reconciliación en asia

Kim estrecha relaciones con China en su primer viaje a Pekín tras la cumbre de Singapur

Es la tercera visita del dictador al gigante asiático en tres meses después de seis años sin relaciones entre los dos países

kim jong un y xi jinping

kim jong un y xi jinping / periodico

Adrián Foncillas

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Se rehuyeron durante seis años y ahora no dejan pasar un mes sin verse. Kim Jong-un está de nuevo en China para informar sobre la cumbre de Singapur a su homólogo, Xi Jinping. Su tercera visita desde marzo subraya que la sintonía ha regresado al viejo eje Pekín-Pionyang. Las relaciones estuvieron rotas durante años por los repetidos desmanes norcoreanos y el desprecio mutuo de ambos líderes.

Las imágenes han mostrado una nutrida presencia policial escoltando a una limusina a través de la Avenida Changan hasta la Plaza de Tiananmén. Al oeste se levanta el Gran Palacio del Pueblo, lugar tradicional de las recepciones a mandatarios extranjeros. También se ha disparado la concentración de uniformes en las afueras de la residencia de invitados Diaoyutai, donde Kim y su esposa se alojaron en marzo.

La visita, que concluirá mañana, ha sido desvelada en una sucinta nota por la agencia oficial china Xinhua. Se desconoce quién acompaña a Kim y si ha llegado en el célebre tren heredado de su padre o en avión. Pero es relevante que la prensa oficial, a diferencia de las dos visitas anteriores, no haya esperado a que Kim regrese a su país para abordar el asunto. Subyace un clima de sana y nueva normalidad que no exige ningún secretismo.

Viejo aliado

El súbito entendimiento entre dos líderes que se ignoraban es un efecto colateral de los vientos de paz en la península coreana. Xi no dio audiencia a Kim durante sus seis primeros años en el poder a pesar de que los líderes chinos acostumbraban a estrenarse con su viejo aliado en el continente. Kim respondió a la descortesía programando sus lanzamientos de misiles y ensayos nucleares cada vez que Pekín organizaba una cumbre internacional para robarle los focos mediáticos globales.

La primera visita de marzo había sorprendido porque Corea del Norte y China vivían tiempos opuestos a la afinidad pasada. La reunión fue interpretada por muchos como un movimiento desesperado de Pekín para no quedar fuera de la foto del proceso más relevante del año en Asia. La segunda reunión de mayo confirmó que había más sustancia que la simple foto y que Pionyang buscaba el respaldo chino para la cumbre de Singapur con Trump. Allí llegó Kim con un Boeing de AirChina prestado por Pekín para que la comparación de su mohoso avión presidencial exsoviético con el Air Force One no fuera tan sangrante.

Este viaje a Pekín es el primero de Kim tras la histórica cumbre y se entiende como un acto de generosidad elemental a su recuperado aliado antes de continuar con su frenética agenda diplomática. Kim, el líder más aislado del mundo hasta enero, tiene reuniones en las próximas semanas con los líderes de Rusia, Japón y Siria. También el momento elegido por Corea del Norte en sus dos anteriores visitas evidenciaba su voluntad de satisfacer a China: ambas se produjeron en las vísperas de la llegada a Pionyang del secretario de Estado, Mike Pompeo.

Foto soñada

La mayoría de analistas señalan como ganadores de la cumbre a Corea del Norte y China. Trump ofreció en Singapur a Kim una foto que habían soñado sus antepasados y que le confiere un estatus de líder internacional. A cambio recibió las etéreas promesas de que Pionyang se desembarazará en un futuro indeterminado de un arsenal que nadie fuera del país sabe en qué consiste.

La única concreción que salió de Singapur es el final de los ejercicios militares conjuntos entre Estados Unidos y Corea del Sur que Pionyang había exigido durante décadas porque los entiende como ensayos de invasión. Trump también se plantea la retirada de las 28.500 tropas en Corea del Sur. Ese adelgazamiento militar estadounidense en la zona es una fenomenal noticia para China.