El plan de May para el 'brexit' genera el rechazo de la City

Theresa May y su marido reciben al matrimonio Trump.

Theresa May y su marido reciben al matrimonio Trump. / REUTERS / PETER NICHOLLS

Begoña Arce

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El Gobierno británico presentó oficialmente el jueves el esperado Libro Blanco sobre las relaciones comerciales entre el Reino Unido y la Unión Europea tras el 'brexit'. La propuesta, la más completa de las publicadas hasta ahora por los británicos, incluye "un área de libre comercio" de bienes con la UE, pero descarta la idea de reconocimiento mutuo con los comunitarios en cuanto a servicios, para desmayo del mundo financiero.

El plan rebasa varias de las líneas rojas que Theresa May se había fijado en el pasado. Lo que los euroescépticos consideran como una traición ha desembocado ya en la dimisión de dos ministros. May había presentado un resumen de la propuesta de sólo tres páginas en una reunión celebrada con su gabinete el pasado viernes. Ahora el documento completo contiene 98, pero no satisface plenamente a nadie. Ni a los ‘brexiteers’ conservadores, ni a la City, ni a quienes preferían permanecer dentro de la UE y puede que tampoco agrade a Bruselas.

Relación demasiado íntima

El Reino Unido propone a la UE un "acuerdo de asociación", similar al establecido por la Unión Europea con Ucrania y Georgia, proporcionándole unos "vínculos privilegiados". También establece una estrecha cooperación en defensa y facilidades para la movilidad de los ciudadanos.  El ‘brexit’ suave por el que finalmente se inclina May, apuesta por una relación muy próxima a la UE, demasiado íntima para los 'tories' euroescépticos, que prometen boicotear esta forma de salida.  

El Reino Unido seguirá la normativa comunitaria en bienes para evitar una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.  Todo el acuerdo será supervisado por un nuevo organismo de gobierno. El Tribunal Europeo no tendrá la palabra final, pero podrá interpretar la normativa. El gobierno se compromete a acabar con la inmigración procedente de la UE, pero los europeos podrán venir al Reino Unido sin visados y trabajar en algunas circunstancias, que aún no están definidas.

La propuesta vislumbra una relación menos estrecha con el sector de los servicios, que representa el 80% de la economía británica, lo que ha provocado las críticas en la City. May renuncia al sistema de reconocimiento con la UE, considerado por los financieros como el más apropiado.  El documento señala que el Reino Unido tendrá, "la libertad para trazar su propia vía", pero reconoce que la autonomía reguladora acarreará un número importante de problemas. "Habrá más barreras, para el acceso del mercado en la UE, de las que hay ahora".

La primera ministra pretende con este compromiso fijar el marco de la negociación y desbloquear las discusiones que se retoman la próxima semana, pero ha advertido de que no se puede complacer a todos. "Los británicos votaron por controlar nuestro dinero, nuestras leyes  y nuestras fronteras y eso es exactamente lo que estamos haciendo", declaró en Bruselas al término de la cumbre de la OTAN.

Beneficios mutuos

En la Cámara de los Comunes, el nuevo ministro negociador para el ‘brexit’, Dominic Raab, que sustituyó en el cargo a David Davis , calificó el plan de "ambicioso  y pragmático". “El Gobierno está decidido a establecer una nueva relación que funcione para el Reino Unido y para la Unión Europea", un plan que,"proporcione benéficos duraderos para ambas partes".

"Debemos verlo en detalle", fue la reacción prudente del jefe negociador de la UE, Michel Barnier. Es muy probable que Bruselas rechace muchas de las pretensiones de May, pero al menos se ha establecido un punto de partida para la negociación y en ese sentido los comunitarios respiraron aliviados.

El final de la estrategia del Gobierno británico está en el aire.  Es muy posible que no haya versión alguna del ‘brexit’ capaz de lograr un respaldo mayoritario en la Cámara de los Comunes. Incluso antes de su publicación ha trascendido que el European Research Group, el círculo de diputados del ala más eurófoba que lidera Jacob Rees-Mogg, ha presentado varias enmiendas a la propuesta.