LA CORRUPCIÓN EN EL CONO SUR

Una ola de corruptos arrepentidos confunde a los argentinos

Cristina Fernández, junto al busto de su fallecido marido, Néstor Kirchner, en el 2015.

Cristina Fernández, junto al busto de su fallecido marido, Néstor Kirchner, en el 2015. / periodico

ABEL GILBERT / BUENOS AIRES

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Entre la indignación y la sospecha, los argentinos asisten a un verdadero festival de arrepentimientos y delaciones de ex funcionarios y grandes empresarios de la construcción. Abatidos o a la espera de una reciprocidad que mitigue las penas, relatan ante un fiscal y un juez las andanzas de una mafia de las licitaciones de la obra pública urdida durante la era kirchnerista (2003-2015). Calculan que se ha movido dinero en negro por unos 200 millones de dólares. Con su habitual mordacidad, el escritor y comentarista televisivo Jorge Asís habló de una “peste de la transparencia”.  

Desde que salieron a luz por intermedio del diario La Nación ocho cuadernos fotocopiados que pertenecen al ex chofer de un ex secretario de Estado, y en los que se detallan los ilçicitos, el juez Claudio Bonadío y el fiscal Carlos Stornelli han puesto detrás de las rejas a 14 personas entre ex integrantes del pasado Gobierno y hombres de negocios. La causa tiene 43 imputados y 12 arrepentidos.  Pero Bonadío no ha podido todavía encontrar un solo billete con excepción de los 9 millones de dólares que tenía en sus manos el viceministro José López cuando lo descubrieron a mediados de 2016 en el momento en que quería esconderlos en un convento.

López acaba de convertirse este viernes en “arrepentido”, siguiendo el camino de un par de magnates y Claudio Uberti, un hombre que era cercano al ex ministro de Obras Públicas, Julio De Vido, actualmente preso aunque sin condena. Uberti fue el primero en nombrar a Néstor Kirchner y Cristina. Se ha referido a bolsos repletos de dinero y hasta a bóvedas como las de Alí Baba. Sus pruebas han sido endebles. “No lo vi, pero lo sé por comentarios”, apenas le dijo a Bonadió y Stornelli. El dúo es aplaudido por aquellos que los consideran verdaderos cruzados contra la corrupción. No faltan quienes denuncian coacciones, cárceles arbitrarias y una ausencia de pruebas materiales. El “Lava Jato”, el mega escándalo de corrupción que ha hecho temblar a Brasil, pudo avanzar en la detención de varios políticos y empresarios porque se hallaron las cuentas bancarias. En Argentina, por el momento, solo hay relatos. El Gobierno de derechas anunció recompensas de unos 70.000 dólares para quienes ofrezcan datos que permitan dar con la millonada.

El peligro de un bumerán

“Si alguno se encuentra con un pedido indebido (de sobornos), acá tienen un presidente al cual acudir”, alardeó el presidente Mauricio Macri ante los miembros de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). “No tengo pensado hipotecar mi Gobierno para defender a nadie que actúe fuera de la ley”. El macrismo ha festejado la aparición de los cuadernos y las labores de Bonadío y Stornelli. Todo llegó de modo providencial cuando la escena la dominaba otro asunto oscuro: el de los miles de aportantes falsos a las campañas electorales del oficialismo. Estiman que las confesiones  arrastrarán inexorablemente a una Fernández de Kirchner a quien algunos analistas le pronostican un destino parecido al de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil. Pero el Gobierno no calculó en principio un efecto colateral del escándalo: han quedado involucrados el opulento primo de Macri, Angelo Calcaterra, hijo de María Pía Macrì, la única hermana de Franco Macri, papá de Mauricio y el dueño de un gran emporio creado a partir del negocio de la obra pública. El octogenario ha sido el adalid de la llamada “patria contratista”. También quedó bajo la lupa judicial uno de los ex cajeros de ese Grupo. “No deja de ser una paradoja. Macri, que se formó en las entrañas de la ¿patria contratista¿, está ante el desafío de sepultar ese sistema”, señaló Carlos Pagni, columnista de La Nación.

El caso 'Lava Jato' y 'Mani pulite'

Las comparaciones entre lo que ocurre en Argentina con lo sucedió en Brasil e Italia se repiten como un lugar común. El proceso judicial conocido allí como 'Mani pulite' provocó a principios de los noventa el arresto de 4.525 políticos y empresarios, con 1.300 condenas, 430 absoluciones y 31 suicidios. El académico italiano Mario Deaglio ha señalado que el 'Mani Pulite' no hizo realidad el anhelo de reparación de los ciudadanos: derrumbó a la economía italiana y el sistema de partidos políticos. Entre las ruinas del desprestigio surgió Silvio Berlusconi. En Brasil asoma el fantasma de la ultraderecha.

Las experiencias del país vecino y la Italia de la que provienen los Macri ha encendido luces de alerta. Mientras se conjetura sobre la suerte judicial de Cristina, la “peste de la transparencia” se devora el prestigio de las empresas constructoras salpicadas, reduce aún más la inversión y el valor del peso.  Se teme que, por este camino, capitales extranjeros las adquirirán “por monedas”.

Detrás de las historias sobre millonarios contritos y kirchneristas que siempre son bandidos, la economía exhibe su rostro descarnado: la deuda pública representa después de dos años y medio el 80% del PIB. Para lo que resta de 2018 y 2019 se deben pagar vencimientos por 49.473 millones de dólares. El acuerdo por el cual el Fondo Monetario Internacional (FMI) se comprometió a prestar 50.000 millones de dólares a cambio de un ajuste económico de vastas proporciones, no alcanza para resolver las urgencias de un país donde, en el mejor de los casos, la inflación de este año arañará el 40% y se agudizará la recesión. La tarifa de luz se ha incrementado un 1.684%. El salario mínimo, en tanto, se encuentra a niveles de 2007. La actividad industrial cayó el 8,4% solo en julio. Arrecia el conflicto social y todo puede ser peor. El ministro de Hacienda y Finanzas, Nicolás Dujovne, amenaza con podar otra vez las pensiones para “evitar que haya una megacrisis como la de 2001”.