Fuego devastador

El último gran incendio en California, sin final a la vista

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Idoya Noain / Nueva York

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No hay final a la vista para el fuego Carr, el “extremadamente peligroso” incendio que está asolando el condado de Shasta, en el norte de California, que se ha cobrado ya la vida de cinco personas: un bombero, un operador de maquinaria y una mujer de 70 años y sus dos bisnietos de cuatro y cinco años, que fallecieron atrapados en una casa en la localidad de Redding, el núcleo urbano más afectado. Las autoridades están alarmadas ante todo por la velocidad de las llamas y su expansión la favorecen condiciones climatológicas que no se espera que den un alivio por lo menos hasta el lunes. Y se está ante una tormenta perfecta para la llamas en la que se combinan altas temperaturas que pueden rozar los 38 grados, baja humedad y fuertes golpes de vientos impredecibles que se combinan con una vegetación que los expertos definen de “explosivamente seca”.

Para este domingo por la mañana el fuego, que ha obligado a evacuar a 38.000 personas y ha llevado al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a declarar el estado de emergencia para la zona, lo que facilitará la asistencia federal a las autoridades estatales, había arrasado ya 36.000 hectáreas y solo estaba controlado al 5%. Pese al trabajo de 3.500 bomberos y la colaboración de 17 helicópteros más de 500 casas y estructuras han sido destruidas. Hay también 13 desaparecidos, aunque las autoridades creen que al menos algunos pueden estar en los refugios habilitados en la zona.

El fuego se inició el lunes, aparentemente provocado por un fallo mecánico de un coche, pero fue el jueves cuando explotó, cruzando el río Sacramento y llegando al área urbana de Redding. Entre el viernes por la noche y el sábado por la mañana se había duplicado y esta noche había crecido otros 23 kilómetros cuadrados. Su potencia ha sido tal que ha llegado a crear una especie de microclima, con algo similar a tornados de fuego, cenizas y gas, y el humo ha sido visible desde el espacio.

"Lo nuevo normal"

Los incendios forestales se han convertido en una constante en Estados Unidos y mientras en las décadas anteriores solían concentrarse en los meses de verano, ahora se producen todo el año. Según datos de 'The New York Times', desde 2012 no ha habido ni un mes sin un incendio en el país. California es especialmente golpeada por esta realidad y el gobernador del estado, Jerry Brown, ha llegado a hablar de “lo nuevo normal”, destinando 440 millones de dólares del presupuesto a su combate.

El año pasado fue el peor de la historia para California, con más de 9.000 incendios que dejaron 46 víctimas mortales, arrasaron más de medio millón de hectáreas y dejaron 12.000 millones de dólares en daños. Con 117.000 hectáreas ya quemadas en el estado hasta el viernes, el récord podría superarse en 2018. “Nos quedan al menos tres meses y por lo general lo peor de la temporada de incendios está por llegar”, avisaba Lynne Tolmachoff, portavoz de Cal Fire, la agencia estatal que combate los fuegos.

Expertos como el climatólogo Bill Patzert también advierten del deterioro de la situación por el cambio climático. En declaraciones al 'Los Angeles Times', Patzert ha recordado que aunque muchas ciudades californianas ya han batido en julio récords de temperaturas, las peores olas de calor llegan en septiembre. “El cuadro general es que vivimos en un mundo más caliente. Las temperaturas son más altas este verano, y lo serán el siguiente, de lo que eran hace 50 o 100 años”.