Crisis política en el país centroamericano

La misión de la ONU desafía la expulsión dispuesta por Ortega

Misión de ONU anuncia que dará seguimiento remoto a Nicaragua, tras expulsión

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Abel Gilbert

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En medio de una nueva jornada de protesta contra Daniel Ortega y Rosario Murillo en Managua y Masaya, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas (OACNUDH) decidió desafiar la orden del Gobierno de dar por concluída su labor en Nicaragua. El organismo seguirá monitoreando una situación que considera más que preocupante.  “(Nicaragua) ya se venía cubriendo (desde Panamá) no es por la crisis última de que hay un interés, esto se venía haciendo desde antes, y se va a seguir haciendo después”, aseguró el jefe de la misión, Guillermo Fernández Maldonado .Su informe, que provocó la ira del orteguismo, había contabilizado 300 muertos y cientos de heridos desde que en abril comenzaron las manifestaciones en rechazo a una reforma del sistema de Seguridad Social. El Alto Comisionado fue en los hechos expulsado de Nicaragua y esa medida provocó la condena de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que funciona en el marco de la Organización de Estados Americanos. 

La controversia entre las autoridades nicaragüenses y la ONU está lejos de cerrarse. Fernández Maldonado volvió a señalar al Gobierno al expresar su inquietud por el desamparo de las víctimas de la represión quienes, en las actuales circunstancias, no tienen derecho a la “verdad, justicia y reparación”. Pero Fernández Maldonado volvió a desautorizar la hipótesis de Ortega sobre la naturaleza del conflicto desatado meses atrás y que está lejos de resolverse. En Nicaragua, dijo el representante de Naciones Unidas, “no encontramos ningún indicio de un golpe de Estado, sino de una protesta cívica”. Fernández Maldonado fue elocuente en sus declaraciones a la revista Confidencial: “uno no manda a elementos con armas de guerra a reprimir una protesta social, incluso cuando hay situaciones de brote de violencia se trata de un uso progresivo de la fuerza, que es la última instancia, además, utiliza a personal entrenado, debidamente identificado, y eso no ha pasado aquí”.

“Nadie quiere a organismos internacionales porque se convierten en instrumentos de los poderosos, de los que imponen sus polémicas de muerte sobre los pueblos del planeta Tierra”, dijo Ortega antes de que su gobierno expulsó a la misión de la ONU. Para el diario La Prensa, la expulsión de la ONU “ha sido una reacción irracional al informe” y una nueva prueba de que “Ortega no acepta los hechos, inventa su propia realidad alternativa en la que todas las personas que se le oponen son terroristas”.

MARCHA DE LAS BANDERAS

Con los ecos de la polémica de trasfondo se realizó el domingo la “Marcha de las banderas”. Miles de personas volvieron a pedir en las calles la dimisión del presidente y elecciones anticipadas. Como era de esperarse, concluyó con enfrentamientos entre manifestantes y encapuchados que realizaron disparos desde camionetas identificadas con banderas rojinegras, los colores del Frente Sandinista de Liberación (FSLN). Al menos dos personas resultaron heridas.

Algunos analistas creen que el movimiento de rechazo al Gobierno empieza otra vez a despertarse después de semanas de falsa calma. Alejandro Bendaña señaló en su columna publicada en el semanario opositor Confidencial que el orteguismo está frente a una “derrota estratégica”. Bendaña observa la confluencia de varios factores: la “irrupción indetenible de la juventud” como una nueva fuerza “que despertó a toda la población”, el desmoronamiento del modelo corporativo, el papel de la Iglesia Católica, la “creciente impaciencia” de Washington y, a la vez, “el divorcio entre la izquierda internacional y el régimen orteguista”.