Horror en Nuevo México
La policia halla restos de un menor en el lugar donde liberó a 11 niños en EEUU
Se teme que se trata del hijo enfermo de uno de los cinco adultos arrestados, desaparecido desde diciembre
La intervención el pasado viernes de la policía del condado de Taos (Nuevo México) que acabó con la tortura que sufrieron 11 menores que habían estado viviendo en condiciones infrahumanas puede que llegara demasiado tarde para otro niño, Abdul-Ghani Wahhaj, el hijo enfermo de uno de los cinco adultos detenidos, acusado de haber secuestrado al menor en diciembre. Este martes el sheriff del condado, Jerry Hogrefe, ha anunciado que la víspera encontraron restos de un niño en el retirado campamento en medio de una zona desértica en la localidad de Amalia donde fueron liberados los 11 menores de entre 12 meses y 15 años. Y aunque las autoridades aún no han podido realizar una identificación positiva, para la que esperan a la autopsia oficial, se teme que se trata del pequeño Abdul-Ghani, que precisamente el lunes habría cumplido cuatro años.
En declaraciones a CNN poco antes de que el sheriff ofreciera la rueda de prensa informando de la localización de los restos, la madre del niño desaparecido, Hakima Ramzi, ha explicado que lo vio por última vez en su casa en el estado de Georgia el 1 de diciembre de 2017. Su padre, Siraj Ibn Wahhaj, dijo que lo llevaba al parque pero nunca regresó, por lo que enfrentaba una orden de arresto para interrogarle por el secuestro.
La madre también ha explicado que su hijo padece encefalopatía hipóxico-isquémica, no puede caminar, sufre ataques y requiere atención médica constante. Y aunque documentos judiciales dicen que el padre quería practicarle un “exorcismo”, Ramzi ha aclarado a CNN que su marido pretendía llevar a cabo una ruqya, un ritual islámico de sanación basado en la oración.
Siraj Ibn Wahhaj, que es hijo de un imán de Nueva York, estaba fuertemente armado el viernes cuando fue arrestado junto a dos hermanas y otros dos adultos al descubrirse las condiciones infrahumanas en las que mantenían a los niños liberados, por las que ahora enfrentan cada uno 11 cargos de abuso de menores. Las autoridades llegaron al campamento buscando precisamente al menor secuestrado en Georgia y después de que desde la policía de ese estado les reenviara un mensaje aparentemente enviado por uno de los niños que decía: “Estamos muriendo de hambre y necesitamos comida y agua”.
Al llegar la policía encontró un remolque enterrado, sin agua corriente, electricidad ni fontanería, y con la entrada cubierta por plásticos. El sheriff explicó que los niños parecían “refugiados del tercer mundo”, cubiertos por harapos y descalzos y que la única comida que vieron entre la suciedad fueron “unas patatas y una caja de arroz”.
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