ÉXITO DE LA CASA BLANCA

El pacto de libre comercio con Canadá y México da una gran victoria a Trump

Trump a su regreso a la Casa Blanca tras su discurso en West Virginia.

Trump a su regreso a la Casa Blanca tras su discurso en West Virginia. / periodico

Idoya Noain

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En sus primeros 20 meses en la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump ha actuado como una especie de bulldozer, avanzando unilateralmente y arrasando en su camino todo tipo de acuerdos internacionales y regulaciones nacionales para impulsar su agenda nacionalista y proteccionista del 'América primero'. Ahora, en una importante victoria para su agresiva estrategia, y en un momento políticamente trascendental en EEUU con elecciones legislativas a la vuelta de la esquina (el 6 de noviembre), puede presumir no solo de destruir, sino también de construir.

El domingo, tras algo más de un año de intensas y tensas negociaciones y cuando estaba a punto de expirar un plazo marcado por Washington, se anunció un acuerdo que renueva y reforma el Tratado de Libre Comercio (NAFTA en su acrónimo inglés) que desde 1994 ha guiado las relaciones comerciales entre Estados Unidos, México y Canadá. Rebautizado por deseo de Trump como Acuerdo EEUU México Canadá (USMCA por sus siglas en inglés) para poder hablar de “un pacto completamente nuevo”, marca un camino para que los tres vecinos norteamericanos mantegan la unidad comercial y los intercambios entre ellos que el año pasado superaron los 1,2 billones de dólares.

Trump, que la semana pasada ya firmó en Nueva York un renegociado acuerdo comercial con Corea del Sur, está exultante. Este lunes por la mañana, en Twitter, celebraba el acuerdo como “maravilloso” y lo definía de “transacción histórica” que “resuelve muchas de las deficiencias y errores” del tratado original, que negoció George Bush padre y entró en vigor el 1 de enero de 1994 bajo la presidencia de Bill Clinton. Y en una comparecencia en la Casa Blanca ha insistido en definir el acuerdo como “extraordinario” y el “más avanzado del mundo”.

Según su equipo, el éxito en la negociación marca un “patrón para el manual de estrategias de la Administración Trump para futuros acuerdos comerciales”, y son varios los que se deben negociar. Trump está en plena guerra arancelaria con China y la que abrió con la Unión Europea se encuentra en una frágil tregua. Y en sus declaraciones en el Rose Garden el presidente ha recordado que "es un privilegio para China y la Unión Europea, que nos ha tratado muy mal, hacer negocios con nosotros".

Lo pactado

Trump logra varias victorias importantes, cartas que él y los republicanos podrán jugar en la campaña para las legislativas. Una de las vitales es conseguir abrir un poco más (el 3,5%) el mercado de lácteos canadiense, fuertemente protegido por Ottawa, a las exportaciones de los granjeros estadounidenses. El logro canadiense en ese terreno ha sido mantener vivo el capítulo 19, que Trump pretendía demoler, y que permite resolver disputas usando un proceso especial, fuera de los tribunales.

No menos trascendental es la negociación en el sector de automóviles, donde lo pactado reforzará al sector de manufactura en EEUU y tiene el potencial de impulsar las mejoras salariales en los tres países. El USMCA, por ejemplo, sube del 62,5 al 75% el porcentaje de los componentes de un vehículo que deben ser fabricados en Norteamérica para calificar a partir de 2020 para la exención de aranceles. Además, impone requisitos de que un porcentaje significativo del trabajo en coches y camiones se cobre al menos 16 dólares por hora, una medida que favorece a EEUU y Canadá a costa de México, donde los trabajadores ganan una tercera parte.

Aunque no en el texto central del acuerdo sino en unas cartas laterales, México y Canadá han logrado compromisos de EEUU para quedar eximidos de los potenciales aranceles a vehiculos que Trump anunció en mayo. Lo que el gobierno de Justin Trudeau no ha conseguido de momento es solventar la crisis de los aranceles al acero y el aluminio, que llamó “insultantes e inaceptables”, y cuyo futuro se dilucida en una negociación separada.

Asimismo, el USMCA pone al día la relación comercial en terrenos que en 1994 no estaban tan desarrollados, desde la economía digital, las patentes y la propiedad intelectual hasta los servicios financieros o la biotecnología.

Aplauso variado

Aunque el acuerdo renegociado con México se cerró ya el mes pasado estaba pendiente que Canadá se sumara al pacto. Esa adhesión se logró, después de un fin de semana de negociaciones frenéticas, el domingo por la noche. Se espera que en los próximos 60 días lo firmen Trump, Trudeau y Enrique Peña Nieto (antes de que llegue el relevo oficial de Manuel López Obrador el 1 de diciembre). Y aunque la ratificación luego por los poderes legislativos puede presentar complicaciones, especialmente en EEUU si en los comicios de noviembre los demócratas se hacen con la mayoría en el Congreso, Trump tiene motivos para hablar de éxito.

Ha logrado, por ejemplo, el aplauso de algunos demócratas y de importantes representantes de trabajadores y de movimientos de izquierda, lo que ha llevado al encargado de las negociaciones por parte de Washington, el representante de comercio Robert Lighthizer, a hablar del nacimiento de “una nueva coalición”.

Jim Hoffa, presidente de Teamsters y uno de los principales líderes sindicales de EEUU, ha definido el pacto como “un considerable avance en derechos de los trabajadores, superior al NAFTA original y a la Alianza TransPacífico” que negoció Barack Obama y Trump abandonó. Y Lori Wallach, activista de Public Citizen que ha sido una de las líderes del movimiento antiglobalización, asegura que “el nuevo acuerdo incluye algunas mejoras importantes que llevamos tiempo defendiendo”. El USMCA, por ejemplo, exige dar a los trabajadores mexicanos más capacidad de organizarse, formar sindicatos y ejercer el derecho a la huelga.