GUERRA COMERCIAL
Trump impone aranceles a casi la mitad de las importaciones desde China
La guerra comercial entre Estados Unidos y China no solo no cesa, sino que se acaba de multiplicarse por cuatro. Donald Trump anunció anoche la imposición de nuevos aranceles a productos importados chinos por valor de 200.000 millones de dólares, cuatro veces más del montante que había gravado hasta ahora. La lista de bienes penalizados ya no solo incluye los productos industriales, sino que se ha ampliado ostensiblemente para incluir también los de consumo, desde marisco a muebles pasando por herramientas, electrónica o maletas. El pulso no tiene visos de terminar pronto porque el líder estadounidense anunció que, si Pekín toma contramedidas para responder a estos últimos aranceles, castigará al resto de importaciones chinas, que el año pasado ascendieron a un total de 505.000 millones de dólares.
Trump se siente fuerte por la buena marcha de la economía estadounidense. Y por el momento no va de farol. Parece dispuesto llegar hasta el final para obtener las concesiones que reclama. Entre otras cosas, quiere que cese el robo de propiedad intelectual y la transferencia tecnológica, que se deriva de la tendencia de Pekín a obligar a las compañías norteamericanas a formar ‘joint ventures’ con sus empresas para acceder al mercado chino. Hasta el momento, los números estadounidenses no se han resentido por sus medidas proteccionistas y, entre tanto, la economía china se ralentiza.
“Llevamos meses reclamando a China que cambie estas prácticas injustas y otorgue a las compañías estadounidenses un tratamiento justo y recíproco”, dijo Trump al anunciar el recrudecimiento de su ofensiva comercial. “Pero hasta ahora China se ha negado a cambiar su forma de actuar”. Los nuevos aranceles entrarán en vigor de forma escalonada. El 10% inicial se impondrá a partir del 24 de septiembre, un porcentaje que pasará al 25% a partir del 1 de enero del 2019. Ese incremento gradual se habría concebido para que las empresas estadounidenses tengan algo de tiempo para reaccionar. Pero no solo. También servirá para que el más que probable aumento de los precios de algunos productos no tenga demasiado impacto durante la campaña navideña.
Rechazo empresarial
Por más que Trump presente la guerra comercial como una estrategia negociadora que perjudica exclusivamente a la locomotora asiática, son los importadores y empresas estadounidenses las que pagan los gravámenes aduaneros. Grandes sectores industriales como el tecnológico o el químico ya han expresado su rechazo a las políticas del presidente.
A algunos les ha dado resultado porque este último paquete excluye los relojes de Apple produce en China, los dispositivos de bluetooth o las sillas de bebé. Pero el republicano sigue aferrado al palo y la zanahoria. Por un lado, negocia con China y, por otro, le impone sanciones comerciales en forma de aranceles. Los primeros llegaron en julio (50.000 millones de dólares) y ahora los segundos (200.000 millones).
No parece que vaya a acabar ahí el pulso porque el Gobierno chino anunció el lunes que responderá a esta última medida gravando 60.000 millones de dólares en importaciones estadounidenses. Una decisión que activaría “automáticamente” la próxima vuelta de tuerca de Washington: aranceles por valor de 267.000 millones, es decir, todos los productos que han quedado fuera de estas dos primeras rondas.
Reacción de Pekín
El ministro de Comercio de China, Zhong Shan, ha alertado de que el unilateralismo y el proteccionismo de Estados Unidos dañarán la economía a nivel global, así como los intereses tanto de Pekín como de Washington, según informa Efe.
Zhong ha indicado a seis compañías multinacionales que en una guerra comercial no hay ganadores y ha insistido en que la cooperación es "la única vía correcta", según recoge un comunicado del Ministerio de Comercio chino en su página web. Asimismo, ha señalado que las autoridades de China crearán un mejor ambiente comercial para las empresas.
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