ENCUENTRO BILATERAL EN FINLANDIA
Putin se reúne en Helsinki con su "socio" Trump
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
Un gesto de camaradería que no venga a cuento. Una palabra amistosa inadecuada hacia su interlocutor. O peor. Una concesión verbal pronunciada en un arrebato, que eche por tierra la arduamente elaborada posición común de EEUU y Europa en los principales diferendos que les enfrentan a Moscú.
Más que esperanza para distensionar la complicada relación con Rusia, la cumbre bilateral que celebrarán este lunes en Helsinki los presidentes de EEUU, Donald Trump, y Rusia, Vladímir Putin -la primera desde la llegada al poder del magnate norteamericano- genera sobre todo ansiedad entre los aliados de Washington, hasta el punto que lo único que esperan la mayoría de ellos es que se desarrolle según el guión pactado y no suceda nada imprevisto.
Trump llega a Finlandia después de haber protagonizado otro accidentado encuentro multilateral con los mandatarios europeos, en esta ocasión en la 30º cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la OTAN, donde arremetió contra Alemania por desarrollar proyectos gasísticos con Rusia y a la vez buscar el paraguas defensivo de la Alianza Atlántica. Hasta tal punto preocuparon las palabras del presidente estadounidense que muchos de los académicos reunidos en Bruselas en una reunión paralela evocaron la posibilidad de que éste estuviera haciendo "la pinza" sobre la cancillera Angela Merkel junto con su homólogo ruso. "Lo hemos debatido. Merkel es la campeona de los valores liberales", recuerda a EL PERIÓDICO Nicolas de Pedro, investigador principal del CIDOB, valores que parecen despreciar tanto el ruso como el estadounidense.
Intercambio laudatorio
Los prolegómenos de la cita de Helsinki, escenario de numerosas cumbres soviético-estadounidenses durante la guerra fría del siglo XX, han sido prolíficos en cuanto al intercambio de frases laudatorias entre ambos mandatarios. "Él no es mi enemigo ¿Es un amigo? No, no lo conozco suficientemente bien, pero las dos veces que nos reunimos nos llevamos muy bien", ha dicho durante una conferencia de prensa en Bruselas, sin descartar que dicha camaradería pueda prosperar "en el futuro". Por la parte rusa, el consejero del Kremlin, Yuri Ushakov, también ha dedicado al neoyorquino palabras amables, aunque algo más templadas. "Consideramos a Trump como nuestro socio con el que podemos negociar", ha enfatizado.
La simple celebración de una cumbre bilateral mientras en Washington está abierta una investigación dirigida por Robert Mueller para determinar precisamente si el Estado ruso se coordinó con Trump para ayudarle a vencer a su oponente Hillary Clinton en las presidenciales del 2016 constituye todo un éxito para Moscú, valoran los observadores. "Hablarán de igual a igual, y Putin verá realzado su perfil internacional", constata de Pedro.
Ambos dirigentes se han reunido en dos ocasiones anteriores en foros multilaterales, sin lograr disipar las sospechas que se ciernen sobre sus relaciones. Concretamente, en la cumbre del G-20 celebrada hace un año en Hamburgo, Putin y Trump mantuvieron un segundo encuentro de una hora de duración al margen del oficial. Fue durante la cena, a instancias del estadounidense y con la única presencia del traductor ruso, con lo cual no existen testimonios para la parte norteamericana. La Casa Blanca no informó de esta segunda conversación hasta que ésta se filtró a la prensa mediante otras fuentes.
Lenguaje corporal
En el lenguaje corporal que irradiaron ambos en la ciudad alemana, fue el líder del Kremlin quien se llevó la palma, según valoran los especialistas. Trump se sentó al borde del asiento "con la apariencia de necesitado", mientras que Putin "se recostó en su silla", decidido a "establecer muy poco o ningún contacto visual" con su interlocutor, escribió en The Guardian el cronista parlamentario John Grace.
Al margen de los temas de desarme, habituales en las cumbres ruso-norteamericanas, tres asuntos principales deberían ser abordados en la capital finlandesa. La reciente acusación contra 12 agentes del GRU (servicio secreto ruso) por interferencia en las presidenciales aumenta la presión sobre el presidente de EEUU para que confronte a su homólogo ruso de forma contundente acerca del pirateo electoral. Respecto a Ucrania, unas recientes palabras de Trump que atisbaban un posible reconocimiento de la anexión de Crimea provocaron la inquietud en el Gobierno de Kiev que, no obstante, asegura haber recibido con posterioridad garantías de Washington de que sus intereses serían protegidos.
Por contra, la cumbre de Helsinki certificará otro éxito de la alianza formada por Rusia y el régimen de Bashar el Asad en Siria. Tropas gubernamentales avanzan en la provincia sureña de Deraa, bajo control de milicias rebeldes entrenadas por EEUU, después de que Washington les informara de que no debían esperar "ninguna ayuda" ante el asalto. Poco antes, había dicho exactamente lo contrario.
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