NUEVO DRAMA EN EL PAÍS

Los griegos, unidos en las adversidades

Muchos griegos se quejan de que su país, atizado por la crisis económica y la llegada constante de refugiados, no tiene recursos para afrontar más incendios

Un grupo de bomberos en una calle de Mati.

Un grupo de bomberos en una calle de Mati. / .44429553

Adrià Rocha Cutiller

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Yoannis, vecino de Atenas, dice estar cansado de que Grecia esté constantemente en los titulares, de ser siempre ellos, los griegos, los que acaban sufriendo las consecuencias de todo. De salir de una crisis para entrar, en cuestión de segundos, en otra aún más difícil.

«Primero fue la crisis económica, que nos destrozó y nos quitó el trabajo a todos. Luego los refugiados, que siguen llegando mientras Europa nos obliga a quedárnoslos, cuando está claro que no podemos. Y ahora esto [el incendio que ha provocado la muerte de 80 personas desde este lunes]. ¿Cuándo va a parar todo esto? Si Dios existe no nos tiene muy en cuenta», se queja Yoannis: «Somos un país pobre. No somos Alemania. No podemos hacerle frente a todo esto».

Este hombre, de 30 años, asegura estar harto: dice que él antes no pensaba así, pero que ahora se ha dado cuenta de que la situación es insostenible, de que no puede más y que espera que los refugiados se vayan de Grecia. «Si no tuviésemos tantos, el Gobierno tendría más dinero para lidiar con los incendios. Así como estamos esto es insostenible. Entiendo que vengan, porque en sus países hay guerra, pero al final cada uno tiene que mirar por lo suyo», dice Yoannis, que pide comprensión.

El suyo es un sentimiento generalizado en Grecia: los griegos sienten que, a la hora de afrontar sus múltiples crisis, Europa los ha abandonado a su completa suerte.

Unidos en la adversidad

Unidos en la adversidadPero no todo el mundo piensa que la adversidad crea desunión. Al contrario: «La crisis económica nos enseñó a los griegos a cuidarnos los unos a los otros; a unirnos y a no tener que depender del Gobierno. Con la crisis de los refugiados demostramos lo mismo: que somos un pueblo de acogida. Hemos dado cobijo a mucha gente y lo seguimos dando. Ahora, con los incendios, estamos haciendo exactamente lo mismo», dice Sofía, que ha venido a Rafina desde el Pireo, en Atenas, como voluntaria para ayudar en lo que pueda. Lleva todo el día al sol, repartiendo agua y comida a los vecinos que han venido para intentar rescatar los objetos de sus casas quemadas.

«Somos unos 60 voluntarios solo en Rafina y Mati. Pero no somos los únicos que ayudamos. La gente está abriendo sus casas a las personas afectadas. Hoteles y hospitales también dan camas. Por la crisis económica y los refugiados nos hemos acostumbrado a la solidaridad entre ciudadanos. Durante los últimos 10 años nos hemos despertado como país. Las cosas van mal para mucha gente, pero nos lo damos todo a dar. Estamos siempre para los demás», explica orgullosa Sofía.

Así, las localidades afectadas se han llenado de gente que ha venido simplemente a ayudar en lo que sea necesario. Vecinos cuyas casas están en buen estado llevan lo que sea que necesiten a los que lo han perdido todo. Algunos, hasta ofrecen sus jardines y piscinas para un chapuzón de descanso. Toda ayuda es bien recibida.