CRISIS MIGRATORIA

La UE naufraga en su política de cuotas y de asilo para refugiados

caso aquarius refugiados

caso aquarius refugiados / periodico

Silvia Martinez

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La oferta del Gobierno de Pedro Sánchez de dar un puerto seguro al ‘Aquarius’, la embarcación que ha rescatado a 629 inmigrantes frente a las costas de Libia, ha rebajado la tensión creada por la negativa de Italia y Malta a dar cobijo al barco. Pero el problema de fondo no está resuelto. El parche, en forma de mecanismo de cuotas diseñado por Bruselas para resolver la crisis migratoria de 2015 y aliviar a los países en primera línea, nunca ha funcionado y los 28 han sido incapaces de pactar desde entonces una solución permanente que permita repartir de forma justa y equilibrada a los refugiados y resuelva las carencias del reglamento de Dublín.

Los ministros de Interior de los 28 llevan meses negociando la reforma de la normativa que regula cómo debe hacerse la acogida de solicitantes de asilo. La actual fue adoptada en el año 2013 y deja en manos del primer país de llegada la responsabilidad de examinar las solicitudes de asilo lo que ha agudizado en los últimos años la presión sobre países como Italia o Grecia, principal vía de entrada a través del Mediterráneo, y que se han visto confrontados a este fenómeno sin demasiada ayuda del resto de socios europeos.

Los líderes de la UE se habían marcado la cumbre del 28 y 29 de junio como fecha límite para llegar a un acuerdo y lograr un mejor reequilibrio aunque la negociación está estancada debido a las antagónicas posiciones que mantienen los Estados miembros. “La reforma de Dublín está muerta. No hay base suficiente para seguir con el debate”, zanjaba hace unos días el secretario de Estado de Inmigración belga, Theo Francken. “Un acuerdo parece muy difícil”, admitía también la ministra sueca Helene Fritzon.

Propuesta fallida

Bulgaria, que preside este semestre la Unión Europea, reconoce que la discusión sobre cuotas es complicada. Su propuesta de compromiso no ha logrado el aprobado general. No gusta entre los países de Europa central y del este como Hungría, Polonia, República checa o Eslovaquia, que han renegado desde el primer día del sistema de cuotas y se niegan a recibir inmigrantes de otros países. Tampoco gusta entre los países que están en primera línea como Italia o Grecia porque el reparto solo se activaría en caso excepcional, una cláusula permite a los países limitar la llegada de solicitantes de asilo y un inmigrante solo podría solicitar asilo en otro país distinto al de llegada una vez pasados dieciocho meses.

Austria, uno de los países que defienden un férreo control de fronteras y donde la ultraderecha está sentada en la coalición de Gobierno, asumirá la presidencia semestral europea el próximo 1 de julio y con ello tomará las riendas del debate. Antes deberán ser los líderes europeos quienes deban pronunciarse y dar la señal política que el drama migratorio requiere. “Tenemos que sentarnos y discutir cómo evitar que esto vuelva a suceder. Es un asunto europeo”, advirtió este lunes el primer ministro maltés, Joseph Muscat, aliviado tras el anuncio de España.

La llegada de la Liga Norte al Gobierno en Italia y el repunte del euroescepticismo ha complicado todavía más el debate. Roma ha decidido cerrar a cal y canto sus puertos a los barcos de las oenegés. De ahí que la decisión de Pedro Sánchez haya ofrecido oxígeno y una vía de respuesta generosa ante un fenómeno que todos coinciden va a acompañar a Europa durante muchos años.

Llamamientos desde la Eurocámara

“Las decisiones importantes llevan tiempo pero no podemos dar largas indefinidamente. La situación en el Mediterráneo indica que no podemos cerrar los ojos”, ha recordado el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans durante un debate este martes. “Si el Consejo hubiera resuelto la reforma de Dublín no estaríamos donde estamos”, ha afeado el presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, que ha reclamado a los líderes de la UE que tomen la propuesta de reforma pactada el año pasado por la Eurocámara, que elimina el criterio de país de llegada y establece un mecanismo de reparto automático, como punto de partida.

El grueso de los partidos políticos han compartido la urgencia del momento y los llamamientos a resolver la situación a finales de junio han sido mayoritarios. “No podemos ser proeuropeos aquí y supercolegas de (Viktor) Orban en casa. No lo podemos tolerar”, ha avisado el jefe de filas de los socialistas, Udo Bullmann. “Todos sabemos que las normas de Dublín actuales no funcionan. Llevamos años diciéndolo”, ha recordado la ecologista alemana Ska Keller quien ha recordado también que España sola no puede solucionar este problema.

“Efectivamente muchas gracias a España” pero “no podemos creer que esto va a funcionar así, con actuaciones espontáneas. Eso no va a configurar una política sostenible que responda al problema de la inmigración”, ha avisado la alemana Gabriel Zimmer. “La solución es ahora, no podemos seguir esperando. Hacen falta normas fijas y permanentes”, ha añadido. El jefe de filas de los liberales, Guy Verhoftstadt, ha ido más lejos. Sugiere que si no hay acuerdo para finales de mes podrían llevar al Consejo ante los tribunales. "Veremos si hay que invitar a Donald Tusk o acudir a los tribunales", ha avisado.