PRESIÓN DE WASHINGTON

Los recortes de EEUU ahogan a los refugiados palestinos

La agencia de la ONU que asiste a los expulsados de Palestina en 1948 y a sus descendientes empieza a reducir personal y programas por falta de fondos

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Ana Alba

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El centro de salud del campo de refugiados Al Shati (la Playa), a orillas del mar de Gaza, está abarrotado. Decenas de personas esperan en salas y pasillos. "Al Shati es el lugar con mayor densidad de población de la pequeña franja palestina -55.000 habitantes por km2- y uno de los más masificados del mundo", asegura el subdirector de la Oficina de Estadísticas de Gaza, Zaher Tantish.

La Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (UNRWA), donde están registrados 5,15 millones de personas, gestiona el centro Al-Shati y 57 campos más en Palestina, Líbano, Jordania y Siria, en los que vive un tercio de los inscritos. La agencia se encarga de la educación y sanidad de todos los refugiados -más de 3 millones usan sus centros de salud-, presta servicios sociales y ofrece microcréditos.

Derecho al retorno

UNRWA se creó a instancias de la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1949 e inició su andadura el 1 de mayo de 1950. Entonces atendía a 750.000 refugiados. Eran considerados como tales aquellos "cuyo lugar normal de residencia era Palestina entre el 1 de junio de 1946 y el 15 de mayo de 1948, y que perdieron sus casas y medio de vida como resultado del conflicto de 1948" entre israelís y árabes, tras la proclamación del Estado de Israel. También se incluyó a sus descendientes y posteriormente a los refugiados de la guerra de 1967.

El mandato de UNRWA está previsto "hasta que se alcance una solución justa" para los refugiados, cuyo derecho al retorno quedó recogido en la resolución 194 de la ONU, aunque nunca se ha cumplido. Por eso, la Asamblea General ha renovado el mandato a lo largo de los años. El último expira el 30 de junio del 2020.

No sería extraño que cuando se vote de nuevo sobre la cuestión, EEUU lo haga en contra, rompiendo con su política de siete décadas. Si pudiera, el presidente estadounidense, Donald Trump, clausuraría UNRWA, siguiendo la voluntad de su buen amigo Binyamin Netanyahu, primer ministro de Israel. Pero como cerrarla no está en sus manos, ha optado por intentar ahogarla despojándola de fondos.

Campaña de recogida de fondos

Washington empezó el 2018 anunciando un recorte de 300 millones de dólares (259 millones de euros) de los 360 anuales (306 en euros) que EEUU había donado anteriormente. La agencia, que ya sufría un déficit de 125,6 millones de euros, lanzó una campaña de recogida de fondos bajo el lema "La dignidad no tiene precio" y obtuvo 205 millones. Sin ellos, no hubiera podido abrir el 29 de agosto sus 711 escuelas, donde estudian 526.000 alumnos. 

UNRWA solo dispone de fondos para asegurar las clases de septiembre. Para que lleguen a final de año, necesita 187 millones de euros. "Es inconcebible para mi decirles a medio millón de estudiantes y a sus padres que su educación es demasiado cara para el mundo. Tampoco nos podemos permitir el lujo de cerrar la mitad de nuestras escuelas ni de nuestras 150 clínicas", afirmó el jefe de UNRWA, Pierre Krähenbühl, la víspera de inaugurar el curso escolar.

Responsabilidad moral

"Se les ha dicho a los refugiados de Palestina que tengan fe en los procesos de paz hasta que se llegue a una solución justa y duradera. Décadas después, no tienen ni justicia ni una solución duradera. La comunidad internacional tiene la responsabilidad moral de sostener servicios vitales como la educación y la sanidad", señaló Krähenbühl.

La situación se ha agravado desde que Trump anunció el 31 de agosto que su país no iba a donar ni un dólar más a UNRWA. "EEUU era uno de los principales donantes del programa de ayuda de emergencia, que atiende las consecuencias de la guerra y del bloqueo en Gaza", explica Adnan Abu Hasna, portavoz de UNRWA en Gaza. 

"Cada año nos daba 91 millones de dólares (78 en euros) que servían para alimentar a un millón de refugiados. Los ha eliminado y hemos tenido que recortar otros servicios, como el programa de salud mental, para mantener la alimentación", lamenta Abu Hasna.

Recortes y despidos

"Al personal de salud mental lo han puesto a media jornada y a los administrativos los han despedido por los recortes. Había un psicólogo por escuela, pero ahora está al 50%, tenemos medio psicólogo", expone el director del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza, Yaser M. Abu-Jamei. 

"En cada colegio hay una media de 600 alumnos. Muchos tienen problemas, resultados escolares bajos, un 10% presenta un comportamiento violento, otros depresión, síndrome postraumático, pesadillas. No podrán recibir la terapia adecuada. ¿Qué pasará con ellos? ¿Qué haremos con cien niños violentos en el patio?", se pregunta Abu-Jamei.

La UNRWA cree que los recortes de EEUU "son puramente políticos, tienen relación con el reconocimiento por parte de Trump de Jerusalén como capital de Israel", apunta Abu Hasna. 

"Nikki Haley (embajadora de EEUU en la ONU) dijo que los palestinos tenían que volver a negociar para seguir recibiendo fondos. Están politizando la asistencia humanitaria", asevera el portavoz de UNRWA.