El sueño americano

Nery, el migrante hondureño que viaja con la caravana en silla de ruedas

Una vez ya intentó llegar a Estados Unidos y perdió sus piernas en un accidente de tren, ahora lo intenta de nuevo para tener unas prótesis

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Cuando la voluntad de las personas es más grande que sus adversidades, no hay nada que las detenga, como es el caso de Nery, un hondureño que perdió sus piernas en uno de sus intentos anteriores de llegar como migrante ilegal a los Estados Unidos y ahora es parte de la caravana donde miles de personas caminan por Guatemala con rumbo a México.

En un accidente en "La Bestia", el tren que recorre el territorio mexicano y en donde se suben los inmigrantes centroamericanos arriesgando su vida, Nery perdió sus piernas hace tres años cuando viaja en esos vagones de dolor y esperanza pero no su deseo de llegar a Estados Unidos, por eso lo vuelve a intentar ya que quiere huir de la violencia y la pobreza que vive en su país.

El ruido del metal de su silla de ruedas golpea el asfalto de la carretera, marca el ritmo de la caravana en la que unos 2.000 migrantes hondureños buscan su sueño americano. Todos quieren una oportunidad y también Nery, para dejar de lado las pesadillas con bestias y dragones.

Con las piernas destrozadas

Este joven de 29 años, intentó por primera vez llegar a Estados Unidos en 2015, pero "La Bestia" lo arrolló: "Quería subirme a la Bestia, corrí a la par pero mi rodilla se trabó. Me caí bajo las ruedas del tren, cuando intenté levantarme no pude, mis piernas estaban destrozadas".

Estuvo dos meses internado en un hospital de Celaya, en el centro de México. Ahí le amputaron las dos piernas. Se las cortaron por la rodilla y después lo deportaron por avión a Honduras. Han pasado tres años pero lo recuerda como si fuera ayer.

Es una de las caras dolorosas que deja la migración, pero este sufrimiento conocido por unos e ignorado por otros, no frena el viaje de los muchos que desean llegar hasta Estados Unidos, tampoco el suyo. Mientras recuerda su vida en una conversación con Efe, Omar Orellana, su amigo que le ayuda y lo ha empujado desde San Pedro Sula, en Honduras, cuando salieron a paso lento, pero firme y seguro.

"Quería llegar a los Estados Unidos para comprar una casa, un carro, para vivir mejor", dice Nery mientras su incansable amigo lo empuja con dificultad ya que una de las ruedas perdió la goma y el ruido se acentúa y se asemeja al de un tren antiguo, con ese traqueteo constante mientras avanza junto con los miles de personas de la caravana.

Su motivo es una prótesis

Y ahora viaja con una doble esperanza: una mejor vida y conseguir unas prótesis en el país del norte: "Tengo manos todavía. Si consigo las prótesis puedo trabajar". No tiene familia, ni hijos, ni pareja. Solo unos tíos que no lo ayudaron tras el accidente. Después de su malogrado intento, regresar fue duro pero pensar en un futuro mejor lo alienta.

Con bromas y risas, Omar y Nery tratan de mantener el ánimo, hablan entre ellos y sonríen. El viaje hacia México es largo y las posibilidades de llegar a Estados Unidos pocas y aunque ya cruzan por Chiquimula, en Guatemala, las amenazas de los Gobiernos de la región de impedirles el paso los mantiene en ascuas.

Tienen miedo, pero están convencidos de que un futuro mejor es posible y están dispuestos a hacer todo lo necesario para lograrlo. Incluso arriesgar, otra vez, su vida. La violencia, la pobreza, las maras, la corrupción, la falta de educación o de salud los ha vomitado a la migración. La travesía es utópica. Una lucha contra bestias y dragones. No hay reglas, solo una mochila cargada con promesas de futuro y fe.

"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece", asegura Nery parafraseando al libro de Filipenses. Es un soñador. Un luchador. Incansable. Está convencido de que sí puede: "Tengo fe que voy a llegar y voy a tener un mejor futuro".