catástrofe natural

Indonesia eleva a 832 el número de víctimas del tsunami

La ola gigante ha barrido zonas enteras de la ciudad de Palu y los destrozos mantienen numerosas zonas aisladas

Adrián Foncillas

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Los más pesimistas presagios se van cumpliendo con el paso de las horas. La factura del seísmo y el tsunami que asoló Indonesia el viernes ya alcanza los 832 muertos, ha desvelado este domingo la Agencia de Gestión de Desastres Naturales del país del sudeste asiático. La cifra supone el doble de la anunciada el sábado y es más que probable que los fallecidos se cuenten “por millares” en los próximos días porque hay zonas a las que no se ha podido acceder aún, ha advertido el vicepresidente, Jusuf Kalla.

El tsunami, con olas de hasta seis metros, barrió zonas enteras de la ciudad de Palu, capital de la provincia central de Sulawesi. También castigó la ciudad de Donggala. Los temores se concentran ahora en esta ciudad, a apenas 80 kilómetros del epicentro, ha alertado Jan Gelfand, responsable de la Cruz Roja en Indonesia. “No hemos oído aún ni una palabra desde Donggala y es extremadamente preocupante. Hay más de 300.000 personas viviendo ahí. Esto ya es una tragedia, pero podría ser mucho peor”, ha declarado esta mañana. Los accesos y las comunicaciones han quedado cortadas en la zona por la caída de las líneas eléctricas y los equipos de rescate tienen serios problemas para llegar.

Ola gigante contra la costa

La mayor parte de las víctimas contabilizadas se concentran en Palu. Un vídeo grabado con un móvil desde un aparcamiento muestra el impacto de una ola gigante contra la costa y cómo barre todo lo que encuentra a su paso mientras los vecinos corren a la desesperada y piden ayuda a gritos. Viviendas, hospitales, centros comerciales, hoteles y puentes han quedado dañados. También una mezquita, atacada por el tsunami a la hora de los rezos vespertinos, cuando estaba abarrotada.

“El tsunami arrastró coches, árboles, casas, golpeó todo lo que había en tierra”, ha descrito Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la agencia. El tsunami avanzó a mar abierto a velocidades de 800 kilómetros por hora antes de golpear la costa, ha añadido.

Al menos 540 personas han resultado heridas de gravedad, según fuentes oficiales. Los hospitales apenas dan abasto con la continua llegada de víctimas  y muchas son tratadas en camas al aire libre. Komang Adi Sujendra, director del hospital Undata de Palu, ha pedido toda la ayuda posible. “Necesitamos médicos, medicinas y sábanas”, ha aclarado. Malasia y Australia ya han ofrecido su colaboración.

Tareas de rescate

Los equipos de rescate se afanaban esta mañana en extraer a los supervivientes que pedían auxilio entre las ruinas del Hotel Roa Roa. Las tareas se llevan a cabo de forma artesanal, sin la maquinaria pesada aconsejable. Cinco clientes habían sido rescatados a mediodía de la cincuentena que lo habitaban cuando fue golpeado por el tsunami.

Las autoridades también temen por la suerte de centenares de locales que se vieron sorprendidos por la ola cuando preparaban un festival en la playa que debía empezar el viernes. En las últimas horas se han escuchado críticas hacia la agencia geofísica nacional por haber levantado la alarma del tsunami tan sólo 34 minutos después de haberla emitido. Las autoridades han alegado que siguieron el protocolo estándar y se basaron en los datos del sensor de mareas más cercano, a unos 200 kilómetros de Palu.

El presidente indonesio, Joko Widodo, que visitará hoy la región, ha ordenado al Ejército que participe en las tareas de rescate y ayude a las víctimas. Algunos vuelos con ayuda humanitaria han conseguido aterrizar en el aeropuerto de Palu a pesar de los graves daños que sufrieron sus instalaciones.

Indonesia ya sufrió este verano una serie de terremotos en su isla turística de Lombok que dejaron unos 550 muertos. El país se asienta sobre el “anillo de fuego”, una zona donde la frición de placas tectónicas estimula los terremotos. Uno de 9,1 grados con epicentro frente a la costa de Sumatra generó un tsunami que dejó casi 230.000 muertos en 13 países del sudeste asiático en 2004. Más de la mitad se registraron en Indonesia.