50º ANIVERSARIO DE LA INVASIÓN DE CHECOSLOVAQUIA

Praga recuerda la represión rusa al conmemorar su primavera

Una parte de la sociedad checa ve con recelo el auge de poder político de los comunistas evocando épocas pasadas

Tanques en las calles de Praga, en agosto de 1968.

Tanques en las calles de Praga, en agosto de 1968. / .7381054

Robert Muller (Reuters)

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Hace 50 años, tanques soviéticos entraron en Praga para aplastar las reformas democráticas del Gobierno comunista checoslovaco, dando paso a una sangrienta ocupación cuyas lecciones muchos checos temen que hayan sido olvidadas.

El aniversario, marcado por ceremonias, exhibiciones y películas sobre la Primavera de Praga y su brutal represión que comenzó el 21 de agosto de 1968, llega en un momento de renovada influencia para el Partido Comunista checo, marginado durante mucho tiempo en la política nacional.

Prominentes políticos de la Unión Europea explicaron que el aniversario también subrayó la necesidad de defender hoy en día la libertad y la democracia en un continente que enfrenta una nueva ola de autoritarismo en Europa del Este a la vez que Rusia busca recuperar con todo su esplendor su anterior rol de potencia mundial.

Ataque sangriento

"Ese 21 de agosto de 1968 fue un golpe en la cara", dice Vladimir Hanzel, recordando la cruda violencia del día en que 200.000 soldados del Pacto de Varsovia, en su mayoría soviéticos, pero también polacos, húngaros y búlgaros, entraron en su país. Hanzel, que entonces era un estudiante de 17 años, dijo que se dirigió al centro de Praga, en contra del consejo de su madre, donde vio cómo las tropas extranjeras atacaban el Museo Nacional con ametralladoras al confundir el ornamentado edificio con una oficina gubernamental.

En medio de la confusión general, mientras las tropas avanzaban por las calles de la capital, los ciudadanos de Praga levantaban barricadas utilizando tranvías y otros vehículos, lo que provocó que los soldados abrieran fuego, matando e hiriendo a decenas de ciudadanos.

Una tímida apertura

Moscú, bajó el poder del Partido Comunista, había ordenado la invasión de Praga para poner fin a las reformas del Partido Comunista Checoslovaco, que había apostado por una incipiente apertura del sistema relajando la censura y permitiendo algunos viajes al extranjero, lo que permitió una mayor libertad a los medios de comunicación dejando, a su vez, al régimen expuesto a sufrir acusaciones de corrupción.

La inesperada invasión puso fin a la política de "Socialismo con rostro humano" del líder comunista checo Alexander Dubcek, dando paso a dos décadas más de un gobierno totalitario que no vio su fin hasta 1989, con las protestas pacíficas que derrocaron al régimen comunista.

Influencia política de nuevo

Hanzel, que más tarde fue el secretario personal de Vaclav Havel, el primer presidente poscomunista del país, ha expresado ahora su preocupación por el hecho de que, por primera vez desde 1989, los comunistas checos nuevamente vuelven a tener influencia política: en julio mantuvieron un lugar en el Parlamento y ayudaron al Gobierno minoritario del primer ministro, Andrej Babis, a ganar un voto de confianza. "Es una de las grandes paradojas de hoy: los comunistas vuelven a presionar y a la gente no le importa", lamentó Hanzel.

Babis, en una entrevista con Reuters el pasado 31 de julio, afirmó que los comunistas de hoy eran un partido democrático y que ningún socio extranjero había expresado su preocupación por tener su apoyo ni por su presencia en el Parlamento. También aseguró que el partido prorruso y anti-OTAN no influenciaría su gestión en el Gobierno.

El temor de la UE

El 50ª aniversario de la Primavera de Praga también coincide con las crecientes preocupaciones en Bruselas y otros países de la Europa occidental sobre el estado de salud de la democracia en los estados miembros poscomunistas. En este sentido, tanto la UE como grupos proderechos humanos han criticado las reformas judiciales llevadas a cabo en Polonia y Rumanía, a la vez que han alerta de la reducción de las libertades de los medios de comunicación en Hungría.

Al aludir a estas preocupaciones, el veterano legislador de la UE y exprimer ministro belga Guy Verhofstadt tuiteó este martes: "Hace 50 años, el Ejército Rojo aplastó las esperanzas de checos y eslovacos que buscaban la libertad y la democracia. Los europeos deben ahora unirse y rechazar una nueva ola de influencia autoritaria que está socavando nuestras sociedades de nuevo ".

Desconfianza hacia Rusia

Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo y exprimer ministro polaco, también dio su opinión en su cuenta de Twitter: "El deseo de libertad y democracia sobrevivió (a la invasión) y es la esencia de lo que une a Europa hoy en día".

Otro legado de la invasión liderada por los soviéticos es la profunda desconfianza que genera Rusia entre muchas personas, tanto en la República Checa como en Eslovaquia, que se dividió pacíficamente en 1993, a pesar de que algunos líderes políticos abogan por mayores lazos económicos. El presidente checo Milos Zeman ha criticado en más de una ocasión las sanciones de la UE a Moscú, por más que el servicio de Inteligencia checo ha alertado la actividad de espionaje ruso en la política y los negocios en el país.

"(Los rusos) probablemente no vendrían con tanques hoy, pero hay otras formas. Piensan que son un gran imperio", afirma Dana Kyndrova, comisaria de una exposición de fotografías del 21 de agosto de 1968.