PEDERASTIA EN LA IGLESIA

Exnuncio de EEUU acusa al Papa de conocer los abusos del cardenal McCarrick

El Santo Padre vuelve a pedir perdón al final de su complicado viaje a Irlanda

Daniel Postico

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El papa Francisco puso fin a su viaje a la República de Irlanda con una misa multitudinaria bajo la lluvia en Dublín y la sombra de una acusación envenenada de cubrir delitos sexuales por parte de un diplomático retirado del Vaticano. Se trata del arzobispo Carlo Maria Viganò, exembajador de la Santa Sede en EEUU entre el 2011 y el 2016, que acusó al Papa, en una carta de 11 páginas, de tapar y silenciar los abusos del cardenal Theodor McCarrick, arzobispo emérito de Washington.

Viganò sostiene que en junio del 2013, tres meses después de que Francisco fuera elegido Papa, tuvo una conversación con él en la cual le expuso las acusaciones que pesaban sobre McCarrick de abusos sexuales a seminaristas y monaguillos, por las que la Iglesia tuvo que compensar a diversas víctimas. Incluso le habían prohibido oficiar misas públicas. Asegura que el Papa ni se inmutó, hizo como que no había oído nada y lo mantuvo en el cargo de emisario público de la Iglesia. “Fue una conspiración de silencio no muy diferente a las que prevalecen en la mafia”, escribió Viganò, de 77 años.

Recluido durante la investigación

El pasado 20 de junio, McCarrick fue apartado de su cargo por la Iglesia después de que el Arzobispado de Nueva York encontrara que las alegaciones de abuso a un menor en 1971 y 1972, cuando era sacerdote en una parroquia de Nueva York, eran “creíbles y probadas”. El mes pasado un hombre de unos 50 años acusó a McCarrick de haber abusado de él cuando tenía 11 años y de otros niños de forma sistemática durante años. McCarrick, de 88 años, negó todos los cargos y dimitió como cardenal. El papa Francisco aceptó su renuncia y le confinó a una reclusión mientras dure la investigación interna que había puesto en marcha.

Viganò enumeró otros altos cargos religiosos que, asegura, también taparon los abusos. “La corrupción ha llegado a lo más alto de la jerarquía religiosa”, sentencia. Y solicitó la dimisión de Francisco: “En este momento tan extremadamente dramático para la Iglesia universal, debemos reconocer los errores y, de acuerdo con el principio de tolerancia cero, el Papa debe ser el primero en dar ejemplo a obispos y cardenales que taparon los abusos de McCarrick y dimitir ahora con todos ellos”. 

Resentimiento acumulado

El Vaticano no quiso valorar las acusaciones de Viganò. Apuntan que podría tratarse de una venganza de éste por haber sido relevado de su cargo de embajador en los EEUU hace dos años. El arzobispo, conocido por sus ideas conservadoras, fue quien organizó en el 2015 las dos controvertidas reuniones del Papa con Kim Davis, secretaria de Kentucky que prefirió ir a la cárcel antes de emitir licencias de matrimonio a parejas del mismo sexo. La misiva expone las vergüenzas de la cúpula eclesiástica y pone de manifiesto la división interna en el papado de Francisco.

El Papa despertó este domingo con esta carta soltada como una bomba justo antes de finalizar su complicada visita a Irlanda, en la que lidió con el rechazo de las víctimas de los crímenes de la Iglesia. El sábado se reunió en privado con algunas de ellas para pedirles perdón en persona. Esta mañana, ante miles de peregrinos en el exterior del santuario de Knock, dijo que la Iglesia “debe mostrarse firme y decidida en la búsqueda de la verdad y la justicia”. Por la tarde, ofició una misa ante 200.000 personas en Dublín en la que rezó una letanía pidiendo clemencia por cada uno de los crímenes cometidos por la Iglesia católica irlandesa.

Más crímenes y miles de denuncias

En los últimos años se han abierto múltiples investigaciones en Irlanda por las fosas comunes encontradas en instituciones cristianas para prostitutas y madres solteras, por las adopciones ilegales entre 1946 y 1969, todos los casos de violaciones y maltratos a niños y niñas. En total más de 9.000 denuncias de pedofilia contra sacerdotes católicos que se suman a los casos en EEUU, Chile y Australia. “Queremos que los obispos, Hermanos Cristianos, monjas y cualquiera que cometiera o tapara abusos de niños, sean llevados ante la justicia”, sentenció Margaret McGuckin, una de las víctimas.