REMODELACIÓN GUBERNAMENTAL

Macron afronta otra crisis de Gobierno mientras se desploma en las encuestas

Laura Flessel, hasta hoy ministra de Deportes francesa

Laura Flessel, hasta hoy ministra de Deportes francesa / LUDOVIC MARIN

Eva Cantón

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Emmanuel Macron se ha visto obligado a remodelar nuevamente su gobierno para atajar la crisis abierta por la dimisión de su ministro de Ecología, el popular Nicolas Hulot que hace una semana anunció en directo en una emisora de radio que abandonaba el Gobierno. Este reputado militante ecologista y antiguo presentador de programas de televisión sobre medio ambiente era el más popular de los miembros del Ejecutivo.

Abandonó su puesto criticando la influencia de los lobis en los círculos del poder y admitiendo su impotencia para hacer avanzar la causa que ha defendido durante años. Este martes le ha pasado entre lágrimas el testigo a François de Rugy, de 43 años, un ecologista reconvertido al ‘macronismo’ que rompió en 2015 con su antiguo partido, Europa Ecología Los Verdes, acusando a sus colegas de haberse escorado a la izquierda.

Ambicioso y tildado de oportunista, se presentó a las primarias del Partido Socialista en el 2017 y, aunque prometió apoyar al vencedor, pronto abandonó a Benoît Hamon para arrojarse en los brazos de Emmanuel Macron. Su perfil es el de un ecologista pragmático de centro derecha mucho más compatible con Macron que su antecesor en un Departamento que Rugy ha prometido convertir en el ministerio de la “ecología positiva”.

La presidencia de la Asamblea Nacional que Rugy deja vacante es codiciada por Richard Ferrand, jefe de filas de los diputados de La República en Marcha (LREM) y ex ministro de Cohesión Territorial que se vio obligado a dimitir por un turbio asunto inmobiliario relacionado con la Mutualidad de Bretaña que la justicia sigue investigando.

El segundo nombramiento de la jornada ha sido el de la antigua nadadora y campeona olímpica nacida en Rumanía Roxana Maracineanu, que ocupará el Ministerio de Deportes tras la dimisión de Laura Flessel, quien a primera hora de la mañana anunciaba su salida del Gobierno alegando “razones personales”.

“Para retomar mis compromisos pasados, orientados hacia lo humanitario, la solidaridad y la cooperación internacional, he tomado la decisión de continuar mi actividad por otras vías”, dijo Flessel en un comunicado. En realidad, según han revelado horas más tarde el semanario ‘Le Canard Enchaîné’ y el diario digital ‘Mediapart’, su dimisión tiene más que ver con sus problemas con el fisco y por ese motivo Macron le habría invitado a dejar su puesto.

Al parecer, la Comisión de Infracciones Fiscales (CIF) investiga si la antigua campeona olímpica de esgrima cometió fraude al no declarar durante tres ejercicios consecutivos los ingresos de la empresa que creó para gestionar sus derechos de imagen.

Agotamiento prematuro

El nuevo curso político está siendo un ‘vía crucis’ para Emmanuel Macron, que llegó al poder en mayo del 2017 con la promesa de abandonar los métodos de la ‘vieja política’ y embarcar al país en una senda reformista en la que sus predecesores fracasaron.

Pero el presidente francés no ha llegado al ecuador de su mandato y la maquinaria con la que revolucionó el paisaje político da muestras de un prematuro agotamiento. La popularidad de Macron se hunde.

Según un sondeo del Instituto Ifop publicado este martes, sólo el 31% de los franceses aprueban su gestión. La nota es incluso peor que la de François Hollande –recordado como el más impopular de los presidentes de la V República- en el mismo periodo, un 32%.

Los signos de erosión en la cúpula del Estado se multiplican desde que este verano estalló el escándalo del ‘caso Benalla’, el agente de seguridad de Macron que haciéndose pasar por policía golpeó a varios manifestantes el pasado Primero de Mayo.

Desde entonces, el presidente encadena las malas noticias. Después de encajar la espantada de Hulot, quedando en entredicho su compromiso con el medio ambiente, Macron se echó encima a toda la oposición al hablar de sus compatriotas como “galos refractarios al cambio”.

Su ambicioso plan de reformas para este otoño puede verse enturbiado por el malestar creciente de los franceses y un horizonte económico adverso, con las previsiones de crecimiento revisadas a la baja. Tampoco parece que el Parlamento vaya a facilitar la tarea de revisar la Constitución, una de las reformas institucionales clave del quinquenio.

La de este martes es la tercera remodelación del mandato. La primera fue el 21 de junio del 2017 cuando salieron del Ejecutivo cuatro ministros, entre ellos el centrista François Bayrou, atrapados por una investigación judicial. La segunda se produjo el 24 de noviembre, un ligero ajuste para sustituir a Christophe Castaner, que pasó a ocupar la presidencia de La República en Marcha (LREM).

“Cuando parecía intocable, el presidente se ve atrapado por las dificultades como sus predecesores”, escribe el conservador ‘Le Figaro’.