desencuentros entre socios

La política migratoria abre la primeras grietas en el Gobierno de Merkel

El ministro del Interior y la cancillera chocan por la propuesta de expulsar en la frontera los solicitantes de asilo que hayan sido registrados en otros países de la UE

refugiados en alemania

refugiados en alemania / periodico

Carles Planas Bou

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De abrir las puertas a los refugiados a cerrar las fronteras. Aunque su giro ya es un hecho, Alemania deberá de esperar un poco más para conocer al detalle el endurecimiento de su política migratoria. Este lunes por la tarde, Berlín ha anunciado la suspensión de la presentación del “plan maestro” del ministro del Interior, Horst Seehofer, debido a sus discrepancias con la cancillera Angela Merkel. Una bronca entre conservadores que, de enquistarse, amenaza con convertirse en la primera crisis del nuevo Gobierno alemán, formado hace a penas tres meses.

Alemania endurecerá su posición frente a los refugiados e inmigrantes que lleguen al país. En su esperado plan, el líder bávaro pide encerrar a los solicitantes de asilo en centros de espera - un proceso que puede alargarse más de 18 meses - y acelerar la deportación de aquellos a quienes se les deniegue. Sin embargo, el diablo está en los detalles. La líder democristiana (CDU) ve bien esos puntos pero se niega a la repatriación de refugiados directamente en la frontera.

El ministro del Interior y Patria, como ha pasado a llamarse el departamento en un guiño nacionalista, propone expulsar a los solicitantes de asilo que hayan sido registrados en otros países de la Unión Europea (UE), algo que la cancillera descarta porque rompe con su política seguida hasta la fecha. Los conservadores bávaros (CSU) han apoyado en bloque el plan de Seehofer.

Giro electoralista

La primera gran bronca de la coalición ha evidenciado la fractura entre conservadores y ha dejado a un claro vencedor, la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), que ve como la principal fuerza política del país sucumbe a su retórica de mano dura contra los de fuera.

Si en los próximos días ambos líderes no llegan a un acuerdo ese primer encontronazo puede convertirse en un escollo insalvable que ponga en jaque al Gobierno. Merkel no quiere alejarse de un centro político que la ha mantenido en el poder durante 12 años mientras que los conservadores bávaros han puesto todos sus esfuerzos en restringir la política migratoria.

Todo ello con un ojo puesto en las elecciones bávaras del próximo 14 de octubre, donde la CSU se juega mantener la mayoría absoluta frente a una creciente ultraderecha. Es por ello que el Ministerio aseguró que es “de máxima prioridad” que el primero de esos centros para inmigrantes se construya antes de los comicios en Baviera, punto fronterizo donde se produjeron el mayor número de llegadas.

Enemigos íntimos

El gesto del líder bávaro es uno más en una larga lista de desencuentros con la cancillera. En los últimos años, Seehofer ha sido la clara encarnación de la máxima “Mantén cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos”. Aliado indispensable de Merkel, también ha sido su crítico más feroz dentro del partido, una voz dura que ha atizado el discurso más nacionalista y xenófobo. Tras obtener la cartera de Interior y asegurar que el islam “no pertenece a Alemania” su popularidad se ha disparado 12 puntos hasta el 47%. Sólo es superado por Merkel.

Desde que en el 2015 la cancillera decidió abrir sus puertas frente a una de las peores crisis humanitarias que se recuerdan -una decisión que sigue defendiendo como “correcta”- más de un millón de personas llegaron a Alemania, la mayoría de ellas procedentes de países en guerra como Siria, Afganistán o Irak. Esto dio alas a una AfD que ha explotado la xenofobia y el terrorismo para situarse como tercera fuerza del país.

Aunque la unión conservadora que encabeza Merkel (CDU-CSU) sigue siendo la principal fuerza política de Alemania, el 32,9% obtenido en las elecciones de septiembre son su peor resultado en 70 años. Un signo de debilidad ante el populismo que ha llevado a los sectores más recalcitrantes del partido, como Seehofer, a seguir por la puerta de atrás la estrategia de una ultraderecha que ya apunta incluso a un 16% de los votos.