también tienden a la automutilación. El estrés, el insomnio, el hacinamiento de las tiendas o los abusos físicos y sexuales son algunos de los problemas que azotan a los niños del campamento. Todos los niños atendidos por Médicos sin Fronteras tienen algún tipo de problema de salud mental.

Otro problema que acucia a los infantes es el llamado síndrome de resignación.  Los primeros casos conocidos fueron solicitantes de asilo en Suecia.  Aquellos que lo padecen empiezan a dejar de hacer aquello que solía gustarle, como pintar o jugar a futbol y progresivamente se ven incapaces de comer, beber o ir al baño. En los peores casos el cuerpo incluso deja de funcionar, puede ser letal sin tratamiento. Tiene una cura difícil, necesita cuidados pediátricos específicos.

Médicos Sin Fronteras ha solicitado el cierre immediato de estas instalaciones, pero de momento los que se han visto obligados a abandonar el país son ellos, dejando a los refugiados sin asistencia psicólogica.  El gobierno de Nauru les pidió que se fueran el pasado domingo día 7 de octubre. El pediatra australiano Paul Baert reclama al Primer Ministro australiano en una entrevista con 'The Guardian' que no puede seguir dando la espalda a un problema. Lanza la pregunta "¿Es necesaria una muerte para que cambien las cosas?". 

Duras restricciones

Australia tiene una legislación dura con las solicitudes de asilo. La conocida "Solución del Pacífico" establece que los solicitantes de asilo a su país deben trasladarse en centros de detención, algunos de ellos en otros países. En 2001, tras un incremento del número de llegadas de refugiados, se estudió la posibilidad del envío de algunas de estas personas a otros países de la región. Tras tantear a diferentes naciones vecinas, las únicas con las que se llegó a un acuerdo fueron Nauru y Papúa Nueva Guinea . Esta política, con una breve interrupción en campaña electoral, ha estado funcionado desde entonces. 

En 2014 se hizo una campaña gubernamental agresiva cuyo lema era "No lograréis que Australia sea vuestro hogar"  para impulsar la "Operación Fronteras Soberanas", una iniciativa que supone que cualquier inmigrante que llegue a Australia no pisará territorio nacional. Se le llevará a aguas australianas o a un campo situado fuera del país para que allí pueda solicitar asilo. Esta política fue denunciada al Tribunal Penal Internacional por un diputado independiente australiano. 

La existencia de este centro en la isla supone un gran ingreso para Nauru. Este país vive en una situación complicada, ya que no tiene prácticamente recursos naturales o actividades económicas. Con tan solo 11.000 habitantes, su mayor fuente de ingresos era la venta de fosfatos, prácticamente agotados en la actualidad. Esta actividad ha dejado a la isla sin vegetación y llena de irregularidades, dificultando la agricultura u otras actividades.