REFERÉNDUM EN EL PAÍS BALCÁNICO

Los jóvenes de Macedonia, entre la decepción y el éxodo

Las nuevas generaciones desean con fervor que el país entre en la UE y los ancianos son más reacios

Dos chicos macedonios conversan junto a unos carteles con la bandera de la UE de la campaña a favor del 'sí' al referéndum.

Dos chicos macedonios conversan junto a unos carteles con la bandera de la UE de la campaña a favor del 'sí' al referéndum. / periodico

Irene Savio

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Cuando cae el sol, Dukagjin Ismaili y Elvir Rechi se adentran a paso firme hacia Carsija, el viejo barrio turco de la capital macedonia. No tienen mucho más qué hacer. Ambos están en paro. Elvir, de 34 años y licenciado en Tecnologías de la Información, es el que más tiempo lleva sin trabajo: dos años. En unas semanas, después del referéndum de este domingo sobre el nombre de su país, emigrará a Alemania. Su deseo de sentirse un ciudadano europeo es tan palpable como su falta de confianza en su país. «Vivimos en un país que ha sido aislado y abandonado a su suerte», se queja Elvir. «Votaré 'sí' en el reférendum, porque quiero que mi país sea parte de la Unión Europea, aunque para mí sea demasiado tarde», dice. 

La falta de meritocracia, el difícil acceso al mundo laboral si uno no está afiliado a un partido político, la corrupción y la desigualdad socioeconómica son algunos de los problemas más citados por muchos jóvenes que viven en Macedonia, en particular entre la comunidad albanesa (25%). Un sentir alejado del de las viejas generaciones, todavía centradas en las diferencias culturales y lingüísticas de las comunidades que habitan en el país. «Por esto la mayoría de los jóvenes apoya el referéndum, mientras que los ancianos son menos propensos», dice el politólogo Marko Trosanovski.

«La brecha generacional existe en Macedonia. ¿A nosotros de qué nos sirve que nos hablen de nacionalismo? Los jóvenes en Macedonia necesitamos empleos, oportunidades, equidad». Dukagjin, de 30 años, con dos hijos y mantenido por su mujer —una empleada pública—, conoce de cerca esa frustración. Como Elvir, se considera hijo de una generación decepcionada. Aquella que perdió su oportunidad cuando en el 2009 fueron congeladas las negociaciones para el ingreso de Macedonia en la UE. 

Emigración de 100.000 jóvenes

Los indicadores le dan la razón. Pese a que su separación de Yugoslavia (1991) fuera menos cruenta que la de otros antiguos miembros, Macedonia no ha sido ningún paraíso para los jóvenes, muchos de los cuales —100.000, según algunas estimaciones— han emigrado en la última década en busca de mejores destinos. Un éxodo forzoso para huir de un país en el que el PIB per cápita fue de 5.442 dólares (4.670 euros) en el 2017, uno de los más bajos de la región, y el paro juvenil golpea al 47% de la población, según el Banco Mundial. Ello, en paralelo a que la educación es otro problema, como ha evidenciado el último informe PISA (2015), en el que el país quedó en el puesto 61º de los 69 países OCDE que participaron del estudio. 

De ahí quizá que a la campaña de apoyo al referéndum se haya sumado gente como Merita Musovska, una estudiante de Logoterapia de 23 años que todavía no ha perdido la esperanza. «Sé que entrar en la UE será difícil pero solo si el proceso se pusiera en marcha nos beneficiaríamos inmediatamente por los controles que nos harían las autoridades europeas», afirma Merita al aclarar que, pese a su pertenencia a la comunidad albanesa, no quiere que se la identifique por su origen. 

Samuel Žbogar, el delegado de la UE en Skopie, admite que el riesgo de una nueva decepción existe, aunque esa no es la voluntad de la actual administración saliente en Bruselas. «Es necesario que este país sea estable, también para evitar movimientos masivos de personas que emigran», dice dirigiéndose directamente a quienes se oponen a la integración de nuevos países en la UE. «Los hemos perdido en el 2009 y no queremos que vuelva a ocurrir», concluye.